Parecía una broma y ¡maldita la gracia que tenía para quienes esperaban en la estación de Goya de Zaragoza para empezar el recorrido hasta Binéfar pasando por las estaciones altoaragonesas! R. me pasaba un pantallazo que rezaba: "Renfe Informa: tras subsanar la incidencia técnica y realizar el trasbordo, su tren 17052 circula con una demora aproximada de 230 minutos. Tenga en cuenta que este tiempo puede variar a lo largo de su recorrido. Rogamos disculpe las molestias ocasionadas".
La coletilla, con emoticonos de risas, agregaba "Y os quejáis los de Huesca". Se refería a las repetidas incidencias sufridas en el AVE Madrid Huesca con esas tres horas de retraso el 27 de enero o los 45 minutos de este pasado viernes.
En esta ocasión, se trata del tren Madrid Chamartín-Binéfar. Mi reacción ha sido la siguiente: "¿230? Será una errata". Hierático, R. ha respondido con una previsión optimista: "Por lo menos hasta las 22:40 no salimos". Eran las 20:41. Nueva comunicación a las 22:02, menos optimista: "Creo que saldremos sobre las 12 de Zaragoza". O sea, la medianoche.
La previsión de esa comunicación es que de Goya parta a las 20:18 horas. Finalmente, la salida ha sido a las 23:32, esto es, 3 horas y 14 minutos después de lo anunciado, 183 minutos (sí, algo menos que los 230, pero igualmente indignante).
El hecho de que "los sábados pague Soro", como apunta el interlocutor, no empece para una evidente vulneración de los derechos del consumidor, amén de una falta de respeto y consideración hacia los horarios de las personas. Si tenían que haber llegado a destino a Grañén a las 21:16, por ejemplo, se perderán la tradicional cena de Santa Águeda y van a estar ya en el baile y la recena. En concreto, ha llegado a las 00:19.
Se trata de la unidad 470, más cotidianamente averiada que cumplidora en sus compromisos horarios, cuyo origen se remonta a 1974 (esto es, a uno del medio siglo) y que fue remodelada en los noventa. Renfe, definitivamente, se supera. Como decía un viejo maquinista de rotativa de prensa, los usuarios ya no se sorprenden de nada, sólo se enfadan.