El bebé de Lida no sufre ninguna malformación y los síntomas sólo obedecían a la desnutrición

La joven ucraniana rescatada de la guerra por Javier Martín y Just Antolín está recibiendo un tratamiento de proteínas porque la criatura tiene un peso muy bajo

11 de Abril de 2023
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Lida y Sofía, con Javier Martín y Just Antolín
Lida y Sofía, con Javier Martín y Just Antolín

Las secuelas de la guerra son terribles, pero en ocasiones la propia incapacidad diagnóstica de la sanidad en territorio de conflicto acaba convirtiéndose en una buena noticia cuando se constatan sus errores. Lida, la joven ucraniana a la que han rescataado de las fauces de la invasión rusa los afincados en Torla Javier Martín y Just Antolín, descansa después de los horrores bélicos en un hotel de Utebo atendido por Cruz Roja, a la espera de recuperarse plenamente para trasladarse a un piso tutelado con otras mujeres ucranianas.

Como sospechaba el doctor Antolín, los malos presagios que hubieran conducido a una muerte irreversible a la joven de 32 años y su bebé han sido rebatidos por los métodos diagnósticos de una sanidad avanzada como es la aragonesa. La expedición de Javier Martín, con ayuda de distintas ONG y de instituciones de la Iglesia (las hermanas de Santa Teresa de Calcuta o la congregación de Saint Joseph), estaba movida por el desahucio de Lida y su bebé, del que la anárquica estructura de salud ucraniana estimaba que nacería con espina bífida o, como mínimo, algún tipo de malformación.

La realidad ha desmentido a la precariedad sanitaria del país invadido. Ya en Zaragoza, con su hermano afectado de hipoacusia pero en plenitud laboral y física, los resultados de las pruebas han sido esperanzadores. No hay malformación, no hay espina bífida, ninguna discapacidad... Pero, eso sí, se ha comprobado una desnutrición tremenda. El bebé viene pequeño, entre 600 y 700 gramos, circunstancia que explica la extrema delgadez de Lida.

Durante los últimos meses, Lida, que vio cómo los bombardeos arrasaban la fábrica en la que trabajaba para su manutención, hubo de comer pescado y carne crudos, embutidos en condiciones deleznables y, en general, el desequilibrio era patente. Bajísima de ácido fólico, escasa en proteínas, ahora empieza a recuperarse no sólo por la comida, sino también porque ha podido descansar. Algo parecido le sucede a su hija Sofía, de trece años, que todavía se altera cuando escucha algún ruido estridente.

El caso es que el percentil en el que se encuentra el bebé cuando ya se han superado los siete meses de gestación es extraordinariamente bajo pero los médicos tienen toda la confianza del mundo en revertir esas carencias. La buena nueva es que los sangrados y otros desajustes respondían a la desnutrición que provocaba incluso quistes. Con alguna que otra visita a Urgencias porque todavía no se ha regularizado su cuerpo, Lida ya mira al futuro con esperanza, salvada por la acción del cabo Martín y del doctor Antolín. Ocho mil kilómetros de tremendo palizón para un final feliz.

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