Ha hablado con sus hermanos, más reacios -o precavidos- denunciar la situación "por si". El típico "por si" de las sociedades adormecidas. G., que para eso es la mujer y exhibe más redaños, ha decidido llamar. Este próximo martes, se cumplirá un año desde que el Ayuntamiento de Huesca respondió a su requerimiento con la característica abulia administrativa. El resumen es "recibido". Era el 16 de mayo de 2022.
G. ya indicaba que el Camino de Cillas (en la contestación municipal se le denominaba Camino Finca de Cillas) sólo había sido parcheada, con escasa eficacia, con motivo de una prueba ciclista para la que se habían señalizado en pintura azul los baches. Es una vía muy transitada, como constata el cronista durante la hora aproximada que acompaña a G. en un recorrido en el que el coche "se queja" al verse sometido al funcionamiento de sus amortiguadores y al desgaste de las ruedas. Se cruza con una nueva vecina que, justamente, se para en un macrobache para compartir el enojo por el lamentable estado de un verdadero paisaje lunar (por la analogía con los cráteres).
Desde la entrada desde el camino inmediatamente posterior a las "miguelas" (en concreto desde la Ecohuerta Km. 0) hasta el CDAN, son decenas y decenas de baches de todas las tipologías. Los hay pequeños y profundos. Los hay largos y anchos, algunos abarcando toda la anchura. Este viernes, nos rodea la suerte de que no ha llovido y no se han transformado en balsas. Cuando hay precipitaciones, el aspecto empeora, si cabe. Otra de las entradas, la que escoge el firmante, es desde Doctor Artero, junto a la señalización de la Huerta Arcadia. Nada más entrar, un bache de tamaño considerable. Hay que reducir la velocidad. Al salir, una curva y allí otro agujero estimable. En la confluencia con el Camino de Cillas, otros cuantos de ellos. Y en la encrucijada que es la Cruz del Palmo (hacia la Huerta Arcadia, hacia el CDAN, hacia Doctor Artero y hacia "el mulo"), donde están los contenedores de residuos para esta vía, si quieres taza, taza y media. Una oquedad relevante.
En el Camino de Cillas viven no menos de una veintena de familias, afirma G. El tránsito de vehículos es continuo, igual que el de andarines o ciclistas (con la pandemia este trayecto está más que concurrido porque además es ruta hacia bonitas estampas paisajísticas más lejos o el propio Centro de Arte y Naturaleza). Pagan sus impuestos religiosamente al Ayuntamiento de Huesca, como el agua y la recogida de basuras. La luz, por el contrario, está empalmada a Chimillas ("y se nos corta demasiado frecuentemente cuando hay tormentas").
Y, sin embargo, después de un costoso plan de asfaltado en Huesca, no han recibido la bondad municipal de adecentar el Camino de Cillas, cuyo aspecto de abandono es desagradable. Además de los baches, el firme está roto por los lados en una buena parte del tramo y la vegetación junto a la acequia es rebelde. Sensación de dejadez, aunque G. piensa que este último aspecto compete a la Confederación Hidrográfica del Ebro. En lo referido al Ayuntamiento, han oído ecos de un plan de caminos, pero ellos no han visto nada. Quizás como promesa electoral...
Me transmiten un video. Es el recorrido en coche de un usuario del Camino. Me avisan, por si acaso, de que el móvil que graba está sujeto por una persona que está dentrás de quien conduce. Tanto meneo a izquierda y derecha suscita una cierta sensación de aventura. Y, sin embargo, más allá de diestra y siniestra, lo que pretenden los vecinos es que el Ayuntamiento se centre y les solucione una incomodidad impropia del trato respetuoso a los contribuyentes. Ellos han elegido residir en un entorno más natural, fuera del mundanal ruido del centro de la ciudad, pero sin renuncias.