La Caravana Abriendo Fronteras, que desde 2016 recorre Europa para visibilizar las consecuencias de las políticas migratorias de la Unión Europea y denunciar la vulneración de derechos humanos, ha vuelto este verano a las rutas de solidaridad internacional.
Nacida como respuesta a la crisis humanitaria en Grecia, la iniciativa se ha consolidado como un proyecto "feminista, anticapitalista y decolonial", que cada año reúne a centenares de personas comprometidas con la defensa de quienes buscan refugio.
En esta edición, realizada en el mes de julio, participaron ocho activistas aragoneses -tres de Huesca-, quienes junto a colectivos de distintos territorios del Estado español y organizaciones internacionales recorrieron varias ciudades, participando en manifestaciones, talleres y charlas para "visibilizar las violencias que atraviesan las fronteras y reivindicar la solidaridad ciudadana frente a la militarización y externalización de la migración".
Bajo el lema “Rumbo a Calais: por la dignidad y los derechos de las personas migrantes”, la Caravana mostró cómo la implicación de personas de todas las edades y condiciones físicas fortalece la lucha colectiva.
PACTO EUROPEO DE MIGRACIÓN Y ASILO
La Caravana dedicó especial atención al Pacto Europeo de Migración y Asilo (PEMA), aprobado el 10 de abril por el Parlamento Europeo y duramente criticado por organismos de derechos humanos. Este marco convierte las fronteras en "espacios de excepción legal", con procedimientos acelerados que reducen las garantías de acceso al asilo y normalizan la detención de personas migrantes, incluidas familias y menores desde los seis años. También establece expulsiones exprés basadas en "criterios ambiguos de 'país seguro', lo que amenaza el principio de no devolución", denuncian.
El pacto "consolida centros de internamiento en condiciones precarias, discrimina a solicitantes según su nacionalidad y refuerza la criminalización de la migración". Asimismo, aumenta la presión sobre los países de primera entrada, permite que otros Estados “paguen” para no acoger personas refugiadas, amplía competencias a Frontex y fomenta la vigilancia masiva mediante bases de datos biométricos, incluyendo menores.
La externalización de controles en países como Libia, Túnez o Marruecos, sin abrir vías legales de entrada, "perpetúa la violencia institucional y los riesgos mortales en las rutas hacia Europa".
SOLIDARIDAD INTERNACIONAL
La edición de este año partió desde Irún-Hendaya y Girona, con ambos convoyes convergiendo en París, donde se sumaron a colectivos franceses en manifestaciones y actividades de sensibilización. En un área de servicio, la Caravana condenó públicamente el incendio de Torrepacheco, recordando que la violencia contra migrantes no conoce fronteras.
Desde París continuaron hacia Calais, punto emblemático de militarización fronteriza. Allí constataron "condiciones de vida denigrantes": kilómetros de concertinas junto al puerto y el acceso al Eurotúnel, presencia policial constante y limitados recursos humanitarios.
Colaboraron en la organización de ropa y distribución de alimentos, y participaron en concentraciones tras el “Tribunal popular contra las políticas en las fronteras”, incluyendo homenajes a quienes han perdido la vida intentando cruzar hacia el Reino Unido.
El recorrido culminó en Toulouse, donde la Caravana participó en actos de memoria histórica vinculados al exilio republicano español, incluyendo un encuentro de memorialistas y la colocación de flores de papel en rejas de instituciones públicas. La acción conectó la experiencia pasada de quienes huyeron de la guerra y la persecución con la lucha actual por los derechos de las personas migrantes.
Durante el viaje, se compartieron vivencias directas de personas migrantes. En Girona, dos jóvenes narraron su llegada a España y las dificultades para obtener documentación que les permita una vida digna. Relataron cómo se utiliza de forma arbitraria la prueba de madurez ósea para determinar la edad, lo que puede derivar en deportaciones. La Caravana también destacó la participación de personas con dificultades físicas y jóvenes, cuya implicación demuestra que la solidaridad no conoce límites ni edades.
UNA RED QUE SE EXPANDE
A lo largo de sus años de existencia, la Caravana ha recorrido Melilla, Ceuta, campos de Huelva y Almería, Riace en Italia, los Alpes y los Balcanes, constatando en cada lugar patrones similares: fronteras militarizadas, violencia institucional y, al mismo tiempo, redes ciudadanas que resisten. En Riace, los participantes conocieron a Domenico Lucano, el alcalde que transformó su pueblo en un modelo de acogida y fue perseguido por ello. La experiencia internacional se extiende a Palestina, Libia y Centroamérica, evidenciando que la lucha por los derechos de las personas migrantes está interconectada.
Cansadas, pero fortalecidas, las y los participantes regresaron con la certeza de que cada acción cuenta. La Caravana Abriendo Fronteras combina la denuncia de políticas migratorias injustas con la construcción de solidaridad internacional, demostrando que la resistencia colectiva es posible y que los pequeños gestos y testimonios pueden contribuir a revertir leyes que "priorizan el privilegio y el egoísmo" por encima de la dignidad humana.