"La ciudad no es para mí" o un manual de instrucciones para entender Huesca

Huesca redondea un largo historial de complicaciones para el aparcamiento y para el conductor

03 de Marzo de 2023
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Confluencia entre Martínez de Velasco y Gil Cávez. Foto Adrián Mora
Confluencia entre Martínez de Velasco y Gil Cávez. Foto Adrián Mora

Todas las imágenes confluyen en un "quejío", ahora que estamos en la previa de Semana Santa y sus saetas. El carril-bici está transformando la faz de Huesca, y sin embargo... Sobre el asfalto y las aceras, confluyen conceptos. Hace tres décadas, cuando la modernidad asomaba a través de un nuevo concepto, el de la zona azul, una tertulia con Nacho Gracia en Antena 3 Radio se desenvolvía por el terreno de las conveniencias, de los maximalismos (es que en Huesca hay que ir andando a todos los sitios), cuando Isabel, que por algo llegaría a ser la primera alcaldesa, se preguntó y nos inquirió dónde quedaba la libertad del individuo. Dónde las circunstancias personales que no pueden ser unívocas, rígidas. Recuerdo la conversación como si fuera ayer. Hubimos de callarnos. Tenía toda la razón. ¿Qué concejal, técnico de urbanismo o presidente de asociación empresarial o vecinal determina imperativamente mi modo de movilidad?

Apenas asomaban otras consideraciones como el hecho de que los parquímetros constituyen la manifestación gráfica de una privatización de facto del aparcamiento. Con el agravante de que cada propietario de un vehículo abona religiosamente un impuesto de circulación que, sin embargo, nunca merma a pesar de que las condiciones para el tránsito se estrechan cuando no se impiden. Sí, puede sonar mal, porque "privatizar" es una especie de estigma cuando de servicios públicos se trata y, sin embargo, son las propias administraciones las que convierten el verbo en acción.

Luego vino la peatonalización, cuyo proceso fue en el ámbito de la participación asociativa paradigmático, pero la realidad es que la ciudad de Huesca sigue teniendo un déficit de aparcamiento que no ha sido resuelto a pesar de que, en las últimas cuatro décadas, se han puesto sobre la mesa desde los aparcamientos inteligentes en la plaza de Navarra a los dos párquines subterráneos (otra privatización en cualquier caso proverbial en la práctica). Y, sin embargo, no nos engañemos, esta pequeña urbe ha variado la faz de los ochenta en que estacionar era relativamente sencillo y cómodo. Aún recuerdo al senador Antonio preguntándose cómo iban a venir los barbastrenses al comercio oscense si no podían aparcar.

Es curioso. Nos deslumbra lo exterior. Con la zona azul, toda la inspiración venía de otras ciudades y de Francia. Con la peatonalización, ídem de ídem, que castizamente decíamos antaño. Tienen sus virtudes, por qué negarlo. Y también sus contraindicaciones, como los medicamentos. En algunos aspectos de la vida ciudadana, son admirables. En otros, surgen más dudas.

Con el carril-bici, funcionaba el fenómeno fascinación de los inicios de la Transición y la popular formulación "ya semos europeos". Nos embriaga Holanda aun sin sus opiáceos, nos seduce Francia aunque haya cuestiones de desarrollo en el sur galo que nada tenemos que admirar. El edén terrenal pasa por decenas de ciclistas en los rediles verdes acotados por la pintura blanca, saludándose, "hola don Pepito, hola don José, ¿pasó usted ya por casa?, por su casa yo pasé", con pequeñas macetitas de las que emergen margaritas blancas con núcleo a marillo o amapolas (y hasta tulipanes para ser más neerlandeses) y siempre, siempre, una sonrisa en la boca. La nueva arcadia urbana, un mundo feliz ("Un mundo feliz"). El carril-bici, el nuevo soma...

¡Ay, mísero de mí, ay infelice! La trama urbana de Huesca es la que es, y en ocasiones admite, y en muchas otras no, ese desfile de orbeas y behaches con la cestita en el manillar y la parrilla en la trasera de ciudadanos encantados de saludarse en un ambiente cuasi pastoril. Amontonar elementos, como en la fotografía que realizaba anteanoche Memes Huesca, conduce más al caos y la confusión que al ordenamiento que se supone compete a la institución municipal. Hay una cuestión física y es que, en un contenedor pequeño, en una calle estrecha, en "the long and winding road", la cantidad de recursos circulatorios en uso se atiene precisamente a esa limitación.

Calle Alcoraz esta misma mañana, otro ejemplo de incoherencia urbanística
Calle Alcoraz esta misma mañana, otro ejemplo de incoherencia urbanística

Y es entonces cuando uno se acuerda de Paco Martínez Soria en 1966 con su gallina en la cesta en el Madrid desordenado de avenidas largas y anchísimas, con el desconcierto propio del título de la película "La ciudad no es para mí". Un epígrafe que, en sí mismo, es una metáfora de este amontonamiento de la señalética y del tráfico en la Huesca que sueña que es Amsterdam (el 65 % de sus ciudadanos utilizan la bicicleta) y, sin embargo, es ella y sus circunstancias del urbanismo histórico. Que es el que es. Y, como espetaba la Gracita Morales sirviente en una de las escenas más entrañables de los anales del cine español, tanta Luchi, tanta Luchi y se llama Luciana. Pues es que quizás seamos Luciana y hayamos de asumirlo. Se le llama el pragmatismo de la sencillez.

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