Los agentes del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) Sergio Martín y Eric de Cima han recibido este 12 de octubre sendas condecoraciones de carácter extraordinario por su participación en el rescate extremo de un montañero fallecido tras caer 100 metros en la zona de la escupidera de Monte Perdido, una actuación "muy dura física y emocionalmente". El operativo se desarrolló los 11 y 12 de marzo de 2023, con nieve, viento y sensación térmica extrema, en el que los especialistas y el médico del 061 recorrieron 10 kilómetros en un desnivel de 800 metros positivos.
“El aviso llegó bastante tarde y no nos había confirmado que hubiese ningún fallecido. Lo tomamos como que había esperanza y nos agarramos a ella", ha rememorado Sergio Martín. También apremiaba que quedaban pocas horas de luz para operar con el helicóptero, y los problemas añadidos de previsión de tormenta y que el viento era ya muy fuerte".
Cuando se acercaron a la zona, el viento ya no permitía volar a la aeronave, por lo que tuvieron que descender lejos la zona del accidente. "Estábamos a una distancia considerable del refugio de montaña, primer punto de seguridad, para desde ahí acometer la subida a más de 3.000 metros de altura", ha explicado Martín. En la mitad de la travesía, cuando desenfilaban la sierra Custodia, les pilló una tormenta que dejó mermadas sus fuerzas. "Los puentes de nieve se rompían y nos caíamos en el interior; terminamos empapados", ha explicado el agente Martín. Si llegar al refugio de Góriz en condiciones normales les cuesta una hora, en esta ocasión fueron prácticamente tres.

Recalcularon toda la previsión. Permanecieron en Góriz dos o tres horas para intentar secar la ropa "porque la tormenta continuaba y podíamos morir congelados -ha compartido-. A primera hora de la mañana, Martín y De Cima decidieron que el médico permenciera en el refugio y acometer más ligeros el ascenso. "Cuando llegamos, nos encontramos el desenlace fatal de una persona que ha caído más de 100 metros por la famosa escupidera, un punto negro del Pirineo, y no pudimos hacer nada por él. Creo que dos personas se han salvado tras esa caída", ha apuntado Martín.
Ambos agentes elaboraron un sistema para facilitar la evacuación del cuerpo y lo bajaron más de 400 metros hasta un llano, donde ya no pudieron continuar. Allí permanecieron hasta que se produjo una pequeña ventana de buen tiempo y la aeronave "pudo acercarse in extremis con la idea de recuperar el cuerpo. Si nos hubiéramos tenido que quedar otra noche, lo hubieran hecho", ha comentado Martín, quien vivía la circunstancia especial de que su hija estaba a punto de nacer.
"Tuvimos la suerte de que pudimos subirnos también a la aeronave en una maniobra muy rápida. Los pilotos como siempre, unas ‘máquinas’ con nosotros -ha valorado-, ya que llevamos una noche entera allí apurando dentro de las márgenes de seguridad", ha recordado. Sufieron vientos de más de 100 kilómetros por hora -un punto de la ascensión se llama la curva del viento- y sensaciones térmicas de -20 grados.
"Al final estamos siempre arriesgando en la montaña, pero nuestra motivación es ayudar en circunstancias excepcionales. Hay rescates técnicamente más complejos, pero éste se encuentra entre los más reseñables físicamente y muy duro emocionalmente, porque lo das todo y llegas a sitios en los que no puedes hacer mucho más", ha finalizado Martín.