Corría 1953 cuando James Watson y Francis Harry Compton Crick descubrieron la estructura en doble hélice del ADN, un hito en la historia de la ciencia y del conocimiento profundo del ser humano. El propio Carlos López-Otín, en su libro La Vida en Cuatro Letras, alude a la trascendencia del trabajo de Watson y Crick sobre la que se han fundamentado miles de investigaciones que repercuten en la salud, en la discapacidad, en el propio comportamiento y en tantos y tantos aspectos que tienen que ver con nuestra vida.
El caso es que el joven científico aragonés Alberto Jiménez Schuhmacher, director del Grupo de Oncología Molecular, ha aprovechado su estancia en un congreso en Estados Unidos para visitar a Jim Watson en su casa en Cold Spring Harbor Laboratory en la ciudad de Laurel Hollow, donde reside el codescubridor de la estructura en doble hélice del ADN e impulsor del Proyecto Genoma Humano.
Revela en redes sociales que se ha saltado la comida del congreso para probar suerte y ha conseguido vivir un día que se quedará para la historia, conversando más de veinte minutos y con dos colofones extraordinarios. Por un lado, le ha dedicado una primera edición de su libro The Double Helix, uno de los esenciales del siglo XX. Y, por otro, ha conocido el relato de Watson sobre cómo lo escribió, del descubrimiento, "del laboratorio de Dalí y Bacon, de demócratas y republicanos, de Caltech y Harvard, de chicas y Chicago, de Nadal y Federer, de la vida y de la Trenza de Almudévar que seguro habrá disfrutado de postre". Y es que Alberto Jiménez Schuhmacher es embajador del producto de Pastelería Tolosana y también un inspirador de la Asociación Aspanoa que tiene su centro vacacional para niños oncológicos y sus familias en Almudévar. Así que el joven investigador puede muy bien descifrar el ADN de Almudévar, que va más allá de Pedro Saputo e incluso de su émulo creado por José Antonio Adell, Juan Captioso.