No es disciplina castrense, pero sí es la que les han inculcado sus abuelos y sus padres, conscientes de que en el campo nadie regala nada. Antes, estaban expuestos a las veleidades del cielo. Ahora, se le suman las de los despachos y las de los mercados, empecinados en intercalar, entre las piezas de los arados, dificultades y complejidad burocrática. Desde tiempos inmemoriales, los agricultores han sido los primeros conservacionistas, y tan sólo existe una razón que lo explique: simple y llanamente, por la cuenta que les trae.
Es la realidad que explica que, cuando una parte de sus pueblos empieza a ser pasta de las llamas, se lancen valerosamente al frente del fuego para, con prudencia y siempre respeto a los profesionales, contribuir a la extinción.
Lo estamos viendo repetidamente en este verano en el que han sido muchísimas las superficies que han quedado salvadas de la amenaza gracias a la confluencia de los bomberos, de los medios aéreos y de la maquinaria agrícola que se ha empeñado en convertirse en verdadero cortafuego.

Un ejemplo lo hemos tenido hoy mismo en Robres, donde los agricultores, con vecinos de la localidad, han acudido solícitos a un terreno de cereal, una parte ya cosechada, otra sin haber obtenido el rendimiento, donde las llamas amenazaban con una programación veloz. Con criterio y sentido, como muestra en el video Fernando Luna, a la sazón presidente de Asaja Huesca y Ceoe-Cepyme Huesca, han ido cerrando el avance del fuego con toda su maquinaria agrícola, para contribuir a la eficacia en la extinción que se ha acrecentado por los buenos oficios del piloto del helicóptero del Gobierno de Aragón. Como reza el eslogan, todos contra el fuego.
El final, pese a las pérdidas en la producción en una parte de los campos, ha sido positivo porque, en estas circunstancias, la integridad humana es lo primero y, además, evitar la propagación es controlar el riesgo para las personas y para las propiedades. Los tractores y los agricultores han vuelto a expresar su esencia y su vocación de guardianes de la tierra. Y eso merece más de un "hurra" envuelto en admiración. Gracias por ser como sois.