Una profesora de Instituto Sierra de Guara nos remite una sucesión de fotos que revelan la dejadez incívica de muchos ciudadanos que no cumplen con su obligación moral y legal (aplíquense ambos conceptos) de recoger los excrementos de los perros.
En el parque contiguo al centro educativo, se aprecian en los espacios verdes abundantes heces de canes que, evidentemente, han sido dejados al albur de sus necesidades fisiológicas por los dueños sin ocuparse de recogerlas con el equipamiento que toda persona cívica ha de llevar, ya saben, bolsitas y el líquido para aliviar los escenarios públicos también de los restos de orines caninos.
Como hay que dejar el abono de los jardines a las brigadas medioambientales, es obligatorio reprender a los animalicos que no entienden la responsabilidad con sus mascotas, incidir en la máxima vigilancia por parte de la Policía Local y recordar al Ayuntamiento que ha de extremar el celo y, en caso de ser preciso, aplicar las correspondientes multas explicitadas por las ordenanzas. Entre todos, podemos conseguir que un parque que es precioso y se llena de gente joven y niños no se convierta en una mierda. Como suena.