Era de construir. Francisco Javier Solanes Enjuanes, albeldense, acaba de fallecer con 75 años después de una prolífica existencia acortada por una larga y extenuante enfermedad, la que acompaña a los mayores aunque no sean necesariamente ancianos. Es el caso. En la memoria de Javier, ya no obraban algunos hitos en los que fue determinante, como aquella asamblea de 21 de junio de 1977 en que fue uno de los 44 fundadores de la Asociación Provincial Empresarial de Electrotecnia y Mantenimiento cuyo prrimer presidente fue José Buisán Guarga.
Aquel joven albeldense, que se había formado para ser un buen "chispas", como jocosamente afirmaba en plenitud, integraría la primera Junta de la Asociación y su protagonismo, vía proactividad, iría creciendo a lo largo de esos años en que el bebé asociativo empezó gateando, siguió irguiéndose para dar sus primeros pasos y acabó corriendo hasta convertirse en una organización poderosa. El literano era elegido dentro de la primera junta el 24 de septiembre del mismo año..
Con 18 años, Javier había empezado a trabajar como peón para tender líneas eléctricas, para convertirse en electricista y reparador de televisión con su tío José María. Posteriormente, se matriculaba en Ingeniería Técnica Industrial en la rama de Electricidad y la especialidad en Electrónica Industrial. Y con apenas veintidós añitos ya se había instalado por su cuenta. Incluso en 1978 se dedicó al ejercicio libre de la profesión como ingeniero técnico.
Descollaba Javier y un giro inesperado a su actividad profesional motivó su traslado de su Albelda a Huesca. El 14 de marzo de 1980, sustituye al frente de la asociación como gerente en sustitución de Fernando Bagé Martínez de manera provisional. La Junta saca a concurso la plaza con tres condiciones: ser empresario asociado, estar dispuesto a dedicarse plenamente a la Asociación y contar, como mínimo, con el título de Ingeniero Técnico Industrial El 28 de marzo se consolidaba el puesto para este joven albeldense de 29 años entonces.

Diez años, después y tras estar a las órdenes de las presidencias de Alfredo Villacampa y Tomás Félix, Javier Solanes anunciaba que había recibido una oferta de Automóviles La Oscense y que el reto profesional era para él apasionante e irrechazable. Entonces ya dirigía no sólo la de electricistas, sino las asociaciones integradas en la Federación de Empresarios del Metal de Huesca (Femhu). Le sustituía Rogelio López Marqués, que ya integraba la plantilla federativa, y que desde entonces ha cumplido 35 magníficos años. Javier dejó su impronta alegre y rigurosa, capaz de organizar lo mismo asambleas que buenas lifaras de convivencia.
Javier Solanes, en el sentido expuesto por Georges Bernard Shaw (El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia: esa es la esencia de la inhumanidad), nunca pasó de puntillas por la vida. Su trayectoria en La Oscense, con la confianza plena de la familia Martín-Retortillo y personalmente de su gran amigo Ignacio, fue ejemplar y perduró hasta su jubilación hace ya una década. Su capacidad de planificación y de ejecución le convirtieron en un imprescindible profesional y en un apoyo en lo personal para sus compañeros.
Pero la vida de Javier ha trascendido, pese a su gran dedicación, al aspecto profesional. Con su inseparable amigo Javier Gironella Falces vivió y vertebró dos Universiadas de Invierno, y vibró con el "casi" de la candidatura olímpica de 1998 finalmente esfumada en Birmingham. Sus conocimientos logísticos resultaron de gran utilidad para todos estos grandes eventos, junto a otros en los que le involucraba su alter ego.
Nunca olvidó Javier Solanes sus raíces, Albelda, su pueblo al que volvía a la mínima para disfrutar del gran dinamismo de su tejido asociativo. Fue agente promocional y organizador de la Festa del Tossino de la Peña Lo Magré, y nunca dejó de ser un embajador de la población literana, siempre con una sonrisa cuando hablaba de ella.
Un personaje inquieto y polifacético como Javier Solanes no podía faltar tampoco a sus citas familiares con su mujer, Pilar, y sus tres hijos, Miriam, Javier y Jorge. Precisamente por uno de ellos, Jorge, se convirtió en un espectador imprescindible en los partidos del Bada Huesca. Precisamente, la última vez que este escribano estuvo con él y con Pilar fue en el triangular que el cuadro de Nolasco disputó con Contazara Zaragoza y Soria en el Palacio de los Deportes. Allí, la merma de sus facultades no impedía ese gesto amable, cariñoso, ante la expresión de afecto que siempre mereció. Hoy, demasiado joven, este albeldense corajudo, reflexivo, preparado y amable, que ha dejado su impronta en la sociedad oscense de las diez comarcas, ya descansa después de tan ocupada y fructífera existencia.
La familia recibe en el Tanatorio de los Hermanos Santander, en el polígono La Magantina, desde las 16 horas de este miércoles. El funeral tendrá lugar mañana, jueves, a las 11:30 horas, en la Iglesia de Santo Domingo y San Martín. Descansa en paz y parte con un abrazo, amigo Javier.