Número 1 de las oposiciones a Fiscalía, representante en el discurso ante el rey Felipe VI, felicitado por el monarca y por los 127 opositores exitosos, entre ellas la 60 promoción de la Carrera Fiscal. Un aplauso coral tras una alocución en la que brillantemente citó a Harper Lee, a Lorenzo Silva y a Murakami. Era el colofón a dos años y medio de una intensidad extraordinaria y con un resultado estratosférico: 96,24 puntos sobre 100. El máximo nivel. El que concede la Cruz de 2ª Orden de San Raimundo de Peñafort que es exclusiva para juristas prestigiosos y para el número 1 de las oposiciones.
El oscense Tomás Enrique Pérez Bitrián no titubeó pese a la presencia del jefe del Estado, de la ministra de Justicia, del presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Fiscal General del Estado. Incluso utilizó en su intervención la expresión fetiche de Huesca, "no reblar", para que lo conocieran los 127 acreditados como receptores de despachos de fiscales, correspondientes a la convocatoria de 2020. Desde 2019 y durante treinta meses, Pérez Bitrián ha dedicado un mínimo de doce horas diarias a preparar la que fue su vocación desde que cursó el doble grado de Derecho y Administración y Direccion de Empresas. Desde abril de 2019, ha captado la teoría en el Centro de Estudios Jurídicos y posteriormente desempeñado las prácticas en el Palacio de Justicia de Huesca.
En su discurso, que reproducimos para orgullo de todos los altoaragoneses íntegramente, Pérez Bitrián ha incidido en varios aspectos. Explicita a EL DIARIO DE HUESCA "un aspecto fundamental y es que los fiscales tenemos que mantenernos actualizados no sólo por los cambios legislativos, sino también por los cambios de la sociedad y de la vida de los ciudadanos. Es imperativo aprovechar el potencial de las nuevas tecnologías y estar muy atentos porque hay nuevas formas de delincuencia, muchos retos desconocidos y, además, en estos primeros meses no nos va a dar con los conocimientos y la experiencia, por lo que tendremos que aplicarnos con esfurezo e ilusión para sacar adelante el trabajo desde el primer día. Dejamos atrás la dura época de opositores, que alguien equivocadamente puede entender que fue menos dura por el confinamiento de la pandemia. Sin embargo, las sensaciones eran difíciles. Teníamos la incertidumbre de si se iban a mantener las oposiciones y si podía cambiar el sistema". En este sentido, agradece la labor de Félix Martín, director de formación para la Carrera Fiscal, "que nos ha guiado y ha sido nuestro enlace para evolucionar y avanzar".
La formación se ha dividido en clases presenciales de enero a junio en el Centro de Estudios Jurídicos para la teoría (con visitas a las principales instituciones del poder judicial), y las posteriores prácticas. "En esta fase, desde junio, he estado en Huesca y he desempeñado el trabajo de un fiscal, pero evidentemente no podía adoptar resoluciones de asuntos y era el fiscal titular el que revisaba mis trabajos".

Tomás Enrique Pérez Bitrián arranca su prometedora trayectoria en Tarrasa. Había 11 plazas fijas y un gran número para expectativa de destino. Ha preferido la cercanía y el respaldo de amigos que residen en Barcelona y Lérida. El 11 de enero será el estreno.
LA FELICITACIÓN DEL REY
El rey Felipe VI felicitó personalmente al número 1 de las oposiciones y, además, en su discurso se refirió a uno de los argumentos que había utilizado Pérez Bitrián para referirse al esfuerzo de cada día de los profesionales.
"Hay gente que puede pensar que trabajamos con papeles, pero no es exacto. Nosotros trabajamos con y para personas y hemos de intentar resolver de la manera más eficaz y rápida posible. Hay mucho trabajo y hemos de ser muy rigurosos, pero precisamente hemos de explotar al máximo nuestras capacidades y los recursos que las instituciones ponen en nuestras manos para favorecer a las personas que están involucradas en los asuntos que caen en nuestras manos". El monarca elogió especialmente esta visión humanista.
EL DISCURSO DEL NUEVO FISCAL
"Su Majestad el Rey; su Excelentísimo Señor Presidente del Consejo General del Poder Judicial; su Excelentísimo Señor Fiscal General del Estado; Ministra de Justicia; y resto de autoridades presentes. Invitadas e invitados.
Queridas compañeras y compañeros: Os dirijo estas líneas porque hace poco más de un año, concluimos la indómita expedición en que nos habíamos aventurado aun sin tener la certeza de alcanzar el destino. Una etapa durante la cual dejamos de lado nuestras vidas por una mera posibilidad. Posibilidad que, ahora sí, es tangible y se ha convertido en una realidad. En apenas una hora, nos convertimos en la savia nueva del Ministerio Fiscal. Hoy podemos afirmar, sin ningún género de dudas, que el sacrificio mereció la pena.
¿Recordáis por lo que tuvimos que pasar? Varios años sometidos a la incertidumbre inherente a todo proceso selectivo. Y lo peor estaba por llegar. Cuando en 2020 el mundo se paralizó a causa de la crisis sanitaria ocasionada por la Covid-19, decían que a quienes opositábamos nos daba igual, ya que estábamos encerrados de antes. ¡Menudo mito! También sufrimos la pandemia. Por este motivo, siempre he pensado que, junto con los 161 Juezas y Jueces que ingresaron en la escuela de Barcelona, tenemos un valor añadido: hemos demostrado una inmensa templanza y una fortaleza inquebrantable. Optamos por seguir adelante y como decimos en Aragón, fuimos de propio a por la plaza y no reblamos.
Nuestro periplo como opositores ha quedado atrás. Y no paro de preguntarme: ¿Qué se espera de nosotras y nosotros? Harper Lee, en su obra Matar a un ruiseñor, puso en boca de Atticus Finch, uno de los abogados más icónicos de la historia de la literatura, la siguiente reflexión:
«Nuestros tribunales tienen sus defectos, como los tienen todas las instituciones humanas, pero en este país nuestros tribunales son los grandes niveladores, y para nuestros tribunales todos los hombres han nacido iguales.»
¡Sabias palabras! El ordenamiento jurídico y su aplicación a los conflictos cotidianos es el único mecanismo que permite equiparar a los individuos que componen una sociedad. Hoy más que nunca nuestra sociedad es plural y este pluralismo no debería ser teórico. Pero necesitamos unas pautas mínimas comunes para garantizar una convivencia pacífica y respetuosa y una igualdad efectiva y real. Y es bajo esta perspectiva donde, a mi humilde entender, encuentra su razón de ser el Ministerio Fiscal.
Así lo reflejó el constituyente en el artículo 124. ¿Cuántas veces hemos podido cantarlo? Con todo, el salto de la memorística a la vida real ha sido colosal. Menos mal que hemos contado con Félix a nuestro lado desde el primer día. De su mano, hemos dado nuestros primeros pasos como fiscales y, más o menos, hemos salvado los traspiés sin más secuelas que algún torpe moratón. Además, se ha desvivido por algo que, para mí, tiene un valor incalculable: transmitirnos la pasión que siente por esta profesión. Y después, con las y los fiscales que nos acogieron durante las prácticas, es como si nos hubieran enseñado a ir en bicicleta. A ver qué sucede cuando nos quiten los ruedines… No podemos sino agradecerles su esfuerzo y pedirles, de todo corazón, que no cambien nunca.
En las próximas semanas, tomaremos posesión del cargo diseminados por toda la geografía española. ¡Creo que no estaba tan nervioso desde la tarde del Supremo! No hemos empezado a trabajar y ya me falta tiempo. Los conocimientos que aprendimos durante la oposición son insuficientes. La sociedad evoluciona más rápido que el ordenamiento jurídico y siempre va a ir un paso por delante. Continuar con nuestra formación es esencial. Nos lo exige la sociedad a la que servimos en tanto integrantes de la Administración de Justicia. Trabajamos con personas y, es cierto, con intereses ajenos. Que, en último término, nos son propios en la medida en que su salvaguarda integra la defensa de los derechos de los ciudadanos de la que somos garantes. En este ámbito, todavía hay un aspecto que me preocupa.
El otro día, mientras les daba vueltas a estas ideas, me asaltó un recuerdo sobre el tiempo en que preparé el Último oral. Leí la novela El mal de Corcira de Lorenzo Silva, uno de los escritores que con mayor fidelidad ha reflejado el desenvolvimiento de las investigaciones criminales en nuestro país. Y me impactó la conversación que mantienen los dos protagonistas con ocasión del hallazgo de una prueba decisiva para identificar al autor de un presunto delito de asesinato. Comentan:
«-Esa grabación de la playa, bien utilizada por un fiscal competente, creo que nos ayudaría a sacarlo adelante, en todo caso –dije.
-El fiscal competente no lo tienes garantizado, mi subteniente.
-Eres malvada, mi brigada.
-Tengo alguna que otra experiencia, nada más –se justificó.
-No son muchos, y a veces les pasan los autos con poco tiempo. En todo caso, me tomo nota de tus impresiones, como siempre.»
La cabeza me dio vueltas durante días, pero con el tiempo mis conclusiones han cambiado. Ingresamos en una institución, el Ministerio Fiscal, a menudo cuestionada y puesta en entredicho. ¿Cuántas veces no hemos escuchado que los Fiscales vivimos muy bien, o que no nos mojamos nunca y nos limitamos a pasarle los problemas al Juez? Estos comentarios se justifican en el desconocimiento de nuestro trabajo, pero, en cualquier caso, no gozamos de la general confianza y aceptación que debiera existir en torno a una institución de nuestras características.
Esta es la cara fea de la moneda. Ahora bien, os animo a observarlo desde otra óptica. Estamos en una posición privilegiada. La única, de hecho, desde la cual podemos cambiar esta percepción. Depende de nosotras y nosotros demostrar que las y los fiscales tenemos mucho que decir y transmitir la seguridad de que la Fiscalía siempre tendrá la mano tendida a todo aquel que nos requiera para enfrentar la injusticia. De nada sirven los instrumentos y prerrogativas a nuestro alcance si no buscamos la manera de dotarlos de efectividad. Donde haya un menor desamparado, otorguémosle una oportunidad. Donde una persona precise ayuda para el desenvolvimiento de su vida diaria, indaguemos qué apoyos se le pueden facilitar. Donde alguien sea discriminado por el hecho de ser mujer, por motivos raciales, por pertenecer al colectivo LGTBI+, pongamos fin al abuso. En general, donde se dé una actuación ilícita, persigámosla hasta los más difusos confines.
No tengamos miedo al cargo que asumimos, pero no desconozcamos la envergadura y respeto que le son propios. Por eso, ante todo, ahí donde en los próximos meses no nos van a alcanzar los conocimientos ni la experiencia, no escatimemos ni un ápice de esfuerzo ni de ilusión.
Ahora sí, me despido, diciéndoos que ha sido un honor compartir estos meses con vosotros. Y egoístamente os pido un último aplauso y felicitación. No para nosotras y nosotros, sino para nuestros familiares, tanto a los que están como a los que nos dejaron por el camino, amigos, amigas y parejas que nos han acompañado durante esta travesía por el desierto. Porque al final, parafraseando al japonés Haruki Murakami en su opera prima Kafka en la orilla:
«Cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma que penetró en ella.»
Y será entonces, y solo entonces, cuando descubras quiénes, pese a todo, te esperaban con los brazos abiertos al otro lado.
Muchas gracias".