El glaciar de Monte Perdido "no va a aguantar esta etapa de calentamiento, está consumiendo las últimas reservas"

Los científicos Nacho López Moreno y Jesús Revuelto ofrecieron una charla sobre el estudio que han llevado a cabo desde 2011

DH
25 de Abril de 2024
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Nacho López Moreno, Jesús Revuelto y Alfredo Serreta en la presentación de la charla sobre el glaciar de Monte Perdido.
Nacho López Moreno, Jesús Revuelto y Alfredo Serreta en la presentación de la charla sobre el glaciar de Monte Perdido.

El glaciar de Monte Perdido sobrevivió al periodo cálido romano y a la anomalía medieval, pero está claro que "no va a aguantar la actual etapa de calentamiento. Se están consumiendo las últimas reservas". Así lo expuso Nacho López Moreno en la charla ofrecida junto a Jesús Revuelto, ambos científicos titulares del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), sobre la evolución en el periodo 2011-2023 de este glaciar, uno de los más meridionales de Europa.

La conferencia puso este miércoles el punto final al ciclo de Naturaleza en el Alto Aragón, organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en su sede de Pirineos, que se celebró en la Fundación Ibercaja-Palacio de Villahermosa. En esta ocasión, ambos científicos explicaron el trabajo para la medición del glaciar de Monte Perdido, que ofrece una radiografía veraz de la evolución en doce años.

Los datos que anuncian esta desaparición son claros: en los últimos dos o tres años las pérdidas triplican el promedio anterior en todos los glaciares del Pirineo, en cien años se han fundido más de 600 años de registro de hielo en el glaciar de Monte Perdido y tiene menos de la décima parte en superficie.

Nacho López Moreno abrió la charla sobre el glaciar de Monte Perdido.
Nacho López Moreno abrió la charla sobre el glaciar de Monte Perdido.

Nacho López Moreno se refirió a que el Pirineo tiene la “triste peculiaridad” de ser la última montaña del sur de Europa que alberga glaciares, y se pueden llamar así porque tienen más de cinco hectáreas y además tienen movimiento. “Pero ha sufrido muchísimo. En 1850 teníamos 2.000 hectáreas o más cubiertas de hielo en distintos macizos de montaña, y a finales del siglo XX, en 1984, esta cantidad había disminuido un 75 %, quedaban solo 807 hectáreas. Pero si nos vamos a las fechas recientes, podemos ver que en los últimos años no hacemos más que quitar glaciares de esta lista y reducir su superficie a tan sólo 170 hectáreas”, expuso.

Aunque ya había perdido mucha extensión, López Moreno recuerda que el aspecto del glaciar de Monte Perdido en 1981 “era totalmente imponente”. “Me parece increíble -dijo- que en un periodo que algunos conocemos, se pudiera pasar de haber semejantes paredes de hielo” a la mala situación en que se encontraba cuando empezaron sus estudios en 2011.

“Es muy evidente que estos cambios han afectado a todos los glaciares del Pirineo”, y tiene consecuencias. “Los que somos amantes del Pirineo estamos sintiendo que estamos perdiendo un patrimonio. Y lo que es más importante, los glaciares nos están diciendo que el clima ha cambiado de forma tan fuerte que ya no son capaces de albergar masas de hielo que han estado insistiendo durante miles de años. Es un mensaje que hay que tener en cuenta -alertó-. Y para los investigadores, también significa la pérdida de un archivo ambiental. El hielo nos da mucha información y este recurso de investigación lo vamos a perder en muy pocos años”, explicó.

 

A pesar de todas estas circunstancias López Moreno considera muy importante el estudio de los glaciares. “Estamos muy contentos de que lo empezáramos a hacer hace unos años porque está dando información muy importante. Primero, nos estamos anticipando lo que va a pasar en otras partes de Europa, como pueden ser los Alpes, y segundo, estamos viendo que la respuesta de los glaciares tan pequeños al clima no es tan obvia como con glaciares más grandes, podemos ver pequeñas diferencias y complejidades que merecen la pena”, indicó López Moreno.

El estudio se inició en 2011 en el glaciar de Monte Perdido, porque era uno de los más grandes del Pirineo y un icono del Parque Nacional de Ordesa. “Estéticamente siempre ha sido uno de mis favoritos. Además -continuó el investigador- creíamos que era interesante dado que en ese momento solamente se estaba estudiando el glaciar de la Maladeta por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro y un investigador en Francia, el glaciar de Vignemale. Nos pareció una muy buena combinación”, explicó.

Las preguntas que se plantearon en este trabajo fueron si el glaciar todavía posee movimiento, es decir, si tiene vida; cuánto hielo queda debajo de esta capa blanca que cubre la superficie; y saber los cambios anuales en el área y volumen del de Monte Perdido y de otros glaciares.

Jesús Revuelto durante su exposición.
Jesús Revuelto durante su exposición.

Por su parte Jesús Revuelto, tras explicar los distintos métodos utilizados para analizar las pérdidas del glaciar entre 2011 y 2023, comentó que se ve “la elevada variabilidad interanual que tienen los glaciares. Tenemos años como el primero de la medición en el que el glaciar en promedio perdió 1,8 metros, pero otros como 2012-2013 en que parece que gana un poco, en otros queda a sin variante, otros de 1,6 metros... Pero en esta ventana temporal de 2011-2019, prácticamente estaba perdiendo un metro cada año -expuso-. En la zona occidental -añadió- las pérdidas suelen ser más acusadas. Y si hacemos la vista entre el año 2012-2021, en promedio se han perdido 8,6 metros y no hay ninguna zona del glaciar en la que el hielo esté ganando superficie. Y en algunas, como en el frente, el hielo ha desaparecido por completo”.

Es en la comparación de los dos últimos años, 2022-2023, cuando “se encienden todas las señales de alarma”, señaló Revuelto. Como expuso, las pérdidas se han triplicado, con un promedio anual situado en 3,95 metros, y en 2011-2022 se han perdido 13 metros en toda su superficie. “Otra particularidad es las pérdidas de área. Vemos como el área total del glaciar, de casi 40 hectáreas en el año 2011, baja en declive y actualmente es escasamente de 26 hectáreas”, citó.

Además, entre 2022-2023 “las pérdidas de espesor han sido muy muy marcadas, en promedio estamos hablando de 15 metros, una casa de cuatro o cinco alturas -puso como ejemplo-. Y tenemos zonas en las que los espesores perdidos superan con creces los 20 metros”.

Esta situación implica, por un lado, “el aumento de la pendiente por efecto de que el frente de glaciar está subiendo en altura”, lo que supone que “la nieve va a tener más dificultades para quedarse fija durante el invierno”. Además, hace que sea más difícil para caminar por la zona.

Público asistente a la charla organizada por la Universidad Menéndez Pelayo.
Público asistente a la charla organizada por la Universidad Menéndez Pelayo.

Otra consecuencia es que “el hielo se está oscureciendo porque el agua va perdiendo, pero las piedras que quedan en la superficie y se van acumulando. Esto provoca que la capacidad del hielo o de la nieve de devolver energía disminuya y se calienta más -tenemos esta retroalimentación-, con lo cual va a estar fundiendo el hielo de una manera más acelerada”, comentó Revuelto.

También tiene como efecto el afloramiento de roca bajo el huelo. “En 2011 había una pequeña roca, que se llamaba la ballena. Esta roca ha aumentado considerablemente su superficie y es precisamente en la zona en la que se ha dividido el glaciar. Esto es un síntoma muy claro de que este glaciar está en su fase final, es un glaciar que pierde su dinamismo y, de hecho, hay algunas zonas en la que prácticamente lo ha perdido en su totalidad”, puso de manifiesto el científico.

Otro ejemplo son los ahuecamientos, dado que por debajo del glaciar hay mucha agua que fluye, “por lo cual también está fundiendo y esto lo hace más inestable. El glaciar está teniendo movimientos, pero es más frágil. Y lo hace muy peligroso, de hecho, ya no nos meternos en según qué zonas”, apuntó.

CONJUNTO DE GLACIARES

Respecto a la evolución reciente de todos los glaciares del Pirineo, Revuelto indicó que durante el año de pandemia el equipo realizó observaciones para comparar los datos de 2011 con 2020. “Pudimos observar que tres glaciares habían desaparecido, ya no tenían este movimiento que nos caracteriza, y en promedio todos habían perdió 6,3 metros de espesor, en algunos puntos mucho más, en otros apenas un metro o dos, pero es un dato muy relevante”, remarcó. “Los datos señalan que, entre 2021-2022 las pérdidas se han triplicado en todos los glaciares”, añadió.

Esta situación se debe, por un lado, “a que nos han faltado los dos ingredientes que controlan los glaciares, la nieve en invierno -ha habido menores acumulaciones o han sido antes en el año con lo cual no ha durado tanto la nieve- y además han sido años, tanto 2022 como 2023, muy calurosos”.

Revuelto concluyó que “nuestros glaciares están muy amenazados por el cambio climático, y perdemos este patrimonio paisajístico. Estamos creando una base de datos para que las futuras generaciones puedan ver cómo eran los glaciares con mucho detalle”.

Nacho López Moreno expuso en el final de la charla que "el clima en el Pirineo no admite glaciares”, y el cambio es incontestable porque su evolución se ve muy clara en las fotografías. "Pero pasan otras cosas importantes que nos somos capaces de ver" con tanta claridad. "Las calidad de las aguas, la eutrofización de lagos de alta montaña, cambios en el crecimiento o mortalidad de árboles son cosas que pasan más lentas", que alertan de igual modo sobre el cambio climático.

 

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