El paisaje urbano de la zona de la avenida Doctor Artero de Huesca luce ya renovado. Las placas recién instaladas en sus calles y plazas evocan figuras muy reconocidas y queridas vinculadas a la cultura, el arte y la identidad altoaragonesa.
Ahora, quienes caminen por la zona podrán leer en las esquinas nombres como Pepín Bello, María Cruz Sarvisé, Katia Acín y Aída Corina. Cuatro figuras distintas, unidas por el hilo de la creación, la memoria y el compromiso con su tierra.

PEPÍN BELLO, EL AMIGO DE LA GENERACIÓN DEL 27
José Bello Lasierra, más conocido como Pepín Bello (Huesca, 1904 – Madrid, 2008), fue una figura clave —aunque discreta— en la célebre Generación del 27. Amigo y confidente de Lorca, Dalí y Buñuel, Bello fue el inspirador de muchas de sus ideas surrealistas. Nunca publicó un libro ni buscó el foco público, pero su influencia intelectual y su espíritu libre marcaron a toda una generación de artistas. Huesca le devuelve ahora un espacio físico que simboliza su peso en la cultura española del siglo XX.
MARÍA CRUZ SARVISÉ, ARTE Y SENSIBILIDAD
La plaza María Cruz Sarvisé rinde homenaje a una de las artistas plásticas más queridas de Huesca. Nacida en 1933 y fallecida en 2010, Sarvisé destacó por una pintura de trazos expresivos y colores intensos, en la que lo íntimo y lo social se entrelazaban. Su obra —llena de ternura, humanidad y compromiso— fue reconocida tanto dentro como fuera de Aragón. La plaza que lleva su nombre invita a recordar su mirada poética y su defensa del arte como forma de empatía.

KATIA ACÍN, LA HERENCIA DE UNA GRAN FAMILIA
Katia Acín Monrás (Huesca, 1923 – 2004) fue hija del escultor y pedagogo Ramón Acín, fusilado al inicio de la Guerra Civil. Katia, junto con su hermana Sol, se dedicó a mantener viva la memoria de su padre y de su madre, Conchita Monrás. Pero también fue artista por derecho propio: cultivó la pintura y la enseñanza, siempre comprometida con la libertad y la justicia social. Su nombre en una calle de Huesca es también un gesto de reparación y memoria histórica.

AÍDA CORINA, LA GRAN PINTORA
Aída Corina fue una artista plástica nacida en Huesca, cuya obra destacó por reflejar con delicadeza la luz y los paisajes del Alto Aragón. Su pintura, de carácter íntimo y sereno, se convirtió en un testimonio visual del entorno natural que la inspiró.
Formada en academias de su ciudad natal y más tarde en Zaragoza, consolidó un estilo figurativo propio, basado en el dominio de la acuarela y una sensibilidad cromática que evocaba la pureza del aire pirenaico. Su lenguaje pictórico unía técnica y emoción, dando lugar a una expresión profundamente personal.
Su producción artística abarcó paisajes, retratos y escenas cotidianas, siempre marcadas por una mirada poética hacia la naturaleza y el ser humano. Participó en diversas exposiciones colectivas en Aragón y presentó muestras individuales en Huesca, donde su trabajo fue valorado por su equilibrio y honestidad estética.
Además de su faceta creativa, Aída Corina desempeñó un papel activo en la vida cultural oscense, impulsando la difusión del arte y apoyando a las nuevas generaciones de artistas. Su legado permanece vivo en colecciones particulares y en la memoria artística de la región, como ejemplo de una pintura arraigada en la emoción y en el paisaje de su tierra.