Joaquín Larrosa: homenaje al mecánico de la Guardia Civil más antiguo de España que durante décadas mantuvo a punto los vuelos de la esperanza

Se retira después de toda una vida dedicada a los helicópteros y a cuidar de la seguridad de los demás

10 de Octubre de 2023
Joaquín Larrosa se lleva el afecto de todos sus compañeros que le rindieron un homenaje sorpresa.

Podía haber nacido con dos alitas en la espalda y unas herramientas en sus manos, porque pronto enfocó su vocación hacia la mecánica y los helicópteros. ¿Por qué? A Joaquín Larrosa Ballarín todavía le cuesta encontrar palabras para expresar sus motivos, pero como un relojero de los cielos ha dedicado décadas de esfuerzo incansable a mantener en vuelo a estas esperanzadoras máquinas y ha disfrutado de su vida activa de principio a fin.

El mecánico más antiguo en activo de la Guardia Civil de toda España se acaba de jubilar y compañeros y amigos le despidieron con una fiesta en su honor cargada de cariño. Coincide este feliz momento, con el 50 aniversario de la creación del servicio aéreo del cuerpo (1973-2023).

Joaquín Larrosa nació en La Junquera, pero su infancia y adolescencia transcurrieron en Barbastro. De ahí se trasladó a Logroño, para estudiar en una escuela de FP del Ejército del Aire, donde permaneció dos años. “El mundo de los helicópteros en España era muy reducido. A nivel civil, prácticamente no existían”, explica.

El servicio aéreo de la Guardia Civil ha cumplido 50 años en 2023.

Pasó después por la Escuela de Reactores de Badajoz y, llegado el momento, tuvo que tomar una decisión. O ingresaba en Maestranzas Civiles del Ejército del Aire o no podía continuar con esa formación a la que se había entregado. Pero la Guardia Civil también tenía helicópteros y optó por ingresar en este cuerpo por continuar con su especialización.

Se marchó a la localidad jienense de Úbeda, pasó el móvil de Barcelona y en Granada participó en el primer curso de helicópteros que el Ejército organizaba, por primera vez, fuera de Cuatro Vientos (Madrid), y al que podía acudir la Guardia Civil.

Le destinaron a Leciñena, pero, tras mes y medio de estancia, le reclamó la única base de helicópteros que tenía la Benemérita entonces y que se ubicaba en Torrejón (Madrid), donde permaneció cinco años.

Joaquín Larrosa.

Trabajó eventualmente en la unidad de Logroño, que cubría todo el norte de España, y la siguiente que se iba a poner en marcha era en Huesca, pero un incendio en Canarias varió estos planes y Joaquín Larrosa fue enviado a las islas para montar allí los helicópteros.

Su destino seguía en Madrid y de ahí acudía al Pirineo sólo en verano. Después, también en Navidad y Semana Santa, hasta que se creó una base fija en Jaca, pero con tripulación que procedía de Madrid y que cambiaba cada semana.

En verano de 1986, finalmente, se constituyó una unidad en la ciudad de Huesca, con plantilla fija. Eran tres pilotos -Laurentino Ceña Coro, Juan Arribas Revuelto y Juan González Villafranca- y dos mecánicos -José Luis Alastrué Sánchez y el propio Joaquín Larrosa Ballarín-. Pronto se vio la necesidad de añadir conductores -Antonio Yagüe y Paco Gan- y servicio burocrático -José Antonio Guirles-.

Joaquín siempre ha estado listo para cualquier desafío. “Sobre todo al principio, solíamos salir un piloto y un mecánico. La grúa la manipulábamos nosotros, además de hacer de copiloto y de ocuparnos del mantenimiento de todo el aparato”, explica.

"Había días que volábamos de punta a punta del Pirineo"

“Teníamos que cubrir toda la provincia y no había dos aparatos como ahora en verano. Había días que volabas de punta a punta del Pirineo”, evoca.

Tampoco había depósitos diseminados estrategicamente por el territorio altoaragonés, sólo se podía repostar en Huesca, así que a veces no había manera de encadenar dos operaciones de socorro desde el aire.

“La autonomía de vuelo era, como máximo de tres horas y media y el punto más alejado igual estaba a una hora de Huesca, pero había que tener en cuenta la vuelta y el tiempo del rescate, que eso nunca se podía saber exactamente”, explica.

Joaquín ha vivido escenas muy duras, con niños fallecidos, pero como todo guardia civil ha intentado no trasladar estas vivencias al ámbito familiar, cosa que a veces se hace muy difícil. 

"Ha habido circunstancias en las que me he visto muy apurado"

Asegura que nunca ha pasado miedo en el helicóptero, ni cuando le ha pillado alguna tormenta ni si se vio sorprendido por la falta de luz. “Ha habido circunstancias en las que me he visto muy apurado, pero nunca piensas que te vas a matar. Supongo que, si lo piensas, al día siguiente ya no sales”, señala.

Durante la pandemia, advirtió que la gente era más prudente en la montaña y que salía mejor equipada, pero ahora que vuelven a masificarse algunas rutas también han regresado las imprudencias.

Larrosa sintió ya desde muy pequeño la pasión por los helicópteros.

 

No obstante, considera que las campañas de seguridad que se vienen celebrando desde hace años han dado también sus frutos. “Los rescates han aumentado, pero no en la proporción de la muchísima gente que se mueve ahora”, estima.

Joaquín Larrosa deja la vida activa con la sensación de haber estado siempre muy a gusto. “Me ha encantado mi trabajo de mecánico y he tenido muy buenos compañeros y jefes. Al principio sólo estábamos ocho y éramos como una familia, todo el día juntos -recuerda-. También hemos tenido de los mejores helicópteros que había”.

Joaquín Larrosa cierra un capítulo en su vida, pero su pasión por la mecánica y los helicópteros ha dejado una estela en el cielo y un profundo surco la tierra de Huesca. Joaquín se retira con la satisfacción de haber contribuido a la seguridad en las cumbres y a la de sus compañeros.