Descendientes de leciñenenses deportados y el Ayuntamiento de la localidad organizaron un homenaje el sábado 3 de mayo, en cercana fecha de conmemoración de la liberación del campo de Mauthausen.
Los nombres de los vecinos deportados tuvieron, desde ese día, un lugar de memoria en su localidad natal: Francisco Bailo Mata, Francisco Franco Escanero, Carlos Maza Albero, Joaquín Maza Letosa, los hermanos Juan y Pascual Orús Murillo, Pedro Sancho Marcén, Félix Sieso Pisa, Antonio Solanas Franco y los también hermanos Antonio y Pablo Solanas Escartín. Huyeron a Francia tras finalizar la guerra española de 1936. Allí, fueron hechos prisioneros y trasladados, en diferentes momentos, al complejo de Mauthausen. Cinco murieron en el subcampo de Gusen y en el castillo de Hartheim. Los seis supervivientes nunca regresaron a Leciñena. Este fue el acto de un pueblo que no olvidó.
Once columnas en el Parque Europa, a falta de once piedras de Mauthausen. El parque fue un espacio pegado a la iglesia de la localidad. Con diferentes elementos de juego infantil y mobiliario urbano para el descanso, su estado era bueno. Antes de la hora prevista ya estaba el alcalde, Andrés Picazo, colaborando en los últimos preparativos: desembalando las columnas, mostrando los paneles, colocando sillas, probando la megafonía...
Conforme se acercaba la hora de inicio, el parque se llenó. Algo más de 350 personas ocuparon la totalidad de las sillas, debieron asistir muchas de ellas de pie al acto. Gentes de todas las edades, desde familiares de los deportados de edad avanzada a alumnado del IES "Itaca", atentos a las palabras y a los gestos que les fueron dirigidos.
El acto lo inició Andrés Picazo, el alcalde de Leciñena, quien recordó los contactos previos de ayuntamiento y familiares que dieron lugar a este memorial, los rumores y pegas que suscitó el proyecto, y la decisión firme de continuar con el mismo.
Le siguió en el uso de la palabra José Luis Ledesma, que enumeró las tres razones por la que este memorial se hizo: uno, que no se había hecho; dos, que acercaba hasta nuestras calles el drama humano que nos era muy próximo e impedía su banalización; y, tres, porque este memorial se hizo en dis direcciones: desde abajo, con las familias, y desde arriba, con el ayuntamiento y otros entes políticos. Y finalizó afirmando que, en la II G.M., la historia también se hizo desde Los Monegros y desde Leciñena.
El siguiente en usar el micrófono fue el poeta D. Etéreo, Daniel Gómez, un zaragozano que se dedicaba a la poesía, especialmente al slam poetry. Con varios poemarios en su haber, optó en esa ocasión por declamar algunos poemas de Antonio Machado ("Retrato", de Tierras de Castilla, y poema 85) y tuvo un cariñoso recuerdo a su abuela Candela, una superviviente de La Desbandá.
Otro punto emotivo de esa mañana fue el protagonizado por la lectura del juramento de los supervivientes de Mauthausen. Le puso voz la vecina del lugar María Escuer, en emotiva pero serena intervención.
Firmeza como la de la siguiente intervención, a cargo de Elsa Osaba, familiar de dos deportados. Agradecimientos a los presentes, algunos llegados desde Nueva York, Alemania o Francia; agradecimientos a ARMHA, PAMA, VMRE y CRMAHU, como organizaciones memorialistas presentes; agradecimientos al alcalde y ayuntamiento, a las personalidades de carácter político que llegaron, así como a aquellas que excusaron su asistencia; y agradecimientos al alumnado que compartió este tiempo con nosotros, a los que recordó que "en la dictadura no se podía hablar y ahora no se nos quiere escuchar. Y tenéis todo el derecho a conocer, si bien no debéis caer en el odio".
Elsa mencionó también el carácter de infamante que supuso para todas estas personas su declaración de apátridas, como un desprecio final; y pidió se les quitara ese calificativo. Exigió también la garantía de, mediante el conocimiento, no repetición. Y terminó su alocución entre gritos de "NUNCA MÁS".
Llegó tarde, pero llegó. La historiadora Carmina Gustrán, comisionada para la celebración de "España en Libertad. 50 años", dirigió un breve discurso a los presentes. En sus palabras, el reconocimiento a las personas que allí nos convocaron y la firmeza de continuar adelante en esta guerra contra el olvido y por la permanencia de la memoria.
La ofrenda floral y el Canto a la Libertad (entonado emocionadamente por una Viki Lafuente enorme en su voz y en su presencia) pusieron punto y final a este acto.