Las precipitaciones siguen dejando su huella en Huesca con una característica que la viene definiendo desde hace años: cada vez que llueve con una cierta fuerza, las calles se embalsan en determinadas zonas por cuestiones de niveles, falta de absorción de alcantarillas y otras casuísticas.
Es el caso de la calle San Jorge que esta mañana sorprendía a los residentes al constatar que, pese a ser una de las beneficiadas por el reciente plan de asfaltado (en el que Sorigué aplicó abundantes medios y rapidez), se ha visto inundada en algunos de sus tramos junto a pasos de cebra y confluencias.
Aguadas también en la calle Teruel, algo habitual, o en la esquina entre la calle Tarbes y Santo Ángel de la Guarda, que reproducimos en fotografía.

Sea cual fuere la causa, Huesca tiene un problema de ingeniería en las calles y conviene afrontarlo porque resta comodidad al viandante y a los conductores.