El mítico Restaurante París de Huesca apaga su cocina para siempre a finales de mes

Mari Carmen Barrau y Antonio Bosque se jubilan después de una vida de mucho trabajo y reconocimiento

03 de Diciembre de 2022
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Antonio Bosque y Mari Carmen Barrau. El mítico Restaurante París de Huesca cierra para siempre a finales de mes.  Foto Myriam Martínez
Antonio Bosque y Mari Carmen Barrau. El mítico Restaurante París de Huesca cierra para siempre a finales de mes. Foto Myriam Martínez

Una carta variada, comida tradicional y rica, un personal amable, paciente y atento a los detalles, un café muy recomendable, precios muy razonables y una decoración confortable. Este es el poso que deja y también podría haber sido la tarjeta de presentación del Restaurante París de Huesca, pero ya no le va a hacer falta, porque después de 47 años de servicio se cerrará al público este 31 de diciembre.

Mari Carmen Barrau y Antonio Bosque, que durante años han volcado sus esfuerzos e ilusiones en el mítico establecimiento oscense, van a iniciar una etapa de su vida con otras perspectivas, con tiempo para disfrutar de otras cosas y de celebrar la merecida jubilación.

Mari Carmen reconoce que va a ser un día “un poco complicadillo”, pero la decisión está tomada y asimilada. “Ya somos mayores y estamos cansados”, resume.

Antonio lleva 53 años trabajando en la hostelería. Coincidió con Mari Carmen en un restaurante de Barbastro. Él procede de Ponzano, comarca del Somontano, y ella, del pueblo ribagorzano de Espés.

Cuando se plantearon establecerse en Huesca, coincidió que los propietarios del bar París, que entonces se ubicaba en la calle Conde Aranda, iban a jubilarse y lo cogieron en alquiler. Era noviembre de 1975 y al año siguiente se casaron.

No fue fácil hacerse con una clientela.  “Nos costó, al menos, seis meses -recuerda Mari Carmen-. Con la gente que entraba al principio no teníamos ni para pagar el alquiler. Después, empezaron a venir militares, todos los días, a comerse un bocadillo”.

Antonio asegura que todavía se sienten muy agradecidos. “Hace poco vinieron unos militares a Huesca, que ya estaban jubilados, y se pasaron por aquí. Se sorprendían de que esto todavía siguiera abierto y se acordaban de los bocadillos que comían”.

Se hicieron famosos en toda la ciudad y habrá poca gente que frecuentara la hostelería oscense en los años 80 que no los haya probado. Ahora, como indica Mari Carmen, también siguen preparando alguno “pero ya no es lo mismo, la mayoría de la gente quiere comer de plato”.

Fueron ganando clientela y compraron el local, que decidieron emplear como almacén, y el día de Navidad de 1984 comenzaron a trabajar en el emplazamiento actual. “Es que el primero se nos había quedado pequeño. Aquí estaba el Colegio de las Salesianas y compramos el bajo. De ser un bar, pasamos a funcionar como cafetería y restaurante”.

Y vaya que si han funcionado, porque el Restaurante París ha trabajado mucho. En fiestas como las de Semana Santa o San Lorenzo ha estado siempre de bote en bote. La buena mano de Antonio en la cocina y la amabilidad y organización de Mari Carmen en la sala ha sido un maridaje perfecto. Y siempre dispuestos a atender al público, salvo que el espacio ya no diera para más.

Tienen capacidad para 80 comensales, incluida una sala reservada con capacidad para unas 25 personas, y hay 5 personas trabajando. Su propósito fue llegar a todo tipo de público y en sus mesas se puede ver a gente de todas las edades. Se distingue por su comida casera, con productos de la tierra, y entre los platos más demandados señala el bacalao, los guisos y la ensaladilla rusa.

No sabe qué pasará después con el local, lo venderán o lo traspasarán, según se plantee el caso. "Yo creo que, si la gente si tiene ganas de trabajar, se puede funcionar. Ahora el problema es que no se tienen tantas ganas como antes. Nosotros, cuando empezamos, hacíamos muchos días 18 horas. Y ahora también estamos todo el día, desde las 9 de la mañana hasta las 23:00 o las 24:00, hasta cuando se acabe".

También expresan su gratitud a la clientela, "que siempre ha sido muy fiel". Hay familias, que acuden de manera fija en fechas señaladas. "La gente podría irse a otro lado, que hay muchos bares y restaurantes en Huesca, pero vienen aquí", dice Mari Carmen con humildad.

Esas mismas personas, y otras muchas más, lamentan ahora que el Restaurante París eche la persiana para siempre. "No pasa nada, la vida continúa".

 

 

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