Las plataformas de la Estación de ferrocarril de Goya en Zaragoza se convirtieron la noche del viernes en una interminable sala de espera en la que cientos de pasajeros, muchos de ellos jóvenes, se vieron atrapados durante horas por una avería del tren que tenía programada su salida hacia Pamplona a las ocho de la tarde.
La inmovilidad del convoy destinado a la capital navarra imposibilitaba la inmovilidad del resto de las conexiones, una de ellas la que había de traer a cientos de personas hasta la Estación Intermodal de Huesca.
Los jóvenes tienen una ventaja de resistencia respecto a otros usuarios de diferentes edades, y es que son capaces de convertir el suelo en un aposento en el que no sufren sus carnes, lo cual no quiere decir que no sean unos consumidores que reclaman el cumplimiento de los derechos que contratan con un billete de tren.
Entre los que aguardaban una solución, no faltaban críticas a la compañía ferroviaria, al ministro de Fomento y, por elevación, al propio presidente del Gobierno, como se escucha en el video grabado por una viajera expectante. No concebían muy bien, habida cuenta la complejidad de la situación, que no se habilitaran medios alternativos como el autobús, mientras transcurría la demora lentamente y, con ella, un lógico enojo.

Los jóvenes contemplaban a un mecánico que buscaba la avería, mientras el conductor estaba en la cabina, seguramente hastiado. La solución ha comenzado dos horas después, a partir de las 22 de la noche de este viernes, y paulatinamente han comenzado a partir. El de Pamplona que taponaba la vía ha arrancado a las 23:15 horas, más de tres desde la previsión.
Huesca ha tenido peor fortuna, y es que faltaban apenas diez minutos para la media noche cuando ha salido destino norte, hacia la Estación Intermodal, casi dos horas y media después de lo anunciado (21:39), con lo que han sido más de dos horas de retardo y un malestar por todas las incomodidades. La hora de la cena ha sido para ellos la de recena y cualquier atisbo de horas de ocio o de descanso se ha ajustado por la falta de reflejos de la compañía. Ya se sabe que el tiempo de cada uno es sagrado, es oro, y el de ellos no ha sido respetado.
