Con la reforma del Paseo Ramón y Cajal, de Huesca algunos de los vecinos advirtieron de la posibilidad de que estos pequeños tejados del parque infantil pasaran de ser lugar de solaz para los niños a un real "techo para los sintecho". Incluso hubo un vaticinio desde la oposición del Partido Popular, en concreto de la edil Marta Escartín, al alcalde y a la concejala de Urbanismo en este sentido, consciente por su experiencia y su profesión que este lugar podía erigirse en lo que ya está siendo.

En ocasiones, la realidad desborda la capacidad de acogida del albergue, porque hay transeúntes que agotan ese recurso e incluso los hay que prefieren continuar en la calle. De hecho, vecinos del bulevar estrenado hace poco tiempo vienen constatando que el Paseo es propicio para estas personas que consumen alcohol en plena rúa, que piden a los viandantes y que, dependiendo de su estado, incomodan a las personas que circulan por esta vía.
El parque infantil de Ramón y Cajal se ha convertido en "hotel de transeúntes" y esta casita en la que los niños debieran disfrutar de sus juegos despierta con personas envueltas en mantas, plásticos y todo cuanto les sirve para abrigarse. Ni es edificante porque constata que sí se "deja a gente atrás" contra el eslogan oficial y, por otro lado, no resulta la imagen más edificante. Quizás el Ayuntamiento debiera concebir cómo encarar este problema que ya se ha repetido varias noches.