Tres de la tarde, calle Cabestany de Huesca. Preparados para atravesar el paso de cebra cuando el semáforo se ponga en verde. Repentinamente, aparece un patinete con tres jovencitas adolescentes que se tambalean y ponen en riesgo a las seis personas que justo inician el recorrido hasta la otra cera. Ante la mirada estupefacta de todos, "¡pero si van tres!", se ríen abiertamente. Es un juego para ellas que, gracias a su fortuna, no va más allá en cuanto a su seguridad porque atraviesan la Plaza de San Antonio. Un "triplaza" en un "monoplaza". Como si con Fernando Alonso se metieran Verstappen y Hamilton.
En la movilidad de 2024, es evidente que Huesca tiene un problema serio. Circular por el Coso Alto o el Coso Bajo es toda una aventura, entre coches policiales que dejan ya en desuso aquel concepto de las patrullas de a pie, bicicletas sin frenos (al menos no los utilizan), patinetes zigzagueante y de cuando en cuando algunos patines de ruedas. Una selva circulatoria que no cede y a la que volverá a poner freno con presencia policial, medidas disuasorias y, en caso de que sea preciso, las correspondientes sanciones.
La labor de concienciación no es una garantía de éxito cien por ciento, pero a la presencia policial hay que añadir también la correspondiente sensibilidad ciudadana para hacer ver a los infractores que sus conductas son inaceptables. Barbaridades como la que vivimos algunos como testigos oculares son inaceptables en una ciudad que, como aseguraba el video recientemente publicado por EL DIARIO DE HUESCA, ha hecho de la tranquilidad una forma de vida. Tres ocupantes sobre un patinete es una incitación al peligro y, cuando éste llega, las consecuencias son incalculables.