Un elemento común a las muchas películas navideñas es la contemplación de niños, adolescentes y adultos disfrutando en escenarios naturales de la sensación incomparable de patinar sobre las heladas aguas de lagos espléndidos. Desde que en 2018 la empresa Nice Skating instalara a través de Pepe López la pista de patinaje en la Plaza López Allué, cada edición ha sido un éxito porque es un atractivo irresistible para los pequeños,
Las pistas de hielo de Huesca y Monzón ya están rebosantes de pequeños con unas sonrisas de oreja a oreja. Algunos necesitan del apoyo de los padres, otros se ven ya grandotes para ir por su cuenta, los adolescentes giran con sus propias ceremonias, algún mayor se interna para disfrutar de impresiones mágicas. Todo sea por el embrujo del hielo natural, lejos del sintético que antaño llegaba a las ciudades y que nada tiene que ver en su disfrute.
El equipamiento en torno a las pistas en López Allué y la Azucarera es muy completo. El alquiler es de 7 euros para 30 minutos, aunque la empresa se comporta con flexibilidad. El entusiasmo y la alegría no entienden de relojes a "en punto". Los pequeños en torno a los 3 años cuentan con patines de dos cuchillas que ofrecen más garantias de flexibilidad. Para los mayores, quedan los de una cuchilla. También acompañan a la menuda gente figuras de pingüinos en los que apoyarse y ballenas en las que sentarse. No hay límites a la emoción.
Todo sea por la seguridad, es obligatorio el uso de guantes (se ofrecen a dos euros con el aliciente de que luego se los llevan y son táctiles para pantallas de móviles y ordenador) y también está la opción para los más precavidos de cascos.
El horario habitual es de 11 a 14 y de 16 a 21 horas hasta el 8 de enero, aunque hasta el 22 de diciembre se ha establecido una colaboración con los colegios a través de la cual de 9 a 13 horas se reserva para los alumnos. También hay condiciones especiales para el Club Patín, Roller Club y distintas asociaciones. Por otro lado, se organizan fiestas de cumpleaños.
Las pistas de hielo cuentan con la colaboración de los dos ayuntamientos de las ciudades altoaragonesas y las respectivas asociaciones de comerciantes.
Siete personas están al servicio de los usuarios de la pista, siempre con una sonrisa en la boca porque pocas sensaciones hay tan gratificantes como la de contribuir a la felicidad de los demás. Y, en ocasiones, las alegrías se deslizan. Porque es Navidad.