La Plaza de Navarra ha reunido este viernes a quinientas personas en el acto “Voces por la Paz”, una convocatoria ciudadana que ha unido a coros, músicos y vecinos en un mismo gesto: alzar la voz frente a la violencia y la indiferencia. Durante algo más de media hora, y bajo el lema "No con mi silencio, paz en el mundo", la música y la palabra se han entrelazado en una expresión colectiva de compromiso cívico.
El encuentro, que entronca con uno realizado por la Asociación Vecinal de María Auxiliadora el 18 de octubre, ha comenzado con la lectura del manifiesto, a cargo de Isabel Arilla, quien ha sido muy contundente: “No nos podemos callar”.
En un tono firme, ha denunciado que la violencia hace mucho que dejó de ser un eco lejano: ha traspasado fronteras, ha arrasado hogares y ha arrancado vidas. “Nos duelen las muertes en Gaza, en Ucrania y en tantos otros lugares que ni siquiera aparecen en los titulares. Cada vida importa. Cada muerte nos obliga a no mirar hacia otro lado.”
Arilla, de quien ha partido esta iniciativa ciudadana junto a Jorge Arias, ha subrayado que "la paz no es un lujo ni un sueño imposible, sino un derecho arrebatado cada día" y que exige ser defendido con uñas y dientes. “Más allá de fronteras, lenguas o credos, nuestras voces se unen para gritar que esto no puede seguir. Cada palabra, cada nota es resistencia. El silencio es complicidad".
Asimismo, ha leído un párrafo en el que se expresaba la inquietud por el futuro: “Nos asusta el mundo que habitamos y, sobre todo, el que vamos a dejar a nuestras hijas y a nuestros hijos; a nuestros nietos y a nuestras nietas".
El manifiesto ha concluido con un llamamiento a actuar de manera inmediata frente a los conflictos, afirmando que “la lista de países en guerra no debe ser un simple inventario, sino una llamada urgente a actuar y a no permanecer indiferentes”.
Tras el manifiesto, los asistentes han interpretado la primera de las tres canciones previstas, “Sólo le pido a Dios”, himno contra la injusticia y la guerra. La voz coral ha dado paso a la palabra poética con la lectura de dos textos de Miguel Hernández, recitados por Miguel Escatín, que han recordado que la literatura también ha sido siempre una trinchera contra la barbarie.
A continuación se ha escuchado “Bella Ciao”, símbolo de la resistencia civil, antes de dar paso a uno de los momentos más sobrecogedores de la tarde: la performance del mapa del mundo, ideada y construida por Julio Luzán y su equipo de Tecmolde, una pieza de gran formato colocada en el centro de la plaza.
Mientras Jorge Arias iba recitando los nombres de los países que hoy sufren la violencia de la guerra y se escuchaba el Adagio for Strings, Op. 11, compuesta por Samuel Barber, los participantes han ido saliendo desde el público para colocar las etiquetas con los nombres sobre los mares y océanos del mapa. El gesto ha querido expresar que ninguna guerra es ajena, que la violencia no respeta fronteras y que todos, incluso quienes viven lejos del conflicto, forman parte del mismo territorio vulnerable.
La lectura ha incluido los países señalados por los informes de Amnistía Internacional: Afganistán, Birmania, Burkina Faso, Camerún, República Centroafricana, Chad, República del Congo, República Democrática del Congo, Eritrea, Etiopía, Gaza, Guinea-Bisáu, Haití, India, Irak, Irán, Israel, Kirguistán, Líbano, Malí, México, Mozambique, Níger, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Ruanda, Sudán, Sudán del Sur, Siria, Somalia, Tailandia, Ucrania y Yemen. En ese momento, desde el público se ha reclamado: “Sáhara Occidental libre”, una intervención espontánea que ha sido recibida con aplausos, también por la organización del acto.
Al trágico recital de países que viven estas tragedias en carne propia, le ha seguido un minuto de silencio, que ha finalizado con aplausos.
La convocatoria ha llegado a su término con el “Canto a la libertad”, de José Antonio Labordeta, interpretada, como el resto de temas musicales, bajo la dirección de Sandra Lanuza y el acompañamiento al teclado de Manuel Franco. En el último estribillo, los asistentes se han cogido de las manos, mientras han asomado algunas lágrimas.
“Voces por la Paz” ha sido posible gracias a la colaboración de numerosas personas y colectivos, comenzando por los coros de la ciudad, la inestimable implicación de las personas que se encuentran al frente de cada uno de ellos, y de su entorno. También han contribuido de manera especial Amparo Roig, en su impulso inicial, y Ricardo Oliván, en labores logísticas, junto a Aspace Huesca. María José Sampietro es la autora del cartel de la convocatoria.
Lejos de la retórica y de la exaltación, el encuentro ha recordado que la música puede ser una forma de conciencia pública. La paz, ha quedado claro, no se firma ni se proclama: se defiende, nota a nota, palabra a palabra.