Un ticket segregador en la Huesca de 2022: "Pareja de chicas gitanas"

Un establecimiento de comida rápida identifica como "mesa gitana" una factura de 10,49 euros

23 de Agosto de 2022
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Ticket de anoche en un establecimiento de comida rápida en Huesca
Ticket de anoche en un establecimiento de comida rápida en Huesca

Mi hermano Manolín es hombre de paz. Buen cofrade, es partidario del perdón. Pero, cuando algo así le sucede a una hija, el epíteto más suave que puede utilizar un padre es el de "humillante". A mí se me ocurren otros mucho más fuertes, mucho más severos, incluso con la tentación del justiciero.

Ha sucedido en Huesca la noche del domingo. A las 21:39 horas, en un establecimiento de una firma multinacional de comida rápida. Lo más probable es que el gerifalte máximo no se entere. Acaso ni siquiera el director general en España. Y hasta el supervisor del local de nuestra ciudad. Eso es lo inquietante. Que pase inadvertida una segregación racial de este tamaño en la España de 2022. El ticket que recibieron las dos consumidoras identificaba el espacio ocupado como "Mesa gitana. Comensales 2. Precio: 10,49". Como si no fuera suficiente, el remate: "Mesa Pareja de Chicas Gitanas".

La fotografía revela que el papel está arrugado. Seguramente, lo iban a tirar a la basura inmediatamente, pero un "ángel" debió pasar tras ellas y lo abrieron. Comprobaron la leyenda. Se indignaron. Supongo que la rabia haría brotar unas cuantas lágrimas. Es el precio de la impotencia. No necesitan reivindicar su oscensismo, son más fatas que nadie. Y, aunque no lo fueran, daría exactamente igual. La normalidad demanda la expulsión de estas actitudes.

Supongo al operario o la operaria que se ocupó de colocar esa identificación un auténtico tratado de sociología: mesa de pijos, mesa de gilipollas, mesa de estirados, mesa de neonazis, mesa de desharrapados, mesa de rubios, mesa de morenas, mesa de universitarios, mesa de búlgaros, mesa de negros, mesa de curas, mesa de monaguillos, mesa de imbéciles, mesa de guapas, mesa de feos, mesa de energúmenos, mesa de rumanos, mesa de majaderos, mesa de culos gordos, mesa de mechas moradas, mesa de zamandungos, mesa de macarras, mesa de beatos, mesa de arios y, claro, para acabar, la mesa específicamente dedicada a los gitanos. Y, en la máquina registradora, con un espejo del tamaño del cuadro de Las Meninas, el puesto de mando de un mentecato o una mentecata que ha de pasar por el reciclaje educativo igual que sus pizzas pasan por el contenedor verde.

Voluntariamente, entendiendo en la presunción de inocencia exime de culpa -que no de responsabilidad- al directivo del establecimiento, hemos recortado el ticket. Pero los del establecimiento lo identifican. Han cometido una falta de lesa humanidad, seguro que involuntariamente porque la sesera no les da para más. Rectificar es de sabios. Si yo fuera el director de ese local, llamaría a EL DIARIO DE HUESCA y pediría la identidad de la pareja de gitanas. Y les resarciría convenientemente. Y advertiría a los operarios que, a la siguiente, con la pizza van ellos al horno. Porque con la convivencia no se juega y es que, cuando se juega, todos nos quemamos.

Mi reconocimiento a Manolín, como a tantos gitanos buenos que conozco en Huesca de los que aprendo y estoy muy orgulloso. Pueden ir con la cabeza bien alta y, de mi parte, llamar imbécil a quien vuelva a osar irrumpir como elefante en cacharrería en la concordia entre los hermanos oscenses, que somos todos.

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