La Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Huesca ha jugado un papel fundamental en la exitosa operación conjunta “Humo Digital”, que ha permitido desmantelar una organización criminal asentada en Cataluña, dedicada a realizar estafas millonarias a través de plataformas digitales fraudulentas.
La investigación, iniciada en febrero de 2024 por la Unidad de Policía Judicial de Huesca tras la denuncia de dos víctimas que perdieron más de 200.000 euros en inversiones falsas, ha ido creciendo en complejidad hasta descubrir una estructura criminal que operaba call centers en Barcelona y que habría estafado a cientos de personas con un fraude acumulado superior a 10 millones de euros.
Conforme avanzaba la investigación, que incluyó el análisis de huellas tecnológicas, infraestructura web y el seguimiento de vías económicas transnacionales dentro y fuera de la Unión Europea, la Policía Judicial de Huesca coordinó sus actuaciones con unidades de la Guardia Civil en Baleares, Policía Nacional y Mossos d’Esquadra, mediante el sistema de coordinación CITCO (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado).
El operativo conjunto culminó con la detención de 21 personas (17 en Barcelona, dos en Madrid, una en Mallorca y otra en Alicante), entre ellas los tres principales responsables, para quienes se ha decretado prisión provisional.
Además, se intervinieron siete vehículos de alta gama, un arma de fuego, dinero por valor de más de 1,3 millones de euros, y billeteras de criptomonedas valoradas en más de 300.000 euros. También se incautaron joyas, relojes de lujo, documentación y equipos informáticos que continuarán siendo analizados.
La organización criminal actuaba como una empresa fantasma que publicitaba sus servicios en redes sociales y buscadores, ofreciendo inversiones en empresas reconocidas y criptomonedas para atraer a las víctimas. Utilizaban páginas web alteradas, supuestos asesores y expertos, así como centralitas telefónicas donde “trabajadores” captaban y manipulaban a las víctimas durante largos períodos.
Uno de los primeros fraudes especialmente graves atribuidos a la organización se produjo en agosto de 2024, cuando una víctima denunció un fraude acumulado superior a 700.000 euros. La profesionalidad y persuasión de los criminales fue tal que los primeros contactos con esta víctima se remontan a dos años antes, logrando que realizara pequeñas inversiones iniciales de entre 200 y 300 euros, enviando el dinero a cuentas en el extranjero controladas por la organización.
Los estafadores engañaban a sus víctimas con sucesiones de falsos asesores y expertos, plataformas falsificadas y nombres comerciales ficticios para maximizar la extracción de recursos económicos. Para facilitar las inversiones, instalaban aplicaciones de control remoto en sus equipos y accedían directamente a sus fondos.
Además, contaban con plataformas digitales fraudulentas, muy similares a las legítimas, que mostraban falsos gráficos de ganancias para convencer a las víctimas de realizar inversiones cada vez mayores. Cuando las víctimas intentaban recuperar su dinero, contactaban con ellas usando otros nombres comerciales para ofrecer la recuperación a cambio de nuevas aportaciones.
Con la finalidad de lograr el engaño, la organización creaba documentación falsa y alquilaba locales en Barcelona durante periodos de tres o cuatro meses para dificultar la investigación. En estos locales, contaban con “trabajadores” encargados de la captación, fidelización y ataque a los fondos de las personas engañadas, usando equipos informáticos de última generación y un botón de pánico que desconectaba automáticamente todo el sistema en caso de una intervención policial.
Los investigadores constataron diferentes ubicaciones en Cataluña donde se cometían los delitos, un hecho poco común dado que estas estructuras suelen estar fuera de España, en países asiáticos o del Este de Europa, donde el control policial es menos intenso.
El grupo criminal empleaba técnicas de manipulación psicológica para que las víctimas entrasen en una espiral de aportaciones económicas. Primero establecían un “vínculo emocional” para ganarse la confianza, y progresivamente animaban a hacer transferencias económicas mayores en un proceso denominado “quemado de sus cuentas”.
La investigación demuestra que este tipo de estafas organizadas requiere cooperación internacional y una educación financiera masiva para reducir el número de víctimas.