Tras varios días en la Alberca de Alboré, les llegó a las grullas el día de partir, con una metereología apropiada, sin viento ni nubes.
Este domingo emprendieron su viaje de regreso hacia el norte de Europa, en un ritual que se reedita cada año.
El primer objetivo de la aventura fue pasar las Sierras prepirenáicas de Loarre y Gratal, a la altura del embalse de las Navas, donde están tomadas las imágenes.
Una vez conseguido, las grullas se ocultaron a la vista, camino de la imponente frontera geográfica que son los Pirineos.
Fueron varios miles de ejemplares los que pasaron durante más de una hora, bandadas y bandadas de aves sin interrupción, en un fantástico espectáculo.