Las autoras del libro "Caminar con artritis", Isabel Pérez Fernández y Lucía Colom, han unido sus talentos para dar voz y forma a las vivencias de una veintena de personas diagnosticadas con artritis. Isabel, coach, maestra de reiki, vinculada a la aviación y diagnosticada desde hace 28 años, recopiló los testimonios que dan contenido a la obra.
Lucía, historiadora del arte, conservadora de patrimonio cultural e ilustradora, diagnosticada de artritis idiopática juvenil desde los seis años, dio vida visual a cada historia con ilustraciones que reflejan la experiencia individual de cada paciente.
La presentación del libro tuvo lugar en el Salón Azul del Casino de Huesca, y acompañando a las autoras, se encontraba la reumatóloga de ARO Rosa Roselló Pardo, profesional que incidió repetidamente en la necesidad de un tiempo superior para la atención del paciente y la importancia de un trato personalizado y continuado el el proceso de la enfermedad.
Presentó a las conferenciantes de esta tarde Fernando Oliván Bosque, presidente de ARO, asociación que atiende en Huesca a cerca de 400 enfermos, estimándose en toda la provincia de Huesca 18.000 afectados.
Acerca de la génesis del libro, de su metodología con la utilización de cuestionarios, de la razón del título y de la fotografía que inspira la portada (una larga carretera con una figura femenina con una mochila en primer plano), trató la intervención de la autora. También se detuvo en explicar su visión de la importancia extrema de ser pacientes activos, que colaboran en asociaciones y que no permiten que la enfermedad les recluya.
La ilustradora, Lucía Colom, explicó las imágenes que realizó. Una por cada paciente que cuenta su peripecia. Y explicó también el método seguido para hacerlo: conocer al objeto de su lámina, dibujarlo de la manera que prefería (debió de ser algo laborioso, según confesó, satisfacer a todos) y, algo especialmente significativo, colocar un punto rojo en cada una de las zonas del cuerpo donde cada paciente sentía el dolor.
No son las únicas personas que participan. Algunas otras mujeres intervinieron explicando las ilustraciones para las que fueron modelos; cada una de ellas con su historia, con sus incertidumbres, soledades y miedos confesados en este entorno amable. Un entorno de complicidad y empatía que reclama, una vez más, medios materiales y humanos que permitan dotar de una calidad de vida aceptable para quienes padecen la enfermedad.