"Topografía de un desnudo", una obra del autor chileno Jorge Díaz, ha llevado a las tablas del Centro Cultural Manuel Benito Moliner un tema vigente, con un enfoque social y político, en el que se denuncia la violencia, la injusticia y la represión.
La puesta en escena ha corrido a cargo de Candil Teatro, que ha tomado parte en la XXXI Muestra de Teatro y Danza Joven, dirigido por Misael Hernández.
La obra posee una estructura compleja, que no sigue una línea temporal lineal. La trama viaja entre el pasado y el presente, los muertos dialogan con los vivos y se crea crea una especie de investigación que involucra tanto a los actores como al público en la búsqueda de una solución.
Misael Hernández lidera diversos grupos de talleres teatrales con temáticas distintas, adaptadas según la edad y experiencia de los participantes. En Candil Teatro, algunos miembros llevan en la formación desde el año 2000, aunque es común que haya una rotación. "A medida que transcurre el tiempo, se puede apreciar el crecimiento en habilidades y actitudes de los participantes", indica el director.
No les ha quedado más remedio que realizar una adaptación de la obra para superar diversos desafíos, como algunas ausencias debido a enfermedades. "Esta situación también ha beneficiado al grupo, porque lo ha mantenido preparado y alerta. Hay personas que interpretan dos personajes durante la representación", explica.
Jorge Díaz se inspiró en un hecho real ocurrido en Guaraná, en el condado de Río de Janeiro, Brasil, en 1963. En esa época, había una comunidad pobre que vivía cerca del vertedero de San Lázaro. Las autoridades querían desalojar a sus habitantes para construir una lujosa zona residencial, con un campo de golf y piscina. "Los políticos corruptos buscaron una excusa para expulsarlos y encontraron la oportunidad cuando un guardia fue asesinado. En realidad fue el propio poder el responsable, pero así acusaron a la población y utilizaron esto como justificación para cobrarse muchas vidas, incluidas las de niños y ancianos".
El espectador ha encontrado dosis de humor negro, sarcasmo y ternura, aunque es innegable que la violencia permea toda la historia. Un drama social con personajes diversos y tintes de absurdo, que ha invitado al espectador a indagar en lo que realmente sucedió. Una obra con escasa escenografía, simbólica, coral y participativa, para la que se han empleado también algunas proyecciones.