La historia que nos contaron (la de grandes nombres, batallas, fechas y reyes) convivió con otra menos visible pero igualmente fundamental: la que cantaron los pueblos, la que se bailó en las plazas, se susurró en coplas y puso el fondo musical a juegos infantiles.
Recuperar esa memoria colectiva y otorgarle su merecido valor como fuente histórica fue el objetivo de la charla que ofreció el profesor de Historia José Manuel Alonso, quien realizó una revisión profunda y sugerente del papel que tuvo la música popular como herramienta para estudiar el pasado desde una perspectiva social, crítica y cercana a la realidad vivida por las mayorías.
El profesor Alonso invitó a mirar más allá de los archivos y documentos oficiales, animando a escuchar las voces que quedaron grabadas en rondas, jotas, romances, juegos cantados, y coplas de siega o cantos de guerra.
Estas canciones, muchas de ellas aún conocidas y cantadas en hogares, escuelas o fiestas, poseen un valor documental incuestionable, reflejando los miedos y esperanzas de las sociedades que las crearon; hablan de pandemias como la peste o el cólera, de guerras coloniales, del trabajo jornalero, de los rituales de cortejo en los pueblos, de la infancia rural, del duelo, del hambre y también del humor popular.

En palabras de Alonso, "cuando una comunidad canta, está dejando un testimonio", y las canciones populares resultan tan importantes como las fuentes escritas, pues nos hablan desde dentro, con emoción, ironía, dolor y, en ocasiones, con risa.
A lo largo de la charla, Alonso analizó con ejemplos concretos cómo determinadas canciones han llegado hasta nosotros arrastrando un contenido simbólico, histórico y social de enorme riqueza. Así explicó el origen de "Mambrú se fue a la guerra", una burla militar francesa tras la batalla de Malplaquet (1709), que se popularizó en la corte de los Borbones y en las calles de Madrid, e incluso fue usada por Beethoven en una de sus obras. También habló del "Corro de la patata", vinculado a antiguas danzas rituales sobre la muerte, epidemias y desigualdad social.
Se abordaron igualmente canciones de siega y jornal, que mostraron la dura realidad del campo español en los siglos XIX y XX, como aquella que reza:
“Si el sol fuera jornalero,
no madrugaría tanto,
y andaría más ligero…”
O coplas que denunciaron el coste humano de las guerras coloniales:
“Melilla ya no es Melilla,
Melilla es un matadero,
donde van los españoles
a morir como corderos.”
Estas canciones no solo aportaron contexto emocional y social, sino que permitieron construir una historia crítica, alejada del relato oficial y centrada en las voces populares: mujeres, campesinos, soldados, niñas, jóvenes, obreros, todos ellos portadores de cultura y memoria.

La charla invitó también a reflexionar sobre la construcción del relato histórico. Frente a una historia de fechas y nombres, la historia que canta el pueblo se construyó colectivamente, en espacios comunes, muchas veces sin que quienes la transmitieron fueran conscientes del valor de su testimonio.
“La música popular es una construcción cultural permanente”, señaló Alonso. Nos recordó que esas canciones y juegos que hoy nos parecen naturales son herencia de generaciones anteriores, recogiendo formas de entender el mundo y valores que ayudan a comprender cómo hemos llegado hasta aquí.
Este enfoque conectó con una visión moderna de la historia social, que integra la cultura popular como fuente legítima y reconoce el conflicto, la colectividad y la experiencia cotidiana como ejes del devenir humano.
Durante la hora larga de charla, se escucharon fragmentos, además de los ya mencionados, de cantares como "Mambrú se fue a la guerra" (con explicaciones sobre la guerra y las circunstancias familiares del personaje), "Pase, Misí, pase Misá" (recordando el Mayo de 1808 en Madrid), el himno de Riego (himno oficioso de la II República), "Trágala, perro" (defensa de la Constitución de Cádiz), o "Quisiera ser tan alta como Cataluña" (canto de afirmación carlista adaptado como juego infantil).

También se abordaron temas como la revolución agraria pendiente, el caciquismo, y la diferencia entre labradores y segadores, a través de estrofas significativas presentadas como ejemplos vivos de una historia que respira en las canciones.
Casi al final del recorrido histórico, sin llegar al siglo XX de manera exhaustiva, Alonso se refirió al canto de "Santa Bárbara bendita", entonado recientemente en un partido de fútbol, recordando su origen en el trágico accidente de 1949 en el pozo Mª Luisa. Una vez más, ese canto fue invocado para enfrentarse a la cruda realidad contemporánea.
Finalmente, y dado que el acto se celebró el viernes, 25 de abril, el acogedor espacio CAMBIAR de Monzón escuchó las notas y las voces de un emocionante "Grandola, Vila Morena", que cerró la jornada con un vibrante eco de memoria y resistencia.