Carlos Tundidor tuvo una vocación tardía por la literatura, que se inicia pocos años antes de su jubilación laboral. Su producción es prolífica, con alrededor de una treintena de obras publicadas y la variedad de estilos que desarrolla: desde ensayo a novela sin olvidar, incluso, alguna antología poética.
Así lo presentó Carlos Migliaccio, antes de que iniciara su intervención en el Centro Republicanos Manolín Abad de Huesca, donde Tundidor efectuó un diagnóstico, con multiplicidad de datos, acerca del estado hídrico del país. Consumos totales, reservas hídricas, llenado de embalses...

A lo largo de los cuarenta minutos siguientes, desarrolló su análisis plasmado en el libro que presentó, y cuya segunda parte veremos en breve tiempo, desgranando algunas ideas como que la parte del león del consumo de agua se lo lleva el sector agroganadero, buena parte del cual, añadió, está en manos de macroindustrias agroalimentarias totalmente alejadas del agricultor o ganadero tradicional.
Comentó también, que el llenado de piscinas de manera incontrolada supone un gasto extraordinario que se produce , además, en los periodos de menor disposición del elemento líquido, y que el consumo de boca no es el problema, aunque a veces se quiera utilizar esta necesidad para justificar obras faraónicas.

Hablando de los embalses, recuerda al consejero Olona y su afirmación de que "un río bien aprovechado es el que llega seco a la desembocadura". Asegura que en España los ríos están suficientemente embalsados y que la proliferación de embalses no implica más agua disponibles, sino más recipientes a medio llenar la mayoría de las veces.
Le preocupa a Tundidor el expolio que se hace de las reservas hídricas subterráneas y el desatino que supone hablar de trasvase entre cuencas. Asegura que la solución viene de una mesa nacional del agua (o como quiera denominársela) con una presencia importante de técnicos cualificados, que imponga criterios de racionalidad en los consumos y arbitre medidas para llevar los mismos a límites sostenibles.
Las desaladoras y el transporte marítimo de aguas son soluciones muy puntuales, muy caras y, en el primer caso, con el problema agravado del subproducto de la salmuera.
El debate que se inicia a continuación abordará temas tales como los lodos acumulados en los embalses, el impacto del turismo y el problema de los cultivos inadecuados.