La artista oscense Carmen Arenas desplegó recientemente su alma en una exposición celebrada en Huesca, en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner, donde permitió al público asomarse a una ventana con vistas a su vibrante mundo creativo. Decenas de personas pasaron por esta sala y coincidieron en destacar la calidad de la propuesta.
Pintó mucho durante la pandemia de covid y de toda su producción selecciono más de 40 obras, sencillamente las que le hicieron sentir más orgullosa por distintos motivos.
Los paisajes de naturaleza y urbanos, realizadas a pincel aunque también recurre en ocasiones a espátula, protagonizan la mayoría de los lienzos.
El color lo domina todo en sus creaciones y juega hábilmente con la luz para darles un mayor realce. Cada tonalidad es como una melodía y cada matiz aporta una emoción.
La artista pinta siempre con óleo y muy variado, rompe con la uniformidad y huye de las repeticiones y de la monotonía. Cuando expone, en las paredes de la sala pueden convivir armoniosamente una playa, el Pirineo y un bodegón, y no hay nada que desentone.
Carmen Arenas nació en Huesca y reside en Zaragoza. Se inició en la pintura contagiada, en cierta medida, por la pasión que transmitía su padre cuando cogía los pinceles y pintaba del natural. “Íbamos a los pueblos cuando éramos pequeños, sacaba su caballete y me emocionaba lo que hacía”, recuerda. Fue su primer maestro.
Ella demostró ya siendo una niña que no se le daba nada mal. Después, comenzó a instruirse en el Estudio de Leoncio Mairal, la Academia Artium de Madrid y, desde hace casi 30 años, en el centro Cañada de Zaragoza. Aquí aprendió nuevas técnicas, aunque goza de absoluta libertad para hacer lo que quiere.
Su evolución impresionista le ha llevado hacia la mancha más grande. “Para la realidad ya está la fotografía”, considera y reconoce que no le gusta entretenerse en los detalles. “Me basta con que se comprenda lo que he pintado”, agrega.
La energía de Carmen Arenas resulta irrefrenable, son tan grandes sus ansias por crear que, cuando se encuentra inmersa en una obra, su cabeza ya está pensando en la siguiente.