Chema Caballero sostiene que África es hoy un continente “urbano, joven y femenino”, muy lejos de esa imagen fosilizada en guerras y hambre que todavía arrastra en Europa. Afirma que las grandes ciudades africanas están moldeando un futuro vibrante, impulsado por jóvenes conectados y por mujeres que, mediante pequeños emprendimientos, transforman comunidades enteras. Con esa mirada quiere que se lea El bebedor de cerveza, el libro que ha presentado este viernes en Huesca.
Caballero lleva más de treinta años recorriendo los caminos de África, un trayecto que describe como un proceso de desprendimiento de los prejuicios y estereotipos con los que aterrizó por primera vez en esa tierra. Explica que el volumen constituye obra hecha de “pequeñas historias” que ayudan a comprender mejor las múltiples realidades africanas actuales.
Este viernes ha participado en dos actos en la capital oscense. El primero, en el Salón Azul del Casino y organizado por CC.ONG Ayuda al Desarrollo, ha ofrecido un coloquio temático y la presentación del libro, acompañado por una degustación de café, té y repostería de Senegal, preparada por la asociación de mujeres africanas Manos de África. Más tarde, a las 19.00, ha celebrado un segundo encuentro en la librería Santos Ochoa, con coloquio moderado por Ana Fuertes y Teresa López, responsables de proyectos de cooperación en África.
El título del libro, ha explicado el autor a este periódico, nace de su gusto personal por la cerveza y de un homenaje al clásico El bebedor de vino de palma, del nigeriano Amos Tutuola. Su protagonista, le ha acompañado como referencia literaria en sus recorridos por el continente. Con ese guiño trenza una analogía entre viaje, memoria y mirada.
Asegura que, al llegar, tuvo que desmontar “todos los tópicos” que llevaba incorporados. Subraya que África es hoy un territorio mayoritariamente urbano, donde el cambio se fragua en grandes ciudades llenas de jóvenes formados y conectado. “Aunque no llegue la carretera, la luz o el agua, siempre hay un móvil asomado a Internet”, puntualiza. Esa conexión permite que las nuevas generaciones conozcan lo que ocurre en el mundo y hagan oír sus propias realidades.
Insiste también en la dimensión femenina del continente: son las mujeres quienes, mediante pequeños emprendimientos, “están cambiando la faz de África”, mejorando la educación de sus hijos y la vida de sus comunidades. Pero lamenta que, desde Europa, siga predominando "una mirada en blanco y negro", heredera de clichés coloniales y del interés por las materias primas. Remarca que lo necesario es “compartir y no explotar”.
Desmonta asimismo la percepción europea sobre la migración. Califica de falsa la idea de que todos los jóvenes africanos quieran marcharse: la mayoría permanece en sus países, intentando transformarlos desde dentro. Recuerda, además, que hay más migración dentro de África que hacia fuera, aunque aquí persista el relato alarmista de la “invasión”.
Consultor independiente, Caballero trabaja en proyectos de desarrollo y derechos humanos, con especial dedicación a la rehabilitación e inserción de niños y niñas soldados. Durante dos décadas ha dirigido programas en Sierra Leona, país al que guarda un afecto especial. También ha recorrido casi todos los países del continente y menciona Benín, Costa de Marfil o Tanzania como ejemplos de transformaciones prometedoras.
Es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y máster en Derechos Humanos y Resolución de Conflictos por la Long Island University de Nueva York. Actualmente es docente en el Máster de Cooperación al Desarrollo de la Universidad Pontificia Comillas y colabora con el Instituto de Derechos Humanos Gregorio Peces-Barba de la Universidad Carlos III. Escribe para medios especializados como Planeta Futuro en El País, Mundo Negro y otras publicaciones nacionales. Es autor de Los hombres leopardo se están extinguiendo, Edjengui se ha dormido y El bebedor de cerveza, y fundador de la colección Libros del Baobab, dedicada a traducir literaturas africanas al castellano.
Como mensaje final, Caballero desea que cada lector descubra un continente "pleno de vida y dignidad, alejado de los clichés que aún persisten". Considera que África es un lugar donde las personas “tienen los mismos problemas y sueños que nosotros”, y confía en que el libro sirva para mirar el continente con otros ojos: una invitación -dice- a abrir la mente, el corazón y el alma para comprender que su historia también habla de nosotros.