Más allá de su sensibilidad artística y creativa, uno de los valores que desprende Eugenio Monesma es su tenacidad para relatar a través de imágenes y palabras descubrimientos de un patrimonio aragonés y español cuyas manifestaciones no encuentran fin. Merced a su vasta producción y a los ojos que le abrió su hijo Eloy, es lo que se llama en jerga posvanguardista un "youtuber influencer". Pero el oscense sigue estando cómodo en el campo que escribe con renglones torcidos, para quien vea con los ojos de la curiosidad, los vestigios que nos dan lecciones de la intrahistoria que perfilaron nuestros antepasados. Una de sus recientes líneas de creación parte de la búsqueda y los hallazgos de lugares de nuestra comunidad que fueron lagares rupestres, prácticamente todos en la margen norte del Ebro. Esto es, del río hacia aquí. Ahora, ha dado con una verdadera joya, un espléndido y antiquísimo ejemplo en Liesa que Julia Justes ha fechado en el siglo I, esto es, junto a la Osca romana. Un dechado de singularidad que ha contado con un equipo de eficientes trabajadores al servicio de la arqueóloga.
Con la insaciable sed de escarbar en la historia de Aurelio Bail y Sole Cereceda, intuyeron que en esas tierras de Liesa se escondía un conjunto importante. A estas alturas, suma más de 230 en Aragón verdaderamente relevantes. Ochenta de ellos en La Litera, nueve en las Cinco Villas con las que la administración ha promocionado una ruta turística muy apreciada, en Albelda asoma otro ejemplo. Cuenta el aclamado cineasta consuetudinario que hace unas décadas estos lugares eran interpretados como altares para sacrificios. Incluso alude a esta visión de don Antonio Beltrán Odri en el término de Las Pilas en Valpalmas.
La proliferación de lagares demuestra que Aragón era una tierra donde se producían vino y aceite. En Liesa hay dos, uno de ellos con el laco de 1200, pero el que han trabajado recientemente es excepcional. "El contrapeso de la presa está en un estado perfecto. Las dimensiones son formidables, como un cubo de fermentación de 1,20 x 1,20".
Una de las peculiaridades es el equipo de trabajo que se ha alineado con Julia Justes y Eugenio Monesma. Alguno de ellos lo ha denominado "el comando jubiletas". Para sí hubiera querido Howard Carter colaboradores tan dispuestos cuando descubrió la tumba de Tutankamón. El núcleo senior está integrado por Aurelio Bail, Sole Cereceda, Jesús Viñuales, Alfonso Ibáñez, Miguel Ortega, José María Sanagustín, Antonio Santolaria, Juan Mainer, Marien Martín, Enrique Martínez Labalsa, Pedro Camarero, Paco Bescós y Rafael Ayerbe, con Eugenio en primera línea. Muchos pensionistas, algunos pocos en activo. Profesores, empresarios directivos... Si los conoces, aprecias el gran volumen de cultura y de amor por el patrimonio oscense y aragonés que atesoran. También acompaña la "gente joven", heredera de ese compromiso por lo intrínsecamente nuestro como Adrián Navarro, Kiko Regla, Ana Constante y Dani García.
Eugenio Monesma, que con su empresa Pyrene ha sufragado la contratación de la arqueóloga y ha concitado el entusiasmo de los voluntarios enumerados, considera que los trabajos tendrán el tope temporal de este mes, aunque no pone puertas a nuevos descubrimientos. "Hay que ver qué puede salir de lo que tiene por encima vegetación". Una gran alegría a la que se puede sumar un prometedor hallazgo en la Peña Mora de Ayera y Santa Eulalia la Mayor, también lugar de produccion de vino con un magnífico contrapeso y rueda de molino.
ROMANO CON CERTEZA
Julia Justes está encantada con el equipo. Trabajan con denuedo, sin límites. Kathleen Kenyon debió disfrutar unas sensaciones similares al dar luz a la antigua Jericó, salvando las distancias. La arqueóloga oscense admira, como todos, la perspicacia e insistencia de Monesma. "Lleva años identificando lagares rupestres y sus resultados son muy buenos. Encontraron éste, necesitaban un arqueólogo, me llamaron y estoy encantada. Tiene mucho mérito que sea su empresa Pyrene la que costee estos trabajos".
Ya ha podido extraer muchas conclusiones. La primera, que "el lagar es muy, muy singular. Es romano, del siglo I y pudo estar en funcionamiento hasta el cuarto o el quinto. La mayoría de los lagares son de época reciente, de los siglos XV al XVIII, pero este tiene una importante significación 'torcularia'. Es una zona industrial de producción de vino o aceite. No es habitual semejante dimensión".
Las excavaciones están revelando piezas muy plausibles para la identificación. El contrapreso de la presa en un estado estupendo, las cavidades de la prensa, el almacén... "Tiene una estructura compleja que demuestra que tenía un tamaño medio-grande. Cuando terminemos se podrán desprender conclusiones interesantes".
Los cauces para la documentación histórica permiten deducir los usos, costumbres y evolución de este lagar. "Las cerámicas que han salido a la superficie indican cuándo se usaban, para qué y cuándo terminó su uso. Está claro que este lugar era propicio para el cultivo del vino o del olivar".
Otra gran singularidad estriba en que hay otros ejemplos de lagares de la época romana, "pero están sobre pared, y éste está tallado sobre la roca. Uniendo todos los cabos, nos indican que en este área se producían vino y aceite en la época romana y lo hacían con una producción importante".
Con los primeros indicios y descubrimientos, ya se puede afirmar la trascendencia de este yacimiento. Las próximas semanas serán cruciales para dimensionar cuánto "el comando jubileta" es capaz de extraer de las entrañas de la tierra, que son los espejos de la historia. Bajo el mecenazgo de Eugenio Monesma y el conocimiento arqueológico de Julia Justes.