Aeropuerto para Huesca en 1930 en el saso de Hospitalé de Igriés

Los oscenses se dieron cuenta enseguida de la llegada de los aviones y disfrutaron con su paso desde balcones y calles

Cronista de la Comarca de La Hoya de Huesca. Académico de la Real de San Luis
11 de Septiembre de 2023
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Hispano Suiza E 30, un avión de la época que podría haber aspirado al aeropuerto pretendido para Huesca en el saso de Igriés
Hispano Suiza E 30, un avión de la época que podría haber aspirado al aeropuerto pretendido para Huesca en el saso de Igriés

Desde el lejano agosto de 1912, año en que vino para las fiestas de San Lorenzo el famoso aviador francés Jules Vedrines, causando la admiración de todos los naturales y visitantes. Desde aquel entonces, el vuelo o paso de un aeroplano escasamente fue presenciado. Ahora bien, no fue nunca impedimento para que los oscenses fueran conscientes de los adelantos que la aviación venía consiguiendo, por lo que no desdeñaron la idea de tener una base y servicios aéreos, al considerar que tenían en los alrededores espacios capaces de albergar una de esas instalaciones, y no era de extrañar que desde hacía tiempo los sucesivos Concejos de la ciudad no desestimaran nunca la idea de conseguir una de esas bases. Sabían que podían ser mejores los campos de Getafe o los de Tablada en Sevilla, pero pensando que podía compararse a éstos, una vez que fueran practicados en él los imprescindibles trabajos, podía aspirar el Saso del Hospitalé de Igriés, situado a ocho kilómetros de la ciudad y con la extensión y condiciones de suelo, que en pocos lugares se encontraban. Es decir, podía aspirar a ser aeródromo, y  así fue ofrecido por el Concejo al Ministerio.

En septiembre de 1930, desde la base de Getafe, había salido una escuadrilla y con la excepción de dos aparatos que se habían quedado averiados en Zaragoza, los restantes de la formación llegaron a la ciudad de Huesca, aterrizando en el Saso de Hospitalé entre la una y las dos de la tarde del día 23. Lo hicieron primero dos Bombarderos del tipo “R-III”, el número 8  tripulado por el capitán Pardo, y el número 7 tripulado por el teniente Coig. Los seis restantes eran aparatos del tipo “Martin-Side”, marcados con los números 2, 3, 6, 7, 9 y 10, todos ellos de construcción española pertenecientes a la Casa Loriga y que  estaban  equipados con motores “Hispano Suiza”.

Este viaje obedecía a la solicitud cursada hacía unos meses por el Ayuntamiento para que una Real Orden concediera una base aérea, Por ello,  una patrulla de aviación debería de reconocer el campo para, en el caso favorable, poder destinar los aparatos que se consideraran necesarios para los fines estratégicos. Por otra parte era una misión de reconocimiento para ver si podía servir como aeródromo de socorro para aterrizaje en las mejores condiciones.

V edrines
Jules Vedrines

Los oscenses se dieron cuenta enseguida de la llegada de los aviones y disfrutaron con su paso desde balcones y calles, viendo además las evoluciones sobre la ciudad de los aparatos, organizándose enseguida una auténtica romería de curiosos que sobre sus motos o bicicletas se desplazaron hasta el campo o saso para ver los aparatos, que habían quedado a la custodia de los tres mecánicos y ayudante, más un servicio permanente que organizó la Guardia Civil, siendo la afluencia de curiosos muy numerosa durante toda la tarde. Los pilotos fueron recogidos por automóviles y trasladados a la ciudad, donde el Concejo recibió en el salón de sesiones a los aviadores, departió con ellos sobre las posibilidades del campo de aterrizaje y se les obsequió con un lunch. Por la noche, a las once en el Círculo Oscense se organizó un animado baile en su honor.

A las diez de la mañana del día 24, reanudaban el vuelo práctico con el despegue primero de los aparatos “Bombarderos del tipo R-III” y a las once despegaban los seis restantes tipo “Martin-Side” que intentarían darles caza, pues se trataba de un simulacro que tenía por objeto bombardear Jaca y otros núcleos. Tras la maniobra simulada, los “Bombarderos” regresaban a Zaragoza y el resto o escuadrilla se dedicaron a reconocer todo el Pirineo Oscense para luego dirigirse a Pamplona.

En la decima División y Gobierno Militar de la Plaza y Provincia de Huesca, el Excelentísimo Señor Capitán General de la Región, en un escrito del día 24 comunicaba que, por Real Orden, los aparatos que integraban la escuadrilla de aviación habían salido sin novedad de Huesca, y gratamente sorprendidos e impresionados por las inmejorables condiciones que reúnía el campo y muy satisfechos de las atenciones, y en este comunicado se hacía constar que se señalaba para Huesca un aeródromo destacado de esa base de Zaragoza; y para establecer ese aeródromo cuando se llevaran a la práctica los planes citados, serían de gran utilidad los terrenos que desinteresada y patrióticamente ofrecía el Excelentísimo Ayuntamiento de Huesca y que el Servicio de Aviación Militar aceptará agradecidísimo si se ponen a su disposición para utilizarlos en la forma indicada.

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