Aportaciones de Huesca al teatro del Siglo de Oro: El Entremés de Don Pantalón de Mondapozos

Este miércoles 20 de marzo reestrenamos en la sala de Bendita Ruina esta pieza teatral con presentación de los vasos de Eboca conmemorativos de la Universidad Sertoriana

Pablo Cuevas
Studiosi Pro Universitate Sertoriana
10 de Marzo de 2024
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Óleo de Félix Lafuente, entorno de la Plaza de Santo Domingo
Óleo de Félix Lafuente, entorno de la Plaza de Santo Domingo

Venimos sacando a la luz la singularidad del teatro oscense en el Siglo de Oro. El 7 de diciembre de 2014 representamos en la Plaza de la Catedral El acto de la venida de las reliquias de San Orencio (1609), a la salida de la ceremonia del "Tota Pulchra". El 12 de mayo de 2015 hicimos lo propio con el Entremés de Don Pantalón de Mondapozos (1578), en el teatro de Ibercaja en Duquesa Villahermosa, y posteriormente el 7 de diciembre de 2015 se oyó en la Catedral, tras terminar el Tota Pulchra de ese año, Lucha alegórica para la noche de la Natividad de Cristo (1578).

Este miércoles 20 de marzo reestrenamos en la sala de Bendita Ruina el Entremés de Don Pantalón de Mondapozos. El acto surge a propósito de la colaboración de Studiosi pro Universitate Sertoriana con la empresa Eboca. Ese día el presidente de la empresa, Don Raúl Benito presentará la edición de una serie de vasos con motivos de la Universidad Sertoriana. 200.000 vasos de café van a ser suministrados en el próximo año en las máquinas expendedoras de esta empresa repartidas por varias provincias. Seguidamente se pondrá en escena la obra bajo la dirección de Miguel Ollés, dueño del espacio Bendita Ruina.

PROPUESTAS TEATRALES EN 1578 EN TORNO A LA FUNDACIÓN DEL COLEGIO DE LA MERCED

Esta obra tuvo significación al menos entre los años 1578-1582. El autor es Martín de Abarca de Bolea y Castro, conocido como escritor, pero también por ser el padre de la poetisa Ana Francisca Abarca de Bolea. Había nacido en 1555. Era un hombre joven muy vinculado a la Merced oscense porque su familia, de origen real, era protectora de este convento que se había fundado bajo los auspicios de Jaime I de Aragón en torno a 1218-1224.

En 1578 el prestigioso convento fue convertido en colegio agregado de la Universidad de Huesca. Ello abrió el camino a otras muchas órdenes que acabarían fundando estudios superiores en Huesca. El antes convento y ahora colegio oficial de estudios se constituía en la referencia para estudios superiores de los mercedarios en la Corona de Aragón. Lo que decantaría a los mercedarios a elegir Huesca fue sin duda el alto nivel intelectual del convento y el prestigio de la Universidad de Huesca, sin olvidar la mediación de los Abarca, familia de la confianza de Felipe II.

Una elite estudiantil vinculada al convento de la Merced se congregó para saludar el nacimiento de este Colegio, en 1578. Estos jóvenes florecían en las letras de forma notable. Detrás se vislumbra el magisterio de Joan Torregrossa, Maestro Mayor de las Escuela de Artes y con él la influencia del humanismo valenciano. Sorprende la coincidencia de propuestas teatrales innovadoras surgidas en ese año, uno de ellos Jaime Torres, un joven mercedario precedente de la formación del auto sacramental español, el propio Martín Abarca con su fórmula de teatro breve en el Entremés de Don Pantalón de Mondapozos y Lupercio Leonardo con una adaptación innovadora de la tragedia senequista, sin olvidar la presencia en Huesca de Francisco Agustín Tárrega, quien luego como dramaturgo inspiraría a Lope de Vega.

En nuestra opinión esta concentración de propuestas distintas innovadoras puede responder a un propósito premeditado. El humanismo oscense estaría apostando por encauzar dignamente el fervor teatral reinante que se estaba convirtiendo en un fenómeno de masas. Huesca se hallaba entre las más prestigiosas plazas literarias. El público estudiantil, que tenía una formación humanística en teatro clásico, era un juez selecto de la calidad de las obras representadas. Ante el fervor naciente por el teatro, la Universidad de Huesca pudo empujar a sus alumnos más dotados a que propusiesen líneas dramáticas para encauzar el fértil caos teatral del momento. Huesca, pues, habría tenido su protagonismo en el nacimiento del teatro clásico español, esa es nuestra sugerencia, lo cual venimos desarrollando en varios estudios (2004, 2015 y 2020).

EL OSCENSE MARTÍN ABARCA, AUTOR DEL ENTREMÉS DE DON PANTALÓN DE MONDAPOZOS

Una de las obras que se producen en este grupo relacionadas con la fundación del colegio de la Merced es el Entremés de Don Pantalón de Mondapozos de Martín Abarca de Bolea y Castro. Este joven noble era por entonces el más activo literariamente y el más reconocido dentro de los antes señalados. Si añadimos el éxito en Huesca y en España de su Entremés, además de su relevancia política y la protección de su familia a la Merced, debemos pensar que fue un catalizador de este grupo.

En ese significativo 1578 estrenó el joven Don Martín el mencionado Entremés. Como es bien sabido, estas piezas breves se representaban en los descansos de obras teatrales mayores. En esos intermedios, que por entonces eran tres, podían darse bailes, loas y otras diversas variantes escénicas rápidas, vibrantes, para mantener entretenido al vivaz e inmoderado público de aquellos tiempos. Esta pieza es un testimonio singular que nos permite afirmar sin lugar a dudas que Huesca gozaba en estas calendas de un alto prestigio teatral en España.

El Entremés de Don Pantalón fue un éxito a partir de 1578 en numerosos lugares y particularmente en las plazas universitarias de Alcalá de Henares, Valladolid, Huesca y Lérida. Ello se ha conocido porque en 1582 su puesta en escena en Burgo de Osma desencadenó la apertura de un juicio a la compañía que lo representaba. Gracias al expediente de esta causa judicial se ha conservado el texto y conocemos las circunstancias de su éxito en España. Aunque su representación no había ocasionado ningún problema cuando se representó en Alcalá, Valladolid, Huesca y Lérida –se dijo en el juicio-, sin embargo las autoridades de la pequeña y reciente universidad de Burgo de Osma se sintieron ofendidas porque en el texto se hacía la burla de un vicerrector.

Pero en Huesca, ¿dónde se representó el Entremés de Don Martín? Lo más probable es que fuera en el inicio del Coso, en torno a la plaza de Santo Domingo. El teatro en tiempos de los romanos se construyó en este lugar como es sabido. Renació en el siglo XVI con gran fuerza, junto al inicio de teatros estables en España. En 1624 el Ayuntamiento quiso dignificarlo y surgió el nuevo espacio escénico que luego se mantendría en activo en el comienzo del Coso hasta 1846.

Plano de la casa de comedias de Huesca publicado por John Falconieri (1965)
Plano de la casa de comedias de Huesca publicado por John Falconieri (1965)

El nuevo teatro pudo establecerse en el mismo patio que venía utilizándose desde aproximadamente mediados del siglo XVI. Se mejoró la comodidad de los palcos para el público de categoría, pero también se cubrió con vigas de madera labradas para proteger al público en general.

Este y otros detalles los conocemos por el libro de John Falconieri (1965), hispanista norteamericano que visitó la casa de comedias de Huesca al igual que otros corrales españoles. Igualmente por haber podido hablar con el señor Ángel Laviña, el cual en los años sesenta tenía la ebanistería precisamente en la antigua casa de comedias y recibió la visita de Falconieri. El corral de comedias junto con el edificio que lo contenía fue demolido hacia 1985.

UN ENTREMÉS DE TEMA UNIVERSITARIO REPRESENTADO EN LA PRIMIGENIA CASA DE COMEDIAS DE HUESCA

Pero pasemos ahora al Entremés de Don Pantalón de Mondapozos para poder espigar algunas características del teatro que veían representar los oscenses en la octava década del Renacimiento, una etapa crucial del teatro áureo. La ceremonia de doctoramiento que se realizaba en las catedrales con el máximo esplendor estaba reservada a pocos por la exigencia intelectual y económica que comportaba, y reportaba al que lo conseguía alcanzar una alta relevancia en la sociedad. Pero el doctorando, antes de recibir los máximos honores, debía sufrir en la ceremonia una vejación o humillación, para recordarle que era humano y por lo tanto defectuoso. Esta costumbre procedía de París, la primera universidad europea, y particularmente de los doctoramientos en la facultad de teología.

Además de vejamen, esta ácida crítica recibía también el nombre de "Gallo", género satírico que englobaba argumentaciones, así como textos poéticos difamatorios. Podían participar varios doctores, así como estudiantes. Rozaban la grosería, el ultraje y lo irreverente, con una función parecida a la del carnaval, víspera inmediata de la solemnidad de la Semana Santa. Como es de suponer estos vejámenes serían la comidilla de los estudiantes y ciudadanos que habían asistido a la ceremonia y por ende de las ciudades universitarias por entero. La inmensa mayoría de los textos no pasaron a las prensas.

Así ocurriría en Huesca en los años setenta del siglo XVI, como es posible intuir a partir del Entremés de Don Pantalón de Mondapozos, que se representó en la ciudad de Sertorio hacia 1578, para regocijo de todo el mundo. En cambio en la universidad de Burgo de Osma que acababa de nacer, la burla al doctorando y al tribunal que se desarrolla en la pieza indignó a las autoridades de la pequeña universidad que acababa de nacer. Argumento clave de los comediantes en su defensa durante el juicio promovido por las autoridades burgenses fue de hecho que en las prestigiosas ciudades de Alcalá de Henares, Valladolid, Lérida y Huesca (de reconocido prestigio) la obra no había ocasionado problema alguno.

Es este el único caso conocido en que el acto de gallear de la ceremonia de doctoramiento se convirtiera en tema de entremés de corral de comedias. No es difícil imaginar el regocijo con que el público de la animada casa de comedias oscense recibiría este entretenimiento. Pudo llenar alguno de los interludios de una tragedia sangrienta de las que triunfaban en los corrales también por influencia universitaria.

Fue un verdadero éxito durante varios años este interludio teatral del oscense Martín Abarca que había estudiado en la universidad de Lérida y que estaba vinculado familiarmente a Huesca y al convento de la Merced. El público entendía perfectamente el asunto desde el comienzo del Entremés, pues la obrita comienza con unas palabras del licenciado Martínez aludiendo al doctoramiento, mientras entra en escena con Mondapozos de aspecto estrafalario.

Licenciado Ramírez: ¿De suerte mi señor don Mondapozos que Vuestra Merced está determinado a recibir la borla y grado de Doctor en esta universidad?

En ese momento estallaría la hilaridad en el público, el cual hacía un instante acababa de quedar conmovido tal vez con las truculentas y exageradas peripecias de uno de los actos de una tragedia plato principal esa tarde. Porque del título anunciado, Don Pantalón de Mondapozos, no podía esperarse sino un tipo engreído, rijoso, entrado en años y niñeando, cuyo oficio no era otro –a juzgar por el apellido- que el no muy digno de limpiador de pozos.

El hábil Martín Abarca, con el nombre de Don Pantalón, aludía además a un archiconocido personaje de la Comedia del arte, Don Pantaleone, el viejo rico y vanidoso que procuraba con su dinero comprar los favores de la joven Colombina. Pero el Pantaleone oscense del Entremés era en realidad una caricatura del personaje italiano, un pocero, Don Pantalón, que se llenaba el culo de barro en su oficio.

A Don Pantalón el poeta oscense lo presenta como un doctorando pretencioso, inculto, entrado en años, vestido de harapos, maloliente, el cual no representa físicamente la dignidad que se espera de un doctor. El tribunal bufo que montan los estudiantes para burlarse del Pantaleón oscense está compuesto por bachilleres y un Vicerrector. No falta la violencia física y el escarnio en esta reproducción popular de los doctoramientos que se representó en el primigenio corral de comedias de Huesca trufada de latinajos:

Vicerrector: Que me place [me parece bien]. ¿Estás Domine Pérez? Ades?

Licenciado Pérez: Estoy. Adsum.

Vicerrector: ¿Dómine Enríquez?

Licenciado Enrique: Quid vis, dómine? (¿Qué quiere, Señor?)

Vicerrector: Señores, aquí el señor don Pantalón de Mondapozos quiere recibir la borla doctoral y pide sus votos (positivos) de vuestras mercedes, si son servidos.

Todos ellos harán chanza a coro, unas veces en verso, otras en prosa, sobre el aspecto físico ridículo del que se postula para doctor, como comprobamos en estas quintillas:

Licenciado Pérez:A todos nos ha causado

 admiración verte así,

 dime, bellaco azotado,

¿cómo fuiste tan osado

 que osaste venir aquí?

 Vete, luego, acemilero,

dígame, Señor Rector,

¿no tiene aquel caballero

más talle para tripero

que talle para Doctor?

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