Durante los días del 5 al 8 de junio de 1962 se celebraba en la capital bávara el IV Congreso del Movimiento Europeo. En estas reuniones participaron 118 políticos españoles de todas las tendencias opositoras al régimen franquista, tanto del interior de España como del exilio, excepto del Partido Comunista de España: monárquicos liberales, republicanos, democristianos, socialistas, socialdemócratas, nacionalistas vascos y catalanes, todos ellos reunidos allí bajo la autoridad moral de Salvador de Madariaga, quienes acordaron con arreglo a la forma de adhesión de todo país a Europa :
1º La instauración de instituciones auténticamente representativas y democráticas que garanticen que el Gobierno se basa en el consentimiento de los gobernados.
2º La efectiva garantía de todos los derechos de la persona humana, en especial los de libertad personal y de expresión, con supresión de la censura gubernativa.
3º El reconocimiento de la personalidad de las distintas comunidades naturales.
4º El ejercicio de las libertades sindicales.
5º La posibilidad de organización de corrientes de opinión y de partidos políticos.
Los delegados españoles que estuvieron presentes en el Congreso expresaron su firme convencimiento de que la mayoría de los españoles deseaban que esa evolución se llevara a cabo de acuerdo con las normas de la prudencia política, con el ritmo mas rápido que las circunstancias permitieran, con sinceridad por parte de todos y con el compromiso de renunciar a toda violencia.
La prensa francesa con “Le Monde” y “France Soir” a la cabeza, además del semanario socialista “Democratie 62”, cargaron sus tintas para zaherir al Estado español, dando con profusión detalles y especialmente comentarios acerca de las conclusiones de los delegados, todo ello, en un momento en que por Decreto Ley se suspendía por dos años el artículo 14 del Fuero de los Españoles.
En España, la prensa franquista arremetió contra lo acontecido calificando de ultrasecreta reunión de Munich, que, por otra parte, el periódico falangista “Arriba” acuñó como “Contubernio de Munich”, organizando una ofensiva que se transformó en escándalo nacional, aumentando más si cabe fuertes críticas en el extranjero, llenando las páginas de la prensa del Movimiento con reseñas y artículos de auténticos turiferarios que incenseando buscaban la adhesión a Franco.
Mientras desde las distintas capitales españolas se pronunciaban encendidos discursos por parte de los gobernadores y jefes locales en los que se hablaba del maligno “Contubernio” y de “Reconciliación de Traidores”, la prensa francesa y parte de la europea aclaraban que esta no había sido una reunión improvisada de las fuerzas y grupos de oposición democrática al régimen español.
Es cierto que la reacción del Régimen contra los participantes en la reunión de Munich causó fuertes críticas en el extranjero y muy especialmente en la Comunidad Económica Europea a la que España había solicitado la incorporación pocos meses antes, solicitud que se quedó paralizada.
En Huesca, el Consejo Provincial del Movimiento cursaba el día 14 al Jefe de la Casa Civil del Caudillo un telegrama de adhesión y en Madrid algo cambiaba, Franco se daba cuenta de que la reacción ante el Congreso de Munich había sido un error, y el 10 de julio de 1962 destituía dentro de una amplia crisis de Gobierno al ministro de Información Gabriel Arias Salgado, haciéndolo responsable de la histeria de la prensa sobre Munich.
A Gabriel Arias Salgado le sustituiría Manuel Fraga Iribarne que, cuatro años después con su Ley de Prensa, abriría la crítica al régimen, lo que vendría a ser un halo de esperanza acerca del cambio, pero sería necesario mucho más, que llegaria después.