Capacitación Vitivinícola en 1948

Memoria de otro tiempo: Un histórico curso organizado por la Hermandad Provincial de Labradores y Ganaderos

Cronista de la Comarca de La Hoya de Huesca. Académico de la Real de San Luis
27 de Agosto de 2023
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Vendimia por aquellos años. El curso de capacitación vitivinícola mejoró todos los rendimientos.
Vendimia por aquellos años. El curso de capacitación vitivinícola mejoró todos los rendimientos.

La finalidad pretendida era transcendente, pues con la formación de los cursillistas seleccionados se esperaba elevar la capacidad del trabajador agrícola y se pudiera desarrollar en un futuro próximo el cultivo de la vid en la provincia altoaragonesa.

La Hermandad Provincial de Labradores y Ganaderos, en estrecha colaboración con la Diputación Provincial de Huesca y el Ministerio de Agricultura, organizaban en la primera semana de septiembre de 1948 en la Villa de Angüés un cursillo  de capacitación vitivinícola que previamente se había convocado, y abierta la inscripción, llegaron solicitud de veinte Hermandades Sindicales Locales, lo cual nos da una idea de la inquietud de los altoaragoneses por mejorar los sistemas de cultivo de las viñas y la mejora que deseaban lograr para sus vinos. Cierto es que, tras cada uno de los inscritos, había una experiencia acumulada de generaciones familiares en este cultivo, incluso con el bagaje de que vinos de su familia o de su casa, en tiempos pasados habían logrado premios de exposiciones y catas, pero comenzaba en la mayoría de ellos la inquietud por aprender a hacer las cosas mejor.

Ciertamente, la convocatoria de este cursillo, que ya era la segunda experiencia formativa en este sector del agro, había sido una auténtica llamada a los productores del campo, obreros y patronos que se dedicaban de un modo especial al cultivo de la vid. De esta forma, los asistentes seleccionados comenzaron a recibir los dobles aspectos teóricos y prácticos que profundizaban en el proceso completo de la vid, desde la plantación de la cepa, sus cuidados, conformaciones de las viñas, injertos, portainjertos, podas, limpiezas, entrecavados, azufrados, etc., para llegar a la vendimia y la mejora de los procesos de su trasformación, incubación y crianza. Corrían todas estas enseñanzas y demostraciones a cargo de competentes Ingenieros y Peritos dependientes de la sección Agronómica y de la Delegación Provincial de Sindicatos.

Una buena prueba del interés con el que se estaba esperando este Cursillo fue el entusiasmo demostrado por las hermandades de Labradores que sufragaban ellas mismas los gastos de desplazamientos y estancia de los cursillistas seleccionados, pues todos eran conscientes de la importancia que tenía la adquisición de nuevos conocimientos para la finalidad que se perseguía, que ciertamente era variada, pero de consecuencias trascendentes, pues no sólo se deseaba elevar en primer término la capacidad del trabajador agrícola en el cultivo de la vid, sino ponerle, en conocimientos y experiencias para que luego los caldos obtenidos ganaran en calidad, al seguir como se pretendía unas prácticas completamente adecuadas y perfectas en la  elaboración del vino.

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Garnacha

Las Instituciones convocantes y organizadoras no dejaron de hablar de la importancia de convivir hermanados en un ideal común, consiguiendo una especialización que era necesaria, porque  del resultado de este curso y de sus enseñanzas esperaban las instituciones repercutiera en la economía nacional, y muy especialmente, que se obtuviera más y mejor vino, pero además, si el viticultor sabía lo que se hacía, llegar a que su precio alcanzara una mejor cotización en el mercado a la vez que se lograría una salida o venta más fácil.

Fueron setenta y cuatro los alumnos de la Provincia de Huesca, que siempre había sido una zona tradicional de producción vinícola, los que se beneficiaron de estas enseñanzas, y este cursillo fue como el banderazo de  salida para un largo proceso, que llevaría a los productores hasta el año 1984 en el que se creó la Denominación de Origen para extenderse a 43 municipios y más de 4.300 hectáreas de cultivo de la vid, que hicieron necesarias 24 bodegas. Muchos años transcurridos de trabajos y estudios, no dejando de aparecer nuevos viticultores que establecen sus bodegas, incluso creando un nuevo sello para sus vinos: “Vignerons de Huesca”, un sello que aglutina seis bodegas altoaragonesas: Edra (Ayerbe), Familia Estrada Palacio (Bespén), Clavería Barrabés (La Almunia de San Juan), Sers (Cofita), Alodia (Adahuesca) y El Vino del Desierto (Lanaja).

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