El capitel y el plano arqueológico de Osca

28 de Septiembre de 2022
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El capitel recuperado, una magnífica iniciativa de Osce Biella.
El capitel recuperado, una magnífica iniciativa de Osce Biella.

Es loable la iniciativa y la acción de la Asociación del Casco Viejo, Osce Biella,  de hacer una copia del capitel encontrado en calles Peligros-Desengaño  y colocarlo donde ya luce dignamente  poniendo de manifiesto su relevancia y, a su vez, la sensibilidad y actividad  de quienes lo han hecho posible.

El original es un buen trabajo esculpido y, junto con el brazo en bronce de Augusto, llamado de Prima Porta,  encontrado en el siglo XIX en la Parroquieta, son dos esculturas de destacada calidad que, a su vez, ponen de manifiesto  una potencia  creativa  y de significación para la Osca romana.  Las dos son muy próximas en el tiempo al estar relacionadas con el emperador Augusto. Ambas ponen de manifiesto  una relevancia social  sin la que no hubieran sido posibles logros artísticos como estos.

El capitel apareció en el centro de un triángulo formado por el yacimiento  identificado como del  Círculo Católico (entre calle San Justo y Pastor y plaza de San Pedro), el edificio que apareció en los bajos del solar esquina calle Desengaño, impares, con Doña Petronila,  lado de los pares de esta calle, y los restos de otra construcción muy destacada situada dentro de espacio delimitado por calle Canellas-Peligros. Este fue identificado como un teatro romano pero son muy pocas las probabilidades de que lo fuera. No ha aparecido ningún vestigio razonablemente vinculado a esta tipología constructiva.  En el Círculo Católico quedan los restos de un  pequeño templo, y los cercanos muros de Desengaño-Doña Petronila ciertamente no eran de un edificio común. Por las dimensiones de los sillares y su cuidado montaje eran  la base  de otro edificio singular. Finalmente,  es sorprendente que la calle donde apareció el capitel se llame y llamó Peligros, y en otros tiempos Pedrera. Sin necesidad de mucha imaginación se puede pensar en que por aquí había alguna destacada construcción, que, en ruinas y abandonada, ofrecía material de deshecho, en posición peligrosa.

El capitel en cuestión no fue único. Al menos fueron dos y  pudieron ser cuatro colocados sobre altas columnas. Se ha dicho que de seis metros. Si eran dos pudieron formar un pórtico enmarcado por la prolongación de los muros laterales. Es tipología  denominada  “in antis”, templo preferentemente pequeño. Las estructuras junto a las que apareció pudieron ser las suyas. Eran la base de una destacada  construcción  Eran semejantes a las de la esquina Desengaño-Doña Petronila.  

Hasta aquí, las constataciones y las razonables conjeturas. A partir  de ellas la  concienciación social de que hay que actualizar los compromisos y consiguientes demandas de un colectivo ciudadano, el de Huesca, que afortunadamente percibe la singularidad de su pasado, de que no se difumine por la incuria  y de la necesidad de valorarlo, tarea en la que está comprometido.

Desde otro punto de consideración, ya hace tiempo que es necesario que los arqueólogos, por fin, diseñen el mapa de Osca, localizando y articulando los diferentes hallazgos que se han ido haciendo en las últimas décadas. Hay bastante  información.  Ese mapa en realidad podría hacerlo un historiador, pero cuenta con las limitaciones que dimanan del ejercicio de la arqueología. Este, cuando se lleva a cabo, preferentemente se hace de incógnito, con escasa confrontación  y, a diferencia de lo que sucedió en épocas anteriores, casi siempre queda reducido a informes que se entregan a la administración donde quedan archivados. Puedo asegurar que no sería la primera vez  que los responsables del archivo no encuentran un informe, que incuestionablemente debería estar archivado, y del que ni siquiera saben si fue entregado. Pocos estudios hay a partir de la mayor parte de esos informes y el material fotográfico más bien es el justo.

Bosquejo de Osca elaborado en 2013
Bosquejo de Osca elaborado en 2013

El ejercicio de la metodología arqueológica no pocas veces conlleva la desfiguración del monumento y, casi siempre, la destrucción  de su contexto. Esto, suponiendo que la administración no sentencie su eliminación total por exigencia  de las características del nuevo edificio y las prioridades económicas. Es la diferencia radical con respecto a la metodología histórica donde las fuentes deben mantenerse escrupulosamente  inalterables. A esto hay que añadir que, en nuestro inmediato entorno, el ejercicio de la arqueología  es consecuencia preferente y casi siempre exclusiva de la experiencia personal, pero no parte de una especialidad  propia ni siquiera de una preparación específica. Los arqueólogos casi exclusivamente  provenientes de la rama de Historia, raramente han estudiado historia de la arquitectura y mucho menos de la construcción, lo cual  resulta, al menos desconcertante. Es como si un cirujano aprendiera su oficio tras sucesivas intervenciones pero sin haber estudiado el cuerpo humano  y desconociendo cómo funciona.

A pesar de ello es imprescindible que se siga haciendo arqueología  y que los arqueólogos se sigan enriqueciendo con su experiencia, no pocas veces autodidacta cuando quieren algo más que unos ingresos, consecuentes a un encargo. Es deseable que queden garantizados  los métodos, sabiendo  que lo  que generalmente  queda es solo el testimonio  relatado del arqueólogo, y su aportación gráfica que generalmente es selectiva. No pocos de ellos prefieren trabajar en el aislamiento.  

Excavaciones del capitel
Excavaciones de la zona del capitel.

Puesto que la arqueología es una actividad transferida a la Comunidad autónoma son los gestores de ésta los responsables del estado actual. La experiencia de décadas nos lleva a la conclusión de que no hay asegurada una vigilancia preventiva, y de que ha habido actuaciones solo tras insistencia de particulares y colectivos. Los dictámenes de protección  más parecen aleatorios  que razonados, sin ocultar la reiteración de dictámenes  de eliminación,  a todas luces lamentables. Insisto, allá por la década de los ochenta, la DGA publicada  unas “noticias” de las excavaciones redactadas con la constante  precisión de estar “pendientes de estudio”. Raramente estos han llegado a término, porque siempre, el arqueólogo ha afirmado que lo que le han pagado es para hacer la excavación y el informe,  pero que el encargo no se ha completado con la partida correspondiente para el estudio de materiales  y estructuras y su puesta en relación con el de otros yacimientos. No es poco tomar nota de lo hallado  y del posición donde se ha encontrado, pero para poder sacar las conclusiones  es fundamental disponer al menos  del material  relatado. Puede haber análisis  parciales estudiados y publicados. Otra cosa es  que los que no se conocen  estén a disposición de quien se tome la molestia de pedirlos. 

En Huesca después  de cuarenta años y después de las constataciones accidentales, los sondeos, catas y excavaciones propiamente dichas, podríamos tener actualizada una panorámica, un mapa-plano  del conjunto de la ciudad. Si la prospección  arqueológica ha sido adecuada puntualmente, el conjunto quedará bien articulado y la metodología histórica no tendrá por que poner objeciones.

Finalmente, en el contexto de la presentación del capitel, hay que felicitarse de que en Huesca hay colectivos, ciertamente sin afán de lucro ni de conquistar puestos de poder, sensibilizados con la historia de la ciudad y la conservación de sus huellas. La loable exposición hecha con el capitel está indicando que se pueden hacer otras acciones semejantes, y que no queda otro camino que forzar las circunstancias para que los que realmente cuentan con poderío lo pongan al servicio  de quienes desinteresadamente, pero con conciencia de historia, necesitan preservarlo de la destrucción y olvido.

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