Curso completo de Gramática Parda

Memoria de otro tiempo: "Una ciencia infusa e innata, en todo aquél que quiere vivir y mantenerse sin trabajar a expensas del prójimo”

Cronista de la Comarca de La Hoya de Huesca. Académico de la Real de San Luis
26 de Marzo de 2023
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Gramática Parda de Cantaclaro y Ramón Soler
Gramática Parda de Cantaclaro y Ramón Soler

Corría el año de 1833 cuando en la Villa y Corte de Madrid, aparecía “El Ateneo”,  que, con el subtítulo de Propagador Universal de Conocimientos, Progresos e Inventos concernientes a las Ciencias, Artes, Instrucción Pública, Literatura, Industria y Comercio, completaba su cabecera. Se trataba de una publicación periódica de aparición decenal y que contaba con una tirada de 30.000 ejemplares, algo que para aquellas fechas era un caso insólito, pero reconocía en su Editorial que el arte de la imprenta había sido la invención más útil a la sociedad. Pues por su medio se engrandecían las ciencias, se propagaban los conocimientos, se perfeccionaban las artes, se mejoraban las leyes, se comunicaban las generaciones y se instruía a los hombres. No es de extrañar que sus primeros números estuvieran ya dedicados a intentar llegar al máximo de lectores con un gran abanico de noticias y divulgaciones de sumo interés, tanto era así, que en su primer número encontramos la información del “Curso Completo de Gramática-Parda", que dividido en quince lecciones se daban en ellas las reglas fijas para que cualquiera pudiera vivir sin tener necesidad de trabajar. Una obra escrita por el bachiller Cantaclaro y publicada por D. Ramón Soler. Se trataba del anuncio de la ya segunda edición de una obra cuya primera había desaparecido de las librerías y puntos de venta en muy pocas semanas, consiguiendo el voto del público que le había llevado a esa rápida e inmediata segunda edición.

Se decía que “La Gramática-Parda” era uno de aquellos monumentos que probaban muy bien que las letras podían cultivarse entre nosotros con no menos fruto que en los países más cultos e ilustrados. Hasta aquí, la redacción de “El Ateneo” estaba conforme; pero al querer cotejar esta obra con la felicísima producción de la “Derrota de los Pedantes” de Moratín; el “Frai Gerundio” del padre Isla; los “Eruditos a la violeta” de Cadalso, no podían menos que ser de un parecer distinto, pues si Moratín, Isla y Cadalso trataron de corregir a los malos autores, D. Ramón Soler se había propuesto con su “Gramática-Parda” dar en la cabeza a los tramposos y los holgazanes.

El autor, en su proemio, advierte que en todos los tiempos y en todos los países fueron y son los “vagamundos” la polilla que poco a poco consume y arruina los estados. Así como la suma de la economía individual o doméstica constituye la economía pública o política, así también la suma de la malversación y de los vicios origina la decadencia y la ruina de las naciones. Por ello, en su su lección primera, aborda las disposiciones generales y particulares que deben tener los gramáticos-pardos, pues los que deseen dedicarse a este nobilísimo arte no necesitan saber ideología, ni la ciencia de pensar, ni nuestra lengua madre la latina, ni nuestra abuelita la griega; y si se apuran, no necesitan tampoco saber escribir ni aún leer. Cuantas menos letras, cuantos menos estudios, tanto mejor para aprovechar en un arte que puede definirse como, “una ciencia infusa e innata, en todo aquél que quiere vivir y mantenerse sin trabajar a expensas del prójimo”.

La parte primera habla y aporta cinco lecciones encaminadas a la Clase suprema que trata de los que comen, beben, visten, calzan, se pasean y divierten con lujo y ostentación a costa del prójimo. La parte segunda resume en tres lecciones de amplio contenido, la Clase mediana que trata de los que pasan la vida en una medianía, pero a costa ajena. La parte tercera  está dedicada a la clase ínfima que trata de los que se enriquecen arrimando a lo suyo algo de lo ajeno. De especial interés dentro de estas lecciones, apartados especiales para atender o deshacerse de los acreedores que llegan diariamente reclamando lo que era suyo, la forma de contar lástimas y desgracias; ponderaciones de las vicisitudes de los tiempos  y otras técnicas al uso .

En la ironía de esta obra, se ponen, pues, à cubierto todas las trampas de que querer estudiar, aprender y observar las reglas de esta Gramática, debe cualquiera consultar primero las fuerzas propias y si no tiene las suficientes, renunciar para siempre a esta utilísima facultad, reservada solo para los ingenios grandes y privilegiados.

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