El Doctor Miguel Zurita de Alfaro, sertoriano y padre del Cronista de Aragón

El rey don Fernando le hizo su "Protomédico" en todos los Reinos y Señoríos de la Corona de Aragón y en los de Castilla, León y Granada

Bizén d'o Río, San Lorenzo, blanco y verde y albahaca. La oración va por dentro
Studiosi pro Universitate Sertoriana
30 de Julio de 2023
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Un médico saja un bubón. Fresco de la capilla de San Sebastián. Siglo XV. Lanslevillard, Francia
Un médico saja un bubón. Fresco de la capilla de San Sebastián. Siglo XV. Lanslevillard, Francia

Encontramos avanzado el segundo tercio del siglo XV a Gabriel Zurita, quien, deseoso que su hijo Miguel Zurita recibiera las primeras órdenes, se traslada desde Mosqueruela, su población natal, a Zaragoza, para que iniciara sus estudios eclesiásticos, y parece ser que contando ocho años recibió corona de Primeras Órdenes en esta ciudad, el día 4 de octubre de 1481, recibidas de Fr. Pedro Pilares, Obispo, y de D. Alonso de Aragón y Castilla, Administrador Perpetuo de la archidiócesis de Zaragoza.

Parece que mudó la intención y vocación marcada y deseada por sus padres, y, marchó a Salamanca, alejándose así de su patria e inclinándose por la vida seglar. Allí estudió medicina y se graduó de bachiller, siendo reconocido por los profesores y compañeros como un gran estudiante. Decididamente desea dedicarse a la Medicina y a tal efecto se traslada a Huesca en cuya Universidad Sertoriana quiso ratificar o confirmar sus estudios. En ella, tras presentar la fe y los certificados obtenidos en Salamanca, optaba al grado de bachiller en medicina ante el Jurado Calificador presidido por D. Juan de Espés, Deán de la Santa Iglesia Catedral y Canceller de la Escuela, el día 9 de julio de 1494, teniendo por padrino a D. Juan Serra, Doctor en Cánones, Leyes, Medicina y Filosofía.

Al año siguiente de 1495 tiene ya "Conducta de Salud" en la Villa de Alfaro, una de las principales del reino de Castilla, donde D. Fernando el Católico, con la Reina Dña. Isabel, a su regreso de celebrar Cortes en Tarazona, le nombran Médico de su Real Cámara. A partir de esta elección figurará en Privilegios, Cartas y Mercedes y los libros de la Real Casa, como "Doctor Zurita de Alfaro". Pero este inquieto y estudioso médico, deseoso de revalidar sus conocimientos, se dirige dos años después, en 1497, nuevamente a la Universidad Sertoriana de Huesca, donde del 5 al 8 de julio se examina y recibe los grados de Licenciado y Doctor en Medicina por mano del mismo Canceller Juan de Espés, quien le entrega la cartilla en la que le llama: "Domnus Michael Zurita oriundus Villae Mosqueruela", Don Miguel de Zurita, natural de Mosqueruela.

Encontramos al doctor el año de 1506 en Nápoles, sirviendo de médico al Rey D. Fernando, quien retornado a España reconoció su sabiduría, teórica y práctica en su profesión. Por lo que había experimentado en su real persona, y por sus buenas y loables costumbres, le hizo su “Protomédico” en todos los Reinos y Señoríos de la Corona de Aragón, y en todos los de Castilla, León y Granada.

Celebró Zurita su primer matrimonio con doña Constanza Díez, de cuyo consorcio nacieron Juan, María, Catalina y Ana Zurita, esta última religiosa que se conoce por las cartas a su hermano Gerónimo, escritas desde el convento de Santa Clara de Huesca. Tras el fallecimiento de su esposa, y siguiendo a la Corte, lo hallamos en Zaragoza cuando el Rey D. Fernando vino a celebrar Cortes a la villa de Monzón, siendo el año 1510. Es precisamente entonces que celebra su segundo matrimonio, y lo hace con doña Ana de Castro, momento que provechó el rey don Fernando para insacularle, al doctor Miguel Zurita, en los oficios de la ciudad de Zaragoza, para quedar aquí afincado.

El día 4 de diciembre, festividad de Santa Bárbara, del año 1512, nacía el que habría de ser Cronista del Reino, Gerónimo Zurita y Castro, que recibió las aguas bautismales el día 10 en la zaragozana Parroquia de San Gil Abad. De este enlace nacerían también Isabel, que murió en 1530, y Andrea, que casó con Diego Fernández de Vargas Salmerón, para quedar el doctor Miguel Zurita viudo de su segunda esposa, doña Ana de Castro, desde 1524.

Fueron tan calificados los estudios del Doctor Zurita de Alfaro que el Rey don Fernando, el 27 de agosto de 1525, le otorgaba de por vida cinco asignaciones sobre la Bailía de Huesca (cuyo valor era de hasta doscientas libras al año). De esa ciudad que Miguel tanto había amado y en la que se encontraba su idolatrada Universidad, una ciudad que le otorgó el nombramiento de Merino, reconociendo que lo hacía de esta forma en consideración a sus servicios y la mucha estimación qué le tenía.

En ese mismo año, enfermó el Rey Francisco I de Francia, preso tras la Batalla de Pavía en el Alcázar de Madrid, a causa de la melancolía y tristeza. Para acudir a esta grave dolencia, resolvió el Emperador irle a ver, y que fuera así mismo a curarle el doctor Miguel Zurita de Alfaro y así le envió una carta: “El Rey. Doctor D’Alfaro nuestro Médico, porque el Christianísimo Rey de Francia está con alguna indisposición, yo vos mando, que luego como está veáis, todas cosas dexadas, os partáis, y vais a la Villa de Madrid donde está, y le curéis todo el tiempo que fuere menester, como lo haríades a mi Real persona, que en ello seré servido, y vos irési a Alarcón, que le tiene en guarda, que él os guiará como lo avéis de hacer: Del Bosque de Segovia a cinco de setiembre de mil quinientos veinte y cinco años YO EL REY”.

Corriendo el año de 1529 asistió en Barcelona a la Emperatriz doña Isabel de crueles tercianas que la obligaron incluso a dictar testamento, en el cual añadía que, si muriese, avisaran al emperador para que proveyera lo más conveniente al buen gobierno de estos reinos. En este año, un Privilegio de Carlos V agraciaba al Doctor Zurita con el título de “Examinador Mayor por todos estos nuestros reinos y señoríos de todos los Físicos y Cirujanos y Boticarios y Embalsamadores y Herbolarios y Especieros y de todas las personas que en todo o en parte usan de los dichos oficios y de lo a ellos anexo e conexo e pertenecientes”.

Miguel Zurita investigó sobre el galenismo que llegaba gracias a textos árabes que presentaban la salud y la enfermedad como fenómenos naturales modificables por los hombres. Por entonces el Papa Inocencio III prohibía los libros médicos con ese sesgo. Este Pontífice imponía limitaciones en la práctica médica, primando la salvación del alma sobre la curación del enfermo, llegando a promulgar normas que imponían penas por el incumplimiento de este precepto.

No obstante parece que estas limitaciones no afectaron ni a la amplia biblioteca que poseía el doctor Miguel Zurita ni a las actuaciones de su práctica médica, el cual intentó en todo momento la curación del enfermo. Tanto es así que, en reconocimiento a su buen saber hacer, el célebre humanista italiano Lucio Marineo Sículo inmortalizó a Miguel, con una carta en la cual manifiesta que debía la vida a este médico.

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