Goya en Fuendetodos: Ignacio Zuloaga y Julio Alfonso

Memoria de otro tiempo: En el recuerdo de muchos, el de aquellos aragoneses que cumplieron con su deber en Fuendetodos.

Cronista de la Comarca de La Hoya de Huesca. Académico de la Real de San Luis
25 de Diciembre de 2022
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A Goya hoy
A Goya hoy

Fuendetodos, un pequeño pueblo cercano a Zaragoza, sin carretera y donde solamente llegaban algunos extranjeros o algún devoto del genial pintor, para contemplar con dolor como se hundía la casa natal del genial sordo, era lo que ocurría hace cien años, hasta que un buen día llegó a Zaragoza Ignacio Zuloaga y movió a unos cuantos zaragozanos invocando el nombre de Goya, y lo hizo de tal forma, que se organizó rápidamente una excursión para ver la casa natal de este artista, pero ante el estado en que se encontraba, se organizaron festivales y con su producto se compró la casa que muy pronto se transformó en museo de reproducciones fotográficas de sus obras. Así mismo, se adquirió un corral vecino donde se levantaron unas magníficas escuelas de niños dotadas con moderno material. Por último, debido al desprendimiento y al interés por Goya del artista Julio Antonio se pudo llevar a efecto en noviembre de 1920 la inauguración de un monumento que perpetuara la memoria de Francisco de Goya y Lucientes, hijo de aquella localidad.

Poco o nada se habló en aquellos días del otoño de 1920 de este monumento, pues solamente se presentaron a la inauguración aquellos amigos que habían trabajado para su consecución y algunos vecinos, siendo las palabras de Ignacio Zuloaga las que se escucharon diciendo…”Quisimos todos, que este instante no fuera solemne; y los es, sin embargo, lo es, a pesar nuestro. Tiene la solemnidad de la sencillez y de la emoción a cuyo conjuro parece despertar el alma aragonesa que afluye por esa lejanía, que desciende de esas cumbres peladas, brota en esos barrancos pedregosos y se posa en esta frente augusta, que es símbolo de una raza triunfante”.

A Goya 1922
A Goya 1922

Fueron momentos de emoción, mas si cabe cuando Zuloaga aseguraba: “Pasarán los años, se extinguirá tu vida, te alejarás para siempre del mundo dejando una estela de luz radiante que refulgirá en tus lienzos maravillosos y entonces como ahora en el paraje solitario, de tierras grises y cielo azul, sonará balbuciente la voz de un corazón conmovido que dirá estas palabras: Salve, Goya, divino rebelde indomable, gigante de la idea; mágico prodigio de la expresión”.  De esta forma, unos cuantos hombres, pequeños y oscuros, se atrevieron a ofrecer en este bronce que coronaba el pedestal de piedra, la gratitud del mundo entero.

Y en Fuendetodos se alza el monumento a Goya y Lucientes, visto y realizado por el artista Julio Alfonso (Julio Antonio Rodriguez Hernandez 1889-1919) como la herencia de este malogrado artista a sus amigos de Aragón, una obra que nos lo representa como lo vemos los aragoneses, no es el Goya teatral, ni el Goya viejo, regañón, que lo han dado en representar muchos artistas. La obra de Julio Alfonso lo muestra como el hombre fuerte y vigoroso como su propio arte, el luchador eterno como su raza.

Allí quedaba la columna de piedra gris, coronada por el busto de D. Francisco, besada por la sombra de la iglesia donde fue bautizado y como fondo los montes y las casas del lugar fabricadas con la misma tierra de esos montes. En ella, se dice: “Para que el espíritu del artista inmortal, que la gloria extendió por todo el mundo, viva en el pueblo que lo vio nacer. Erigen este monumento Ignacio Zuloaga y sus amigos”.

En el recuerdo de muchos, la memoria de aquellos aragoneses que cumplieron con su deber en Fuendetodos.

A Goya 1937
A Goya 1937

 

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