José Parés y Franques, estudiante de la Universidad Sertoriana y pionero de la medicina laboral en España

Su trilogía es la más importante e innovadora aportación española a la literatura médica laboral del siglo XVIII

Sergio Paúl
Studiosi Pro Universitate Sertoriana
12 de Febrero de 2023
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Los orígenes de la sanidad laboral, en la universidad de Huesca
Los orígenes de la sanidad laboral, en la universidad de Huesca

José Parés y Franques fue un estudiante de la Universidad Sertoriana a mediados del siglo XVIII. Nació en Mataró y obtuvo el grado de medicina por la Universidad Sertoriana de Huesca en 1745. Al parecer, intento en dos o tres ocasiones establecerse como profesor de la Universidad oscense, y tras un viaje por tierras francesas y ejercer la medicina por diferentes localidades españolas, recalará en la localidad Ciudadrealeña de Almadén donde fue médico de las Reales Minas de Almadén entre 1761 y 1798.

Su labor sanitaria y su experiencia vivencial e incluso naturalista en las minas quedó plasmada en una trilogía inédita dedicada al rey Carlos III. En ella sobresale su Catástrofe morboso de las minas mercuriales de la Villa de Almadén del Azogue, cuya redacción culminó en 1778, que es la más importante e innovadora aportación española a la literatura médica laboral del siglo XVIII, hasta el punto que se considera a Parés y Franques el creador de la sanidad laboral en España.

En esta Huesca ilustrada donde comienzan a llegar los aires de la Ilustración es donde Parés se forma

La trilogía se completa con dos obras de contenido eminentemente naturalista: La Apología de las Reales Minas de Almadén (1777) y La Descripción histórico-físico-médico-mineralógico-mercurial (1785), con cierto aire naturalista en algunos de sus capítulos, que nos recuerda a alguna de las obras de otro oscense contemporáneo y alumno de la Sertoriana como fue Félix de Azara.

Parés nació en Mataró en 1720 como comentábamos antes, en el seno de una familia burguesa con antepasados en el mundo de la medicina, ya que su abuelo era médico como nos indica Rafael Gil Bautista en su “Medicina y Minería en el Almadén del siglo XVIII”.

El motivo por el cual fue a estudiar a Huesca es un misterio, ya que competía con Zaragoza, la Universidad de Cervera más próxima geográficamente, o con otras universidades como Bolonia, Toulouse o Salamanca, a la que solían acudir a estudiar catalanes por motivo de prestigio. El profesor J. Mª Massons indica como motivo fundamental lo sencillo que era graduarse en la Universidad Sertoriana debido a ciertas “exenciones” que realizaba la Universidad para atraer alumnos.

Nosotros pensamos que más bien, detrás de su elección, estaría la situación convulsa que atravesaba Cataluña y especialmente el mundo universitario, tras suprimirse todas las facultades catalanas y unificarlas en la nueva Universidad de Cervera de reciente fundación (1717). También influiría la tradición de venir a estudiar catalanes a Huesca, especialmente derecho civil, pero también era habitual verlos matriculados en las otras facultades que había en la Universidad.

Los alumnos solían provenir preferentemente de la Cataluña central, donde payeses y artesanos con cierto nivel social y económico, eran poco dados a mandar a sus hijos a la turbulenta y cara Barcelona. Buscaban una rentabilidad del dinero que suponía invertir en la educación de sus hijos, mediante la obtención de un título que permitiera a sus descendientes alcanzar una buena posición social. Huesca “la amena”, con una Universidad de prestigio, precios más bajos que en Cataluña y una mayor tranquilidad social, era el lugar ideal para que los jóvenes de buena familia catalana obtuvieran una titulación que les asegurara una buena posición social.

De hecho, el mismo Massons reconoce en “La Facultad de Medicina y Cirugía de Huesca y los catalanes”, que se alcanzarían cifras máximas de alumnos catalanes en Huesca en el periodo 1720 a 1759, que es cuando José Parés y Franques estudio en Huesca.

El profesor Alfredo Méndez Navarro en su “Testimonio médico sobre las condiciones de vida y trabajo de los mineros de Almadén en la segunda mitad del siglo XVIII”, señala que intentó en varias ocasiones establecer como profesor en la Universidad Sertoriana, aspirando tanto a la catedra de Tercera de Medicina como también a la de Filosofía en dos ocasiones, 1745 y 1757 cuando curiosamente nunca obtuvo los grados mayores de la Universidad Sertoriana, es decir, nunca fue doctor, e incluso por lo que cuenta en sus obras es posible que ejerciera la medicina antes de obtener el grado de bachiller en Huesca.

En esta Huesca ilustrada donde comienzan a llegar los aires de la Ilustración es donde Parés se forma. A pesar de que no se suele nunca citar en las listas de ilustrados de Huesca o que se formaron en Huesca, la labor de Parés estaría en la línea de uno de los aspectos fundamentales que preocuparon a los ilustrados aragoneses, como fue la atención prestada a la sanidad pública, aunque generalmente se preocupaban más de cómo hacer que la atención sanitaria llegará a la mayor parte posible de la población, la correcta gestión de hospitales, el  establecimiento de fuentes, calidad de agua y las gestión de epidemias, más que ocuparse de la salud de los trabajadores. Parés fue pionero de la medicina laboral, posiblemente por las circunstancias de su vida que le llevaron a ser médico en las minas de Almadén.

Parés, tras dejar Huesca, viajó por Francia y especialmente por la Mancha, ejerciendo como médico en numerosas localidades manchegas, hasta establecerse en 1761 como médico al servicio de la Corona en las Reales Minas de Almadén y su Real Hospital, casando en la localidad donde tuvo 4 hijos.

Será en 1772 cuando, al parecer, reciba el encargo de la Superintendencia General de Azogues, de realizar un estudio sobre las condiciones de vida de los mineros y su salud, y de dicho encargo surgirá su obra Catástrofe morboso de las minas mercuriales de la Villa de Almadén del Azogue.

Parés aporta en la obra una clasificación de enfermedades físicas y otras catalogadas como morales (hoy diríamos psicológicas), y las relaciona directamente con la acción del mercurio. La descripción de las condiciones de vida de los mineros expuestas en el libro son terribles, hasta el punto de que el relato parece que produjo incomodidad en sus superiores, pese a que su visión ilustrada basada en el lema, “laisez faire, laisser passer”, planteaba que las penosas condiciones de vida de los mineros del mercurio, como una  situación  inevitable y natural, acorde al trabajo que tenían que desempeñar. Parés siempre parece preocupado por obtener el máximo rendimiento de los trabajadores y para ello intentar procurarles la mejor salud posible, pero en su libro no se aboga por intentar cambiar la situación.

Parés siempre parece preocupado por obtener el máximo rendimiento de los trabajadores y para ello intentar procurarles la mejor salud

Las otras dos obras antes citadas, La Apología de las Reales Minas de Almadén (1777) y La Descripción histórico-físico-médico-mineralógico-mercurial (1785), tienen un carácter de repaso histórico y natural de la historia de las minas de Almadén, pero no aporta tantos datos sobre las condiciones sanitarias o de vida de los mineros.

Parés falleció en 1798. Su obra no fue nunca publicada, lo que ha hecho que fuera un gran desconocido este estudiante de la Universidad Sertoriana que fue el pionero de la medicina laboral en España. El motivo por el cual no se publica, a pesar de que no puede asegurarse por no haber ninguna noticia en este sentido, sería que estas obras no estarían bien vistas por los superiores de Parés, ya que suponían una denuncia de las lamentables condiciones de vida de los mineros de Almadén, cuando precisamente las autoridades españolas estaban empeñadas en demostrar que no era nocivo para la salud de los trabajadores el manejo del mercurio, para de ese modo no tener que asignar tantos fondos asistenciales a las minas para ayudar a los mineros en situación precaria de salud. Quizás la incomodidad que generó su obra hizo que sus superiores no le concedieran hasta unos meses antes de morir en 1798 el título de “Médico de la Real Familia”, cuando lo había solicitado en 1784, nada más acabar su trilogía.

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