En los primeros días de junio de 1925, la ciudad era un hervidero de comentarios y de expectativas. Se preparaba la inauguración oficial del teatro Olimpia, nada menos que con la actuación programada del gran tenor Miguel Fleta, pero que circunstancias ajenas a la empresa y al artista hacían retrasar esta actuación, porque en Zaragoza los insistentes deseos del público lograban que esta presencia y actuación en Huesca se retrasara un par de días, al igual que sucedería con las siguientes actuaciones programadas por el tenor en Alicante, Granada y otras poblaciones.
El mismo Fleta, en Albalate de Cinca, el lunes día 1 les había dicho a sus paisanos: “Quiero que vengáis a Huesca a oírme Rigoleto”, pero la verdad era que resultaba difícil, pues el pedido de localidades era abrumador y el día tres se ponían a la venta butacas de pasillo. Todo eran noticias, la compra del piano Pleyer por el Sr. Pie y elegido por el maestro D. Hipólito Rodriguez, el reparto de programas de las dos óperas luciendo hermosos clichés del nuevo teatro, a la vez que se anunciaba en la prensa que muy pronto, tras la actuación de Miguel Fleta, se inauguraría la temporada de Cine con la extraordinaria película, cumbre de la cinematografía española “para toda las vida”, obra inédita escrita exprofeso para el cine por Dn. Jacinto Benavente (premio Nobel). Curiosamente, al anunciarla, se asegura que se trata de un drama español “sin españoladas”, antes bien, una bella creación dramática.
La expectación para oír al gran Fleta, quedaba el día 9 plenamente satisfecha tan sólo al contemplar la extraordinaria animación y el aspecto de gran urbe que ofrecían las calles de la ciudad, manifestando El Diario de Huesca, que lo ofrecido en el Teatro Olimpia era sin duda alguna un “Programa monstruo”, a la vez que incluía en su primera página unos versos dedicados a Miguel Fleta de la pluma de Juan del Triso, bajo la caricatura a lápiz de Pepe March, cuatro versos entre ellos: ”Este es quien en el Olimpia/ si no le entra la ronquera / hoy cantará el ¡Ay-Ay-Ay! / y una jota rondadera”. Por otra parte, Simón Ena, bajo el título “Eres nuestro”, glosaba la inquietud del espíritu que no se amolda a ser uno más en su tierra, y recorre el largo camino en busca de la gloria y fortuna; con ese algo aventurero que se cobija en toda predestinación.
Mucho era lo ofrecido a la ciudad de Huesca en estos días, tanto en el recital de Fleta como en el Concierto de la Compañía Real, que había sido un gran éxito, pero también, en esa misma semana, dos estrenos cinematográficos colocaban a la ciudad a la cabeza de las proyecciones de la principales salas de España y así lo aseveraba El Diario de Huesca, que siguiendo con sus principios informativos, como igualmente de su deseo de prestar los mejores progresos para los lectores, hacía la que sería la primera “Sobreimpresión” ( Así denominado en el ámbito de la imprenta, el imprimir un anuncio sobre un fondo existente de periódico, especialmente en la primera página, haciendo que el color del anuncio se superpongan al color del fondo, creando así un nuevo mensaje destacado). Esto que tardaría en ser introducido 50/60 años después por medio del Offset como sistema de impresión en la prensa española, lo cual constituiría un salto cualitativo importante para la instalación del color en los periódicos, se hacía en el año 1925 en Huesca.
El domingo 7 de junio con el nº 15891, veía la luz El Diario de Huesca con su primera página de verdadero contenido interesante, porque además de La Fiesta de la Flor, un texto sobre Camilo Flamarión, Riegos del Alto Aragón con el Pantano de la Sotonera, el éxito de Fleta, los resultados de los partidos de la Olimpiada de Amberes, más un pequeño anuncio de la Farmacia Nueva del licenciado Gascón de Gotor, avisando que durante todo el mes estaría abierta todo el día, sobre todo ello, la “sobreimpresión” en tinta gris que permitía a su vez la lectura de las noticias, anunciaba: “El Jorobado de Nuestra Señora de París, que se estrenará hoy exclusivamente en le ODEON”, enmarcándose en las cuatro esquinas de la página la palabra Éxito.
Se trataba de una película calificada como el “asombro de los asombros”, el éxito en todos los teatros que había sido proyectada, una filmación joya de la “Universal Film”, que había durado mas de año y medio costando 1.550.000 dólares, cautivando las escenas que se desarrollaban con la Fiesta de los Tontos, la famosa Corte de los Milagros, el Grandioso monumento de Nuestra Señora, y muy especialmente la labor de Lon Chaney en su papel de Quasimodo, el jorabado, quien estrujaba su cuerpo de galán hasta llegar a causar terror. En suma, Nuestra Señora de Paris era innegablemente en aquellas fechas, el más preciado tesoro cinematográfico; el libro de oro de Victor Hugo llevado a la pantalla, por lo que bien se merecía el nuevo anuncio que le había dedicado El Diario de Huesca, marcando claro está un precedente.