Juan Crisóstomo Benito de Oloriz era hijo de don Ambrosio Oloriz, coronel de un regimiento y Maestro Racional de Aragón (Cargo que controlaba la gestión del Patrimonio Real y todos sus ingresos y gastos) y de su esposa doña Manuela Nadal. Había nacido en Zaragoza en el año de 1711, siendo sus propios padres quienes depositaron en él sus más piadosos cuidados, y fruto de éstos fue que este joven profesara con 13 años en el Monacato Cisterciense y más concretamente, en el Real Monasterio de Santa Fe, situado entre Cuarte y Cadetre, en tierras del señorío de los Pérez Zapata, demostrando desde 1724 unos talentos propios hacia el Magisterio, los cuales, unidos a sus inclinaciones piadosas, le convirtieron en maestro de los novicios.
Posteriormente, siguiendo la Constitución “Fulgens sicut Stella Matutina o Benedictina” que regulaba las relaciones que mantenía la Orden con los estudios intelectuales, en que los monasterios debían enviar a dos de sus miembros como mínimo a los Colegios o Universidades, Fray Juan Crisóstomo era enviado a la ciudad de Huesca, al colegio cisterciense de San Bernardo de la Universidad Sertoriana donde fue catedrático de Prima y destacó por sus grandes dotes literarias, las que mostró patentemente en su obra “Oración Panegírica en la fiesta de la Purísima Concepción de María” que era publicada en el año de 1732. Igualmente, sería invitado a predicar en la ciudad de Zaragoza, el día tercero de la Pascua del Espíritu Santo, en el Metropolitano Templo del Salvador en 1733, cuyo texto vería la luz editado por la Imprenta Real.
Su trabajo “Desagravio de las perfecta oratoria” en cinco disertaciones apologéticas para convencer a la malicia, y "desengañar a las ignorancias”, que fue editado con licencia por José Fort en Zaragoza el año 1735, firmado como Catedrático de Teología en el Real Colegio de San Bernardo de Huesca, fue un libro retirado por la Santa Inquisición, si bien no todos sus ejemplares. Siguió Oloriz demostrando sus dotes y trabajos literarios dentro de la Universidad Sertoriana, que lo hicieron acreedor al grado de “Maestro de Justicia“ y la Real Academia Española de la Lengua lo admitió en su seno como individuo el 4 de julio de 1737 y la Santa Inquisición de Aragón lo nombró Calificador el 17 de febrero de 1739.
Desde 1726 Fray Benito Gerónimo Feijoo venía publicando su “Teatro Crítico Universal” (fue una de las obras contemporáneas elegidas por la Real Academia Española, para explicar el uso de las voces y modos de hablar), estaba compuesto finalmente por 9 volúmenes, y precisamente el 7º volumen que aparecería en 1736 y su aprobación sería encargada a Fray Crisóstomo Oloriz, catedrático de Teología del Real Colegio de San Bernardo de la Universidad de Huesca, quien no dudó en escribir: “Al Rmo Feijoo sólo le había de censurar quien fuese otro" Feijoo en el discurrir: pero como hallar otro Feijoo es más difícil que encontrar el hombre que buscaba Diógenes (XXI) es preciso que apruebe esta Obra, quien no puede remontar los elogios a su esfera”.
La Congregación Benedictina Cisterciense de los reinos de Aragón y Navarra, reunidos en el Monasterio de Veruela el 2 de mayo de 1741, lo eligió para elevar la oración antes de proceder a la elección de su Vicario General de la Congregación, pues, como excelente orador sagrado, era llamado para las grandes festividades religiosas celebradas en Huesca y Zaragoza, demostrando siempre su agudo ingenio, pero también su gran capacidad y extraordinaria vivacidad y aplicación a las humanas y divinas letras. Su vasta literatura y sabios conocimientos de todo género de bellas artes le llevaron a dar a la imprenta su extenso trabajo “Molestias de el trato humano, declaradas con reflexiones políticas” donde figura ya, entre otros cargos, como ex-catedrático de Prima del Real Colegio de San Bernardo de la Universidad de Huesca, que ve la luz el año 1745 y será reeditado numerosas veces por su importancia e interés social. Podemos ver cómo a través de dos siglos y medio sigue siendo de interés, pues la última reedición que tenemos localizada es la de Editorial Altafulla en el año 2001, quedando así patente el bien saber hacer de este profesor Sertoriano.
Sin dejar sus obligaciones respecto al Real Colegio de San Bernardo y las clases en la Universidad Sertoriana, víctima de sus profundas meditaciones y serios estudios, nos dice Latassa que murió para el orbe literario algunos años antes de que llegara el fin de sus días, porque, durante una de sus clases, sufrió un duro ataque de epilepsia ante sus alumnos que le obligó a suspender por completo sus actividades educativas. Pero, digno de un verdadero monje y penetrado de los más vivos sentimientos que inspiraba la Religión se retiraba al Monasterio de Santa Fé de Zaragoza, dedicado a la meditación, aunque entre ataques sucesivos de su enfermedad, y momentos de lúcida reflexión, escribió y dio a la imprenta “Duda contra certeza y certeza contra duda” , una serie de “Novenarios”, más “ Cinco Libros de Cuaresma”.
Y si la enfermedad de epilepsia no le hubiera perjudicado, quedaba en su celda una ingeniosa obra, un monumento eterno de su ingenio, delicado gusto y recto juicio, un gran trabajo que había iniciado con el título “Idea de Dios”, obra que tenía la sublimidad y majestad de un poema épico, aunque en prosa, pero su cerebro herido tras sucesivos ataques no pudo defender contra el aprovechado y falso erudito que lo visitó y le sacó todos los originales que tenía trabajado.
Falleció el 17 de junio de 1783 a los 74 años de edad, dejando en su celda numerosas memorias y cuadernos, más una extensa obra sobre la vida de San Bernardo Abad.