Pedro IV y el Señor San Jorge

Memoria de otro tiempo: el brazo-relicario del santo y la obsesión de los monarcas aragoneses por hacerse con piezas de la santidad

Cronista de la Comarca de La Hoya de Huesca. Académico de la Real de San Luis
23 de Abril de 2023
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Brazo-relicario de San Jorge
Brazo-relicario de San Jorge

Desde la protección a las huestes de Pedro I de Aragón en la célebre batalla del Alcoraz, por parte del señor San Jorge, la casa real Aragonesa demostró a través de los siglos su devoción a este santo, siendo a partir de este siglo XI cuando comienza además un desmesurado interés de los monarcas por reunir el mayor número de reliquias de Santos y Mártires con las que dotar no sólo su Capilla Real, sino las iglesias y monasterios de su territorio; por ello, cuando se desplegaron las cruzadas a Tierra Santa, se multiplicaron las peregrinaciones a Jerusalén, Roma y Compostela, máxime cuando el “Codex Calistinus” recomendaba que durante la peregrinación debían visitarse 23 cuerpos santos o reliquias, no es de extrañar que como llegó a afirmar un especialista eclesiástico, surgiera una desmesurada avidez por adquirir reliquias que llevó a un momento en el cual se compraban, se vendían, se robaban, e incluso se inventaban. El problema acerca de las reliquias era que dado el origen del cristianismo, fueron numerosos los casos de mártires y santos cuyos restos descansaban en el Próximo Oriente o en Tierras Griegas, produciéndose un tráfico de reliquias importante durante la Edad media.

Pedro IV el Ceremonioso deseaba a toda costa poder disponer de unas reliquias de Santa Bárbara, Santa Tecla y muy especialmente del señor San Jorge, Patrón e Intercesor de la Casa de Aragón, que contaba ya con numerosas muestras de culto por todos los territorios de la Corona, y así ordenó su búsqueda, a tal efecto, envió desde Cerdeña a un agente para hablar con los Síndicos de Atenas, en la creencia de que posteriormente al saqueo de Constantinopla, la cabeza de San Jorge estaba en el castillo griego de Livadia.  Muchas fueron sus pesquisas y abundantes fueron sus deseos de poseer una reliquia de este santo, pues según sus palabras pretendía edificar un gran monasterio de nobles bajo su advocación. Pero si sus esfuerzos diplomáticos no tuvieron éxito, le llegaría la recompensa con la reliquia del Brazo de San Jorge por parte de su prima, la reina Leonor de Aragon y Foix, reina de Chipre.

Tumba conmemorativa de San Jorge
Tumba conmemorativa de San Jorge

Había sido precisamente Pedro IV de Aragon quien en el año 1353 arregló la boda de su prima Leonor con el rey Pedro I de Chipre, por lo cual Leonor era reina de Chipre y reina titular de Jerusalén y Armenia, la cual era poseedora del Brazo-relicario  de San Jorge que había pertenecido al rey Hugo IV de Chipre y pasó a manos de la reina Leonor antes de que él partiera en una expedición para recuperar Jerusalén.

La historia de este Brazo-Relicario tiene un momento importante en la historia, cuando en el año 1377 la reina Leonor hizo donación del mismo a Pedro IV de Aragón, que veía finalmente colmados sus deseos de poder orar al Patrón de Aragón ante su reliquia, la cual en 1396 figuraba en el inventario de la Capilla Real, al igual que en el inventario realizado en 1410 tras la muerte de Martín I el Humano.

Originalmente contenía un hueso del santo y estaba decorado con elementos que representaban las armas de la Corona de Chipre. Sin embargo, en el siglo XVII, se añadieron más detalles decorativos y de contenido como escudos y figuras de santos. El relicario fue entregado a la Catedral de Valencia y representaba un brazo sobre peana, con un hueco para ver la teca con La reliquia.

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