Los primeros Institutos oscenses incorporados a la Universidad Sertoriana

Laura Alins Rami
Studiosi pro Universitate Sertoriana
30 de Octubre de 2022
Guardar
Colegio de los Escolapios de Barbastro
Colegio de los Escolapios de Barbastro

El decreto del 12 de agosto de 1838, debido al ministro Someruelos,  permitía el establecimiento de Colegios de Humanidades y Filosofía de enseñanza secundaria, en los que se podría impartir, al igual que en las universidades, los tres primeros cursos de Filosofía (o Instituciones Filosóficas), necesarios para obtener el grado de bachiller, que capacitaba al alumno  para  incorporarse a una facultad mayor. Estos Colegios de segunda enseñanza o Institutos Literarios quedarían adscritos o incorporados a la universidad más próxima,  que examinaría y  calificaría, a fin de curso, a los colegiales. Hasta este momento el Grado de bachiller en Filosofía se cursaba exclusivamente en las universidades, dentro de su Facultad menor de Artes o Filosofía

A raíz de este decreto se crearon en la provincia de Huesca los Institutos de Barbastro (octubre de 1841), Jaca (septiembre de 1841) y Tamarite (octubre de 1840), incorporados a las Universidad Sertoriana. Los tres se sostuvieron con las matrículas de los alumnos (la cuota de matrícula, como en la Universidad, fue de 120 reales), con algunas rentas propias y con una pequeña ayuda del Ayuntamiento; el Estado no colaboró en su financiación. No conocemos el monto de tales cantidades, aunque, sin duda, debió ser escasa e  insuficiente.

Los Institutos Literarios de Barbastro y Tamarite se ayudaron de su  tradición docente porque ya gozaban de la categoría de Colegios de Humanidades de primera enseñanza - Escuelas  Pías- . El de Jaca impartió la instrucción primaria elemental y superior a partir de septiembre de 1841, requisito a observar por cualquier instituto que solicitase la incorporación.

Los autores y asignaturas a estudiar fueron los mismos que en los cursos correspondientes de la Universidad de Huesca, pues, en definitiva,  los Institutos se acogieron al plan de estudios de esta  Universidad de la cual dependían. A su vez la Universidad se ajustó al Arreglo Provisional de Estudios de 1836,  que facultaba al catedrático para elegir el autor o autores de los textos, o incluso para no elegir ninguno.

Consultada la Universidad, por el Director del Instituto de Jaca, sobre los libros observados para Filosofía, Don Jorge Sichar relacionó  los utilizados en el curso anterior, 1840-41. Entre los reseñados aparecen los textos  de Jacquier y de Baldinoti, ya un tanto trasnochados. Nos llama la atención especialmente el primero de ellos, porque este autor ya había sido excluido del Plan de Estudios de la Universidad de Huesca de 1836-37. Afortunadamente, junto a estos textos, Sichar proponía otros de intención más científica e innovadora, como Lafuente y Lacroix (Filosofía), Nollet (Física Experimental),  Locke (que suponía una incipiente apertura hacia el empirismo inglés), Abate Andrés (Literatura)... Las asignaturas impartidas fueron Lógica, Ontología y Matemáticas, en primero; Física General y Particular, en segundo y Metafísica y Ética en tercero; además, Geografía y Gramática General.

La vida de los tres Institutos fue muy exigua. Los de Jaca y Barbastro perecieron con la Universidad de  Huesca cuando ésta fue suprimida en 1845.  El de Tamarite ya había cerrado sus puertas en 1842. Cuatro cursos de vida para los dos primeros y dos para el último. Al ser clausurada la Universidad de Huesca se constituyó en Instituto Literario, pasando a ser éste el único de la provincia en 1845.

Concluido el curso académico, a finales de junio o principios de julio, los alumnos de los Institutos de Jaca y Barbastro eran examinados en la Universidad; realizaban una prueba oral y otra escrita. Firmaron las actas de calificación final los doctores y catedráticos de Instituciones Filosóficas de la Sertoriana, Pascual Gonzalbo, Mariano Ena y Martín Palacín; además de ellos, a partir de 1843, el licenciado y catedrático sustituto Mauricio María Martínez, y, en los dos últimos cursos, también, el doctor Vicente Domingo. Los alumnos de Tamarite fueron examinados a fin de curso en el propio Instituto, siguiendo las normas emanadas de la Universidad. En los dos cursos escolares rubricó el acta de calificación final el Director del Instituto, Pedro Crespo.

En cuanto a las calificaciones, aunque no hubo ningún suspenso, fueron menos brillantes que las obtenidas por el alumnado que cursó Filosofía en la Universidad. En el conjunto de años escolares  el número de “aprobados” superó ampliamente el de “notablemente aprovechado”, y sólo se otorgó un sobresaliente en Tamarite.

El número de alumnos fue muy reducido. En el Instituto de las Escuelas Pías de Barbastro se matricularon 12, 24, 21 y 18 alumnos (entre primero, segundo y tercer curso) respectivamente en cada uno de sus cuatro años de vida. Este alumnado procedía fundamentalmente de Barbastro y, en número más limitado, de villas próximas de su diócesis (Selgua, Fonz,  Laluenga, Pertusa,  Perarrúa, Albelda,  Olvena, Peralta de la Sal, Estadilla, Castillazuelo y Fraga).

También en el Instituto jaqués la mayoría de los estudiantes (10, 18, 14 y 19, respectivamente en cada curso escolar) era de Jaca; dos de  Javierrelatre y Yebra, y,  curiosamente, otros de lugares más alejados (Cejín, Ferrol, Ávila, Madrid, Plasencia, León, Pamplona y Zaragoza).

En Tamarite el número de alumnos fue mínimo, 6 y 7, respectivamente en cada uno de los dos cursos escolares, y su área de influencia se redujo a La Litera. En su primer curso  de vida 1940-41,  el importe de todo lo recaudado por el establecimiento para su sustento fue de 352 reales vellón. El Instituto debió cerrar sus puertas a causa del poco número de alumnos y de la dificultad para financiarse.

Los Institutos de Jaca, Barbastro y Tamarite, representaron  un primer e interesante intento de establecer la enseñanza secundaria en la provincia de Huesca. Los tres nacieron tan pronto como las disposiciones gubernamentales lo permitieron, y lucharon, en medio de dificultades, por mantenerse.  Nuestros pueblos también quisieron respirar esos vientos innovadores  hacia la generalización de la enseñanza media y hacia la secularización de la instrucción pública. Establecer  tres institutos prácticamente al mismo tiempo, en una provincia pequeña como Huesca, fue síntoma de inquietud e ilusión.

Pero los primeros institutos españoles nacieron en un clima hostil,  los tiempos andaban demasiado revueltos para ser propicios a este tipo de creaciones,  y  no recibieron un impulso vigoroso y eficaz hasta finales de 1845. Los tres Institutos de Huesca desafortunadamente sufrieron el desamparo    de la administración en un momento de dificultades políticas  y económicas,   todo ello junto a la supresión de la Universidad, hizo inviable la continuidad de estos centros educativos que mantuvieron  su funcionamiento como colegios de enseñanza primaria.

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante