De redes y de pandemias

El 26 de enero se cumplirán los veinte años desde que el autor cuelga una acuarela o dibujo para dar los buenos días

Fernando Alvira Banzo
Profesor y pintor
22 de Septiembre de 2022
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El paisaje viajado que Fernando Alvira colgará en las redes el 26 de enero
El paisaje viajado que Fernando Alvira colgará en las redes el 26 de enero

Acabo de colgar en la página güeb que gestiono desde este trasto con el que escribo, la acuarela que aparecerá dios mediante como decían mis mayores el día 26 de enero del próximo año. La página paisajesviajados.com, que se puso en funcionamiento en la primavera de 2003 y utilicé los últimos años de trabajo en la Universidad como un recurso más en el aula, hará ese día veinte años si contamos las necesarias jornadas de pruebas durante los últimos días del invierno.

A partir del momento de la jubilación, la decisión de publicar en el feisbuc una acuarela o un dibujo diario con el solo texto “Buenos días” (para que no todo fuera al plato de la balanza de las protestas, insultos y murmuraciones en la red social que utilizo pese a sus muchos detractores) trajo consigo la necesidad de pintar al menos una aguada al día. Y así ocurrió con variable regularidad durante el lustro siguiente… hasta la pandemia. Que en mi opinión nos cambió en muchos aspectos y en casi todos para peor. La vuelta a la normalidad ha sido a una normalidad diferente, que hace que todos parezcamos un poco atacados de algo, como si hubiéramos dejado de tener el gusto de conocernos o algo así.

El encierro obligatorio –incluso con la posibilidad de tener que pasear tres veces a mi añorado Nair­– fue lo único que provocó en quien suscribe, como diría cualquier estudiante antiguo de comercio, un efecto positivo. Lo de al menos una al día pasó a convertirse en varias habida cuenta la imposibilidad de abandonar el ámbito familiar, la escasa necesidad de espacio que lleva consigo la pintura de la acuarela, lo relajado que estaba ya por la edad mi compañero cuadrúpedo y lo poco aficionado a la lectura y hasta a la tele que me han vuelto los años.

Las trescientas y pico de 2019 pasaron a ser quinientas treinta y tantas el siguiente año…  La posibilidad de dejarlas colgadas en las nubes (o en la nube para los puretas de la informática que haberlos haylos) para que vayan cayendo con nocturnidad en la página en los primeros cinco minutos del día, es lo que ha hecho que a la que he acabado antes de ponerme en articulista le haya tocado ser depositada en la red general y programada para ese cuarto jueves del primer mes del próximo año. Y como quien no quiere la cosa me he llevado un pequeño sobresalto.

Lo de tener una segunda existencia virtual en una malla me ha sonado de siempre fatal; parece como si fuéramos peces y ni siquiera pececillos nadando entre burbujas y bancos de coral en plan Disney sino ya atrapados en el aparejo… no me gusta. La existencia tal y como la conocíamos antes de la llegada de esa pandemia electrónica, que eso si que ha resultado una verdadera pandemia creciente y sin posibilidad de vacuna conocida, puede llenar del todo una vida. Solo hay que hacer un mínimo esfuerzo para sentirla en cada cambio de luz y sonido y disfrutarla como si se tratara de un producto de proximidad, saborear las imágenes y los sonidos infinitos que ofrece la naturaleza sin adentrarse por espacios virtuales añadidos e innecesarios. Percibir  y disfrutar las microsatisfacciones que la realidad nos brinda cada momento.

Tengo a veces la sensación, pero además hoy me ha sacudido con una mayor intensidad, de que me estoy pasando cuatro pueblos dando por supuesto que en la madrugada de ese día podré trasladar la acuarela de la página güeb al feisbuc; algo que no he sabido automatizar a pesar de los avances en el manejo de los nuevos sistemas de comunicación o de incomunicación, vaya usted a saber, y a pesar de que supongo no debe de ser demasiado complicado. El paso lo sigo haciendo a pedal cada mañana desde el teléfono intentando de paso no perderme ni un solo amanecer… y nadie me garantiza que pueda estar pedaleando dentro de cuatro meses.

Pese a lo trágico que pueda parecer el comentario, la situación no pasa de sainete tragicómico si se ubica en el absurdo general de la existencia, eso en lo que no queremos pensar y que, al parecer, necesita cada día nuevas distracciones y mundos nuevos que para eso si que están adecuadamente desarrollados los modernos sistemas de comunicación, las redes sociales y el total de las redes. Para jugar al despiste.

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