Servet, Quintana, Montearagón y la Sertoriana

Este viernes 27 de octubre se cumplen 470 años de la ejecución de Miguel Servet en Ginebra

Bizén d'o Río, San Lorenzo, blanco y verde y albahaca. La oración va por dentro
Studiosi pro Universitate Sertoriana
26 de Octubre de 2023
Guardar
Miguel Servet
Miguel Servet

No se puede afirmar documentalmente que Miguel Servet estudiara en la Universidad de Lérida, en la de Zaragoza o en la Sertoriana de Huesca, pero coinciden todos los investigadores que sobre su vida han tratado que, nacido en Villanueva de Sijena el 9 de septiembre de 1511, aprendió las primeras letras en el Monasterio de Santa María, y que a la edad de nueve años lo trasladó su padre, notario de Villanueva, a la ciudad de Huesca, y desde 1920 lo encontramos en la Abadía de Montearagón, centro de poder y cultura además de centro espiritual del cual dependían más de cien parroquias altoaragonesas. Allí, de los 22 canónigos que completan el claustro con el Abad, quince son profesores o vinculados  a la Universidad Sertoriana, entre los que se encuentra Juan de Quintana, a quien se encomienda como pupilo al joven Miguel.

Las enseñanzas impartidas por los clérigos en cuanto al orden científico, la presencia de las culturas como la griega, cristiana, judía y arábiga contribuían a una rica confrontación de concepciones  e ideologías. Por otra parte, entre sus canónigos pervivió gracias a su biblioteca y sus doctos miembros un deseo de volver a los antiguos valores de Grecia y Roma, comenzando entre sus muros de alguna forma el inicio del Humanismo renacentista, humanismo que caracterizó al Renacimiento.

Acompañando a su mentor Quintana, Miguel Servet recorre las Alpujarras, tratando el asunto de los moriscos, viaja a Toledo y ayuda a su mentor en la redacción del edicto contra los Alumbrados en 1925, igual que enValladolid, donde asiste al juicio teológico sobre la ortodoxia de la doctrina de Erasmo en 1527, allí entra en contacto con la Escuela de Traductores, como, igualmente acompañando a Quintana, está en Monzón, Sevilla, Granada, Madrid, Valencia, a la vez que va haciendo acopio de enseñanzas y conocimientos creciendo su formación, junto a la lectura de algunos libros de aire heterodoxo que poseía Quintana, quien es miembro de una comisión de estudios sobre la Secta de los Alumbrados. Por otra parte, sabemos de su estancia en la Casa  llamada de los Canónigos en la ciudad de Huesca, suponiendo que asistirá  a las clases de su mentor (aunque sea de oyente y no matriculado). Igualmente, es testigo directo de la disputa  acerca de la toma de posesión del nuevo Abad de Montearagón, suscitada entre Alonso de So Castro y Pinós, presentado como sucesor por el arzobispo D. Alonso, y enfrentado con D. Pedro Jordán de Urriés presentado  por el rey Carlos V, que además es propuesto candidato a la Cancillería del Estudio Oscense (Universidad Sertoriana) quedando impresionado por la vorágine de las tensiones y acontecimientos.

Su aprendizaje quedó interrumpido por su padre en  1528, quien, decidido a que estudiara Derecho con vistas a una carrera en la abogacía o en la administración,  lo envía a la Universidad de Toulouse en Francia, momento en el cual, con diecisiete años, con un amplio y profundo bagaje de conocimientos (latín, griego, hebreo, matemáticas, geografía, astronomía, gramática, filosofía y teología), abandona Aragón, pero los deseos de su padre se verán truncados por la vocación del hijo, y entre discusiones sobre Erasmo y Lutero, Servet terminará su estancia en Toulouse en 1529 y pasa a encontrarse con Juan de Quintana, uniéndose a la comitiva del Emperador Carlos V en su coronación en Bolonia por el Papa Clemente VII.

Son unos tiempos en los que una inquieta curiosidad  intelectual invade e impulsa a los pensadores renacentistas a profundizar en la Biblia y, sobre todo, a meditar acerca de su contenido y de los significados y mensajes que en ella se encierran. Por esto, se lanzan a investigar o divulgar sus opiniones y en esto se encuentra Miguel Servet, una mezcla de autodidacta y de libre creyente, y con esta independencia que constituye precisamente su valor y su gloria. A pesar de su juventud, impresionado por el hecho de que la doctrina de la Trinidad supusiera gran obstáculo para la evangelización de los árabes y judíos, releyó la Biblia sorprendido al ver el texto sagrado donde no se mencionaba el concepto de Trinidad, ni se definía, lo cual le hizo afirmar en varias ocasiones: “Leed la Biblia una y mil veces, os lo suplico, si no le tenéis gusto es que habéis perdido la llave del conocimiento”.

Resultó sospechoso igualmente a católicos y protestantes tras la publicación de su libro “De Trinitatis Erroribus”, que fue publicado en Haguenau en 1531. Por otra parte, en España, al no poder ser juzgado por la Justicia Ordinaria al ser Infanzón, fue  juzgado por la Inquisición, que hizo que su propia familia lo considera heterodoxo. De ello, nos queda como prueba irrecusable un retablo expiatorio en el templo parroquial de Villanueva de Sijena dedicado precisamente a la Trinidad, no a Santa Catalina, como se ha dicho por algunos historiadores, realizándose esta ofrenda por unos horrorizados familiares de Servet que habían visto quemar su imagen por orden de la Inquisición ante las puertas de ese mismo templo. Por ello, son quienes lo sufragan y es consagrado solamente cinco años después de su ejecución, con lo que es previsible que hubiera sido encargado al poco tiempo de su muerte en expiación de su libro “De Trinitatis Erroribus”. Retablo que está presidido en su cuerpo central por  un lienzo con la imagen de Santa Catalina mártir, coronado por la representación de un descendimiento, y a ambos lados, representados la madre, Catalina Conesa, infanzona, viuda y su hijo Juan Serveto de Revés, Rector de Poleñino, hermano de Miguel. El texto de la dedicación y el escudo de la familia.

Juan de Quintana, hallándose en Ratisbona, concibió una justa indignación cuando supo que se habían puesto venales en aquella ciudad algunos ejemplares de “Trinitatis Erroribus”, ese perverso libro, como lo refiere Oderico Reynaldo en sus “Anales Eclesiásticos”, o Lorenzo Surio en los “Comentarios Históricos” de su tiempo, pero este clérigo oscense, doctor en Teología, que había sido profesor de Servet, cayó en desgracia al descubrirse esta publicación, si bien, por mediación de Hugo de Urriés le fue concedido el abadiazgo de Montearagón.

Fue la publicación de este libro la provocada retirada de Quintana y lo que hace sufrir a Servet una sañuda  persecución, haciéndole cambiar de apellido durante su permanencia en Francia. Allí se hace llamar Michel de Villeneuve (Miguel de Villanueva) hasta que el mismo Calvino, al paso de Miguel por Ginebra camino de Italia donde esperan al perseguido en la casa franciscana de Porticella, olfatea la verdadera personalidad del aragonés antitrinitario, lo manda prender, y lo procesa como heresiarca, es decir, promotor de herejía. ¿Pero en que consistía la herejía de Servet?

En su negación de las tres personas de la Santísima Trinidad; pues según Servet; se trataba de tres aspectos diferentes de la Divinidad.

En su obra “De Cristianismi Restitutio”, Servet ya se había manifestado como libre creyente y en unos de los pasajes de esa obra, hace la descripción científica de la “circulación pulmonar de la sangre”. Por otra parte, importantísima había sido la colaboración de Miguel Servet a la “Geografía de Ptolomeo”, una obra considerada en la Edad Media como verdadero monumento de ciencia y que las sucesivas ediciones habían incorporado algunos relatos apócrifos y demenciales añadiduras, llegando a falsear el texto auténtico. Trabajo que le fue encargado por los hermanos editores Melchor y Gaspar Trechsel deseosos de restituir el texto primitivo de Ptolomeo y al cual se entregó Servet haciendo eruditas investigaciones. Eliseo Rude, asombrado de la ciencia geográfica del aragonés, aseguró de él que era “uno de los hombres de adivinación científica de los que, apenas se encuentran diez o doce en la historia de toda la humanidad”.

En 1537, Servet, aconsejado por Sinforiano Champier, se había  trasladado por segunda vez a París para estudiar Medicina. Allí escribe su conocido Tratado Universal sobre los Jarabes “Syroporum Universa Ratio” del que se imprimieron varias ediciones.

Calvino acusó al pensador aragonés del panteísmo. Castelar, que dijo que “Servet es el Copérnico de la fisiología, como Copérnico es el Servet de la Astronomía”, es igualmente quien  nos relata en su obra “La Revolución religiosa”, cómo yendo a visitar el reformador Calvino al acusado, dio con el pie en el suelo y preguntó: ¿Te atreverás a decir que este suelo que piso es Dios? ; ¿Puedes dudarlo? Le replicó el testarudo aragonés.

Calvino, para acumular los cargos sobre la cabeza de su perseguido, le llegó a acusar de hombre de costumbres disolutas, calumnia inútil y no comprobada, porque existían numerosos datos referentes a la laboriosidad y bienhechora vida del aragonés. Por otra parte, Servet había escrito a Calvino 17 cartas confidenciales “sub sigillo secretie” con las que el reformador traicionó a Servet  entregando esta correspondencia al Tribunal laico de Viena al objeto de que encontrara argumentos decisivos para condenar al autor.

El 26 de octubre de 1553  se pronunció el fallo en el  que se condenaba: “Miguel Servet Conesa, convicto de herejía y de blasfemias, se le condena a ser conducido a Champel y allí a ser quemado vivo, y sea ejecutada la sentencia mañana y sus libros quemados”. Aquella trágica mañana resultó que era domingo, día en que no se ejecutaba a los reos; pero la feroz ira e impaciencia de Calvino intentando acabar lo antes posible con el aragonés (su víctima), prescindió de esta consideración legal. Así fue como en el amanecer dominical del 27 de octubre se consumaba una de las más espantosas iniquidades que se han registrado en la Historia.

Servet creyó que todo lo que puede ser pensado puede ser dicho y lo que puede ser dicho, puede ser hecho. Así fue que acababa de cumplir veintiún años y tenía tal inquietud que Lutero dijo de él con escaso espíritu de tolerancia cristiana: “ Servet merece le sean arrancadas las entrañas de su cuerpo viviente”. La muerte de Servet no fue el primer asesinato religioso de la Historia, pero sí es el primer suplicio que despertará las conciencias en el mundo Cristiano acerca de la injusticia que supone cercenar la libertad de pensamiento. Pronto otros humanistas, con Sebastián Castellio a la cabeza, mostrarán públicamente su indignación por la muerte de Servet. En su Contra Libelum Calvinum (Contra el Libelo de Calvino), el clérigo protestante Castellio escribirá una de las más bellas diatribas o improperios en contra de cualquier intento de acallar la palabra por medios represivos:

Matar a un hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet no defendieron ninguna doctrina, sacrificaron a un hombre. Y no se hace profesión de la propia fe quemando a otro hombre, sino únicamente dejándose quemar uno mismo por esa fe”.

Archivado en

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante