A lo largo del tiempo, diversas publicaciones han difundido informaciones incorrectas sobre Lucien Briet. El realizador Eduardo de la Cruz señala que incluso André Galicia, considerado su biógrafo oficial, ha perpetuado estos errores debido a fuentes poco rigurosas. De la Cruz ha llevado a cabo una prolífica investigación y basa sus afirmaciones en documentos oficiales, como registros civiles y archivos de Charly-sur-Marne, localidad donde el explorador, fotógrafo y escritor galo vivió y falleció, además de fuentes de la Biblioteca Nacional de Francia.
Eduardo de la Cruz ha ofrecido este martes una conferencia en la Fundación Ibercaja Huesca, en el marco del Pirineos Mountain Film Festival y con motivo de la exposición Espíritu de equipo, una generación irrepetible., en la que ha presentado una revisión documentada de la vida de este pirineísta, contrastando los errores más comunes con información obtenida de fuentes primarias.
La ponencia no tenía como fina ahondar en su faceta fotográfica, ya ampliamente difundida, y sino divulgar aspectos poco conocidos de su biografía y en las imprecisiones que han marcado su legado. Todo este material recabado tomará forma en los próximos meses en una película.
SU BIOGRAFÍA
Según Eduardo de la Cruz, uno de los errores más extendidos es la profesión del padre de Briet. Se ha afirmado que era notario, cuando en realidad era pasante o secretario de notario, y no tenía un negocio propio. Su nivel de vida era modesto, y su hogar en Charly-sur-Marne se encontraba en un barrio periférico.
El estudio del realizador madrileño, muy vinculado a la provincia oscense, explica que el padre de Briet contrajo matrimonio dos veces y tuvo varios hijos. En el primero, una hija falleció de tuberculosis. En el segundo, nacieron tres niñas, que murieron jóvenes, y finalmente Lucien. Según los registros, en el momento de su nacimiento, el padre ya no residía en Charly-sur-Marne, había abandonado su trabajo como secretario de notario y y se dedicaba en París a la curtiduría (1858).
Otro dato erróneo ampliamente divulgado es el nivel educativo de Lucien Briet. Se ha mencionado que era profesor, filólogo o historiador, pero en realidad solo cursó el bachillerato. Con 19 años fue llamado a filas en un regimiento de infantería al norte de París, pero dos meses después desapareció durante un permiso y fue declarado desertor.
Se refugió en Bruselas, donde se cree que tenía algún parentesco familiar, y aunque se encontraba relativamente cerca de su hogar, no tenía oficio conocido y vivía a expensas de lo que sus padres le enviaban. Vivía en una calle céntrica, cerca de la Gran Plaza de Bruselas, lo que sugiere que llevaba una vida cómoda. Allí intentó abrirse paso en el mundo de la poesía y publicó varios libros.
Pero la situación económica de su familia lo impulsó a volver a Francia. Según la interpretación personal de Eduardo de la Cruz, su padre, posiblemente cansado de mantenerlo, lo convenció para que regularizara su situación y regresara. Lucien, voluntariamente, se presentó en el mismo cuartel del que había desertado cuatro años antes y fue sometido a un Consejo de Guerra y condenado a dos años de trabajos forzados, uno de los cuales lo pasó en Constantine, una ciudad argelina de la colonia francesa.
Tras su liberación en 1886, Briet regresó a su hogar, pero en 1887 su padre falleció. Fue en este contexto cuando empezó a interesarse por la fotografía. Compró una cámara y realizó 154 fotografías, custodiadas en el Museo de Jean de la Fontaine, en la ciudad de Château-Thierry, aunque los negativos aún no han sido encontrados.
Años después, comenzó a viajar por los Pirineos, siguiendo las rutas de Ramond de Carbonnières, y exploró lugares como Gavarnie y el Parque Nacional de Ordesa. Documentó los barrancos, valles y pueblos de la zona con placas fotográficas. En aquella época, no había tiendas en Huesca donde comprar material fotográfico, por lo que Briet tenía que adquirirlo en su país y transportarlo, muchas veces acompañado de guías franceses.
Briet recibió una herencia de su padre pero, sobre todo, una gran cantidad procedente de su madrastra -propiedades, viviendas, terrenos y viñedos-, que había muerto cuando él tenía 20 años. No tenía oficio registrado y se autodenominaba "hombre de letras" en los documentos oficiales, como en las actas del consejo de guerra, cuando tenía apenas 24 o 25 años.
Un dato interesante es que la causa de su muerte no se especifica en su acta de defunción. Sin embargo, nueve años después de su fallecimiento, su viuda dirigió cartas a la Diputación de Huesca en las que solicitaba ayuda económica. En una de ellas, mencionó que su esposo falleció de "un ataque de uremia", es decir, de insuficiencia renal crónica, que se había agravado con los años.
En sus últimos años, padeció frecuentes indisposiciones y pasó días en cama. Se sabe que tenía prohibido el alcohol. El último viaje que hace en 1911 a los alrededores de la Peña Montañesa duró unos 60 días y marcó, probablemente, el fin de sus expediciones. A los 51 años y ya con varios achaques, Briet recorrió la Sierra de Guara, donde el acceso a asistencia médica era limitado, lo que lo hizo replantearse continuar con sus exploraciones.
De la Cruz relata que gestionaba su hogar la gobernanta Amelie Boucher y, tras la muerte de su madre, contrae matrimonio en 1916, con la hija de esa mujer, Marie Louise Amèlie Chamblin. "No hay dudas de que se casó por amor" y desmiente los rumores sobre su matrimonio por razones económicas.
En 2003, el Ayuntamiento de Charly-sur-Marne rindió homenaje a Briet dedicándole un parque, aunque cuando los nietos, ya adultos, asistieron al evento, "no sabían quién era Lucien Briet" ni conocían su legado.
SUS VIAJES, SU EQUIPO
De la Cruz también detalla cómo era el equipo que portaba el pirineísta. Las placas de cristal pesaban unos 70 kilos y llevaba consigo un laboratorio portátil, un barómetro, un termómetro y otros elementos esenciales. Buscaba para alojarse casas nobles. "Nunca se quedó en una chabola", pues no podía arriesgarse a dañar su equipo ni a pasar la noche al aire libre. De hecho, algunos lugares donde se alojó, como la casa de Torla, hoy en día son museos.
La precisión con la que Briet documentaba sus viajes y el cuidado con el que trataba su equipo fotográfico demuestran la seriedad con la que asumía su labor. Incluso cuando se encontraba con dificultades económicas, no sacrificaba la calidad de su trabajo ni su dedicación a la fotografía.
A pesar de las adversidades, se convirtió en un pionero en la fotografía de montaña, y su legado sigue siendo apreciado por aquellos que estudian su vida y obra. Los archivos fotográficos que dejó son testimonio de una época y un estilo de vida.
Eduardo de la Cruz recalca que es importante recordar que, más allá de su obra fotográfica, la figura de Lucien Briet refleja la complejidad de un hombre marcado por su tiempo, sus circunstancias y sus propios desafíos personales.
