Estirpe de Aragonia fusiona la jota con la emoción en el Ciclo de Primavera

El grupo ha ofrecido un gran espectáculo, con jóvenes talentos premiados, piezas emblemáticas y una entrega absoluta

Mercedes Manterola y Myriam Martínez
15 de Junio de 2025
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Estirpe de Aragonia. Foto Myriam Martínez
Estirpe de Aragonia. Foto Myriam Martínez

Estirpe de Aragonia ha ofrecido este domingo en el Parque Miguel Servet de Huesca una muestra de folclore aragonés que ha conjugado con maestría el respeto a la tradición y una ejecución artística de alto nivel. Enmarcada en los Festivales de Primavera, la actuación ha reunido a un público entusiasta que ha sabido reconocer en cada pieza el amor profundo por la tierra, la historia y la cultura de Aragón.

Desde el inicio, con la “Jota Abrazo de Aragón”, se ha percibido una cuidada construcción simbólica: una coreografía que ha hilado las tres provincias aragonesas en un solo discurso de pasos, giros y silencios. Se ha partido de la elegancia sobria de la jota de Huesca, se ha transitado por la alegría viva de la jota de Teruel y se ha culminado con la energía irreductible de la jota de Zaragoza. La danza ha hablado en un idioma antiguo, pero perfectamente reconocible: el de una tierra que aún baila su identidad.

Estirpe de Aragonia. Foto Myriam Martínez
Estirpe de Aragonia cuida su indumentaria. Foto Myriam Martínez

En el apartado vocal, los jóvenes Julia Barlés y Alejandro El Baile han inaugurado el bloque de canto con interpretaciones que han sorprendido por su madurez expresiva. Julia ha interpretado “Al jurarme tu querer”, mientras que Alejandro ha dado voz a “Es el amor de la madre”, ambas piezas cargadas de emoción y sensibilidad. No en vano, ambos han sido recientemente galardonados en el Certamen Nacional de Jota Villa de Sallent de Gállego, lo cual ha quedado plenamente justificado por sus actuaciones de hoy.

Estirpe de Aragonia. Foto Myriam Martínez
Estirpe de Aragonia ha ofrecido baies de gran belleza. Foto Myriam Martínez

La danza ha continuado con la poderosa “Jota Corona de Aragón”, cuyo ritmo vibrante ha sido acogido con admiración por un público entregado. En ella se ha encarnado, como pocas veces, ese equilibrio entre nobleza, fuerza y precisión que caracteriza al folclore aragonés en su versión más festiva y ceremonial.

El segundo bloque de canto ha contado con las intervenciones destacadas de Óscar Bernet en “Quisiera ser el aire”, Ixeya Guallar con “Canto de Aragón”, y Lorenzo Atarés, quien ha traído al escenario el eco recio y honesto de los “Carreteros calandrianos”. 

La “Jota de Aso de Sobremonte” ha representado un momento especialmente emotivo. Esta pieza, rescatada por el Grupo Altoaragón de Jaca, ha sido interpretada con respeto y brío, evocando con fuerza las raíces pirenaicas del folclore más antiguo. 

A la jota ha seguido el protagonismo de la rondalla, que ha interpretado con brillantez el Bolero nº1 del maestro José Antonio Esteban Lapeña. El público ha respondido con un merecido aplauso a quienes, desde la sombra de los instrumentos, sostienen con pulso firme todo el armazón musical de la función.

Posteriormente, el dúo formado por María Caudevilla y Carmen Gavín ha emocionado con “Dijo una moza con pena”, seguido por la interpretación de Marta Val, cuya presencia escénica ha llenado de matices el tramo final de este bloque.

La jornada ha continuado con la delicada y sentida “Jota de Aguas”, homenaje explícito a dos gigantes del folclore aragonés: Carmelo Betoré, natural de Aguas y alma de Nobleza Baturra, y Pedro Azorín, coreógrafo y maestro de generaciones.

Los hermanos José Domingo Gavín y Carmen Gavín han protagonizado el último bloque de canto con “La guitarra que yo toco” y “Como la más pura rosa”, dos interpretaciones que han mostrado la solidez del repertorio vocal del grupo. El canto grupal final, “Canción de Enamorados” con letra de Esteban Covarrubias, ha actuado como colofón emocional antes de la gran despedida.

Esa despedida ha llegado con la majestuosa Gran Jota de la Dolores, verdadero emblema del repertorio internacional aragonés. Con música de Tomás Bretón, arreglos de Ramiro Da Silva y coreografía del gran Carlos Vidal, la puesta en escena ha sido sencillamente apoteósica. La rondalla ha volado entre compases, los coros han resonado como una sola voz antigua, y el cuerpo de baile ha ejecutado con perfección los cruces, rodillas y alzadas que hacen de esta jota una ceremonia total.

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