Fallece Miguel Ángel Encuentra, pintor de la emoción, el gesto y la conciencia

El artista turolense, afincado en Barbastro, deja como legado una obra inconfundible y comprometida

29 de Abril de 2025
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Miguel Ángel Encuentra. Foto Carlos Neofato
Miguel Ángel Encuentra. Foto Carlos Neofato

Ha fallecido el artista Miguel Ángel Encuentra, uno de los referentes más singulares del arte abstracto contemporáneo en Aragón. Se ha ido a los 74 años, en Barbastro, localidad en la que residía desde hacía años y donde tenía instalado su taller. Nos ha pillado por sorpresa y nos deja el corazón helado.

Nacido en Aliaga (Teruel) en 1951, Encuentra, que fue también un activista político de izquierdas, desarrolló una obra una obra inconfundible, comprometida y profundamente emocional. 

Encuentra construyó un lenguaje propio, sustentado en tres pilares cromáticos —negro, rojo y verde— que consideraba esenciales para transmitir sentimientos auténticos. Su trazo, inmediato y sin posibilidad de corrección, fue siempre reflejo de una voluntad estética alejada de concesiones: pintar era para él un acto de verdad.

Desde sus primeros pasos en los años 70, su trayectoria fue consolidándose como una de las más sólidas y personales del panorama aragonés. Fue reconocido con el Gran Premio al artista aragonés contemporáneo más destacado por su ambiciosa exposición Negro esperanza, presentada en el Museo de Teruel en 2020. Esta muestra, compuesta por 21 piezas, fue el resultado de más de dos años de trabajo e incluía un mural de 21 metros y 15 pinturas que reflexionaban sobre los siglos XX y XXI desde una perspectiva crítica y simbólica.

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Escéptico como muchos creadores de su generación, vivió con intensidad los momentos de crisis personal y artística, transformándolos en fases fértiles de exploración. De esas experiencias nacieron nuevas formas de hacer, nuevos caminos de creación donde el proceso era tan vital como el resultado final. Para Encuentra, el arte no era una meta, sino una búsqueda, una lucha íntima entre la forma y el alma.

Su exposición “Tres colores” reunió tres proyectos —Negra esperanza, Rojas y Yi— que marcan diferentes etapas de su evolución pictórica. Pero más allá de la cronología, lo que respiraba en esas obras era el deseo de ruptura, de síntesis, de verdad desnuda. “Quizás esté otra vez en ese punto en el que todo vuelve a empezar”, me decía entonces.

A lo largo de su trayectoria, Encuentra no dejó de reflexionar sobre el papel del arte y del artista en el mundo contemporáneo. Consideraba que había una retórica basada en postulados filosóficos carentes de sinceridad y lo denunciaba sin tapujos.

Frente a esa impostura, él defendía una obra sincera, independiente, ajena al ruido del mercado, creada con la única voluntad de transmitir una valoración moral y crítica del mundo.

Su compromiso también alcanzaba lo colectivo: pedía mayor implicación institucional, especialmente en Aragón, donde consideraba que el panorama artístico era “desolador”. Reclamaba una mayor participación de los artistas en las decisiones culturales y defendía que debían ser “la voz de la conciencia” ante la realidad creativa y social.

Además de Barbastro residió en Abiego y un tiempo en el pequeño pueblo pirenaico de Sin, donde profundizó en el contacto contemplativo con la naturaleza. Esa experiencia nutrió su serie Yi, inspirada en el arte oriental y en la estética zen. En ella, el gesto se contenía, el color se volvía silencio, y la pintura se transformaba en meditación.

Para Encuentra, el arte no era espectáculo, sino necesidad. El pincel era su brazo extendido, su instrumento de pensamiento.

Hoy, su obra queda como testimonio de esa lucha callada por la autenticidad. Nos deja un legado coherente, valiente y hondo, donde la emoción no se explica, se siente.

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